La gobernabilidad urgente: el peligro de la fragmentación electoral y la apatía ciudadana


La fragmentación del voto muestra que ninguno de los candidatos pudo sacar ventaja considerable frente a sus seguidores, sobre todo entre los dos primeros, aspecto que avizora una Asamblea Legislativa compuesta por al menos cuatro fuerzas políticas.

No sólo créditos, ley para eliminar el matrimonio infantil está paralizada en el LegislativoUna sesión de la ALP. Foto: Abi

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En pocos días, 7.937.138 electores acudirán a las urnas este 17 de agosto para elegir a quien tendrá en sus manos el destino político, económico y social del país durante los próximos cinco años; empero, a diferencia de los procesos electorales que se desarrollaron desde el año 2005, en esta ocasión, Bolivia enfrenta un escenario político inédito: una ciudadanía profundamente desencantada con las opciones existentes, una oferta electoral dispersa y una creciente incertidumbre sobre la futura gobernabilidad.

Según las últimas encuestas, entre el 25% y el 30% de los votantes se declara indeciso, o anticipa que votará en blanco o nulo, porcentaje que supera la intención de voto de cualesquiera de los candidatos, porque ninguno de ellos logra superar la barrera del 22%. Este panorama plantea un riesgo concreto: que el próximo mandatario asuma con una débil legitimidad de origen y sin mayoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), lo que dificultará la implementación de políticas públicas en un contexto económico y social crítico.

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De acuerdo con la encuesta de la última encuesta que elaboró Ipsos Ciesmori para la red televisiva Unitel, realizada presentada el 13 de julio, los candidatos con mayor respaldo son Samuel Doria Medina (18,7%) y Jorge “Tuto” Quiroga (18,1%), seguidos por el oficialista Andrónico Rodríguez (11,8%) y el alcalde cochabambino Manfred Reyes Villa (8,2%). Pero lo más revelador es que alrededor del 32% del electorado se muestra renuente a elegir: 8,2% votaría blanco, 12,2% nulo y 11,3% está indeciso.

EncuestaResultados de la segunda encuesta de El Deber. Foto: El Deber

Una tendencia similar muestra el estudio de El Deber, que fue dada a conocer el 16 de este mes, y que fue elaborada por la empresa SPIE Consulting. La contienda es reñida entre los dos primeros, Samuel Doria Medina (21,76%) y Jorge Tuto Quiroga (20,70%); pero al igual que la de Unitel, muestra además un elevado voto blanco (14,76%), nulo (4,68%) e indeciso (5,31%), más de un 24 por ciento de votos residuales que puede ser clave para definir el desenlace electoral el próximo mes cuando la gente acuda a las urnas.

Lo que muestra es que, pese a la cercanía de la votación cuando usualmente ya la gente tiene su preferencia, al parecer, en esta ocasión aún no hay definición en el electorado. Los dos primeros aspirantes están estancados y no logran ni acercarse al 25%; quien además tiene un panorama aún más desolador es Andrónico Rodríguez, quien no solo experimenta una caída sostenida, sino que a diferencia de las cuatro anteriores, en la más reciente presentada por El Deber, queda por debajo de Reyes Villa. El voto residual persiste como el gran ganador hasta la fecha.

“Parte del electorado desea un cambio de rumbo político, pero ve en los candidatos de derecha a una vieja clase política que intenta llegar al poder desde principios de siglo”, advierte el analista político Óscar Gracia, quien acota que ese alto porcentaje de voto residual puede explicarse porque “en las encuestas está ausente un porcentaje de la sociedad que todavía apoya la figura de Evo. Y eso no es saludable, porque lo que no se sintetiza de manera política, rebalsa de manera social”, asevera.

Encuesta de la red UnitelLa segunda encuesta de Unitel. Foto: Visión 360

Posición coincidente a la expresada por Gustavo Pedraza, quien señaló que el ‘voto oculto’ corresponde mayoritariamente a los partidarios del expresidente quienes ante su inhabilitación no han definido aún su voto. “En la última elección, el Movimiento Al Socialismo (MAS) sacó 55% y ahora sumadas las tres corrientes (de izquierda) suman 20%, entonces se infiere que los indecisos en gran parte son los que votaron por el MAS y que no han mostrado aún su definición”, manifestó en la presentación de resultados de Unitel.

Por su parte, el analista Marcelo Silva sentencia que “el gran ganador es el indeciso”, por tanto, dice que las campañas deben reconectar con las necesidades reales que aquejan a la población en su conjunto, pero con propuestas reales. “Se han desalineado de las preocupaciones reales: el combustible, la comida, la inflación”, asevera, como una exhortación a que los políticos presenten soluciones concretas.

La ausencia de un liderazgo que logre aglutinar mayorías también responde a una dispersión del voto opositor y la fractura en el oficialismo. El bloque popular llega debilitado a los comicios con múltiples facciones: Eduardo del Castillo, Andrónico Rodríguez y Eva Copa. “Juntos no llegarán ni al 15%”, sentenció el senador evista Leonardo Loza. Mientras en el bloque conservador, sus candidatos parecen haber llegado al techo, porque no van más allá.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.La composición del Senado en la actualidad. Inforgrafía: Página Siete

Según el analista Carlos Saavedra, esta tendencia responde a la percepción generalizada de que la izquierda no logrará consolidar una candidatura competitiva en esta contienda, lo que abre espacio para una polarización entre los dos principales postulantes del espectro de centro y centroderecha. “La izquierda (en referencia al MAS) la tiene difícil. Yo siento que va a ser bien complicado que logren levantar una candidatura fuerte en tan poco tiempo”, añadió.

Hay al menos tres proyectos opositores que pueden tener respaldo y al no tener una articulación, el riesgo es que el ganador llegue con una votación que no sobrepase el 25% de los votos y sin capacidad de gobernar. Esta fragmentación amenaza la gobernabilidad no solo en el Ejecutivo, sino también en la Asamblea Legislativa, donde las alianzas temporales y los vetos cruzados pueden convertirse en norma. La muestra más reciente es la que le tocó vivir al actual mandatario Luis Arce.

El politólogo Franklin Pareja manifiesta que Bolivia vive una ‘crisis profunda de legitimidad’ y que no hay garantías claras en el proceso electoral; asimismo, subraya que la fragmentación política es peligrosa porque genera una institucionalidad vulnerable. Similar posición tiene Ricardo Paz, quien resalta que el nivel de incertidumbre electoral es bastante alto y supone un desafío grave para la legitimidad del futuro gobierno.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.La composición de la Cámara Baja . Inforgrafía: Página Siete

El descontento tiene una raíz clara: la economía. La población enfrenta escasez de combustibles, una inflación silenciosa en productos de la canasta básica y una desaceleración prolongada. “La ciudadanía ya no vota con identidad ideológica, sino con frustración económica”, sostiene el economista José Gabriel Espinoza, exdirector del Banco Central. “El voto se ha vuelto volátil, reactivo y muy condicionado por la percepción de futuro inmediato”.

Más allá del resultado electoral, el riesgo latente es la pérdida de legitimidad del sistema democrático si la apatía y la fragmentación persisten. Si el próximo gobierno no tiene un mandato claro ni apoyo institucional, el país se acerca peligrosamente a una situación de ingobernabilidad estructural, advierten varios analistas. Y eso en un país con baja institucionalidad puede derivar en crisis recurrentes, como las vividas en 2019.

La percepción generalizada es que la única salida viable pasa porque las fuerzas con mayor respaldo exploren acuerdos preelectorales o, al menos, establezcan compromisos mínimos de gobernabilidad para el día después de las elecciones. Los candidatos mostraron su predisposición a su figura en los foros y debates, pero resta saber cuán fuerte puede ser esa decisión si los resultados de agosto y de una probable segunda vuelta muestren una votación prácticamente cerrada en la que no exista un claro ganador.