La aparente calma de este año podría ser la calma antes de otra tormenta.
Por The Economist
Fuente: Infobae
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En una entrevista realizada el 21 de julio, Martina Rosenberg, jefa del servicio de contrainteligencia militar de Alemania, advirtió sobre un “fuerte aumento de casos de espionaje y medidas híbridas”, en referencia al sabotaje. Esto ocurrió tan solo tres días después de que Gran Bretaña impusiera sanciones a 18 oficiales de inteligencia rusos por lo que describió como “actividad híbrida irresponsable, destructiva y desestabilizadora” en todo el mundo. Un nuevo informe de Charlie Edwards y Nate Seidenstein, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), un centro de estudios europeo, revela cómo la campaña rusa de sabotaje y subversión en Europa se ha intensificado drásticamente desde 2022 y por qué podría haber disminuido en los últimos meses.
El IISS compiló su conjunto de datos combinando su propio monitoreo de incidentes con el de Bart Schuurman, de la Universidad de Leiden (Países Bajos), y el Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED). Este sistema captura todo tipo de información, desde interferencias GPS hasta planes de asesinato. A cada incidente se le asigna un nivel de confianza, lo que refleja la turbidez de la actividad encubierta. Algunos eventos que antes se temían como sabotajes, como los incendios en Lituania y Letonia en 2022-23 y en fábricas de armas en Gales y Alemania el año pasado, se excluyen debido a la falta de un vínculo creíble con Rusia.
El número de presuntas operaciones de sabotaje rusas en Europa casi se cuadriplicó entre 2023 y 2024, con más de 30 incidentes registrados el año pasado. Estos incluyeron daños a cables submarinos, muchos de ellos en el mar Báltico, así como interferencias con los sistemas de suministro de agua en Finlandia y Alemania, y ataques a equipos militares en el norte y este de Europa.
Rusia recurre cada vez más a agentes criminales, en lugar de agentes de inteligencia regulares (que fueron expulsados masivamente de las embajadas europeas en 2022), para llevar a cabo ataques. En julio, por ejemplo, tres hombres fueron condenados por incendiar un almacén vinculado a Ucrania en Londres en nombre del grupo Wagner, una organización mercenaria rusa. Este modelo de “economía informal” permite una mayor flexibilidad y negación de responsabilidades. Su uso podría explicar el reciente aumento de ataques de baja tecnología.
Quizás el hallazgo más sorprendente del informe del IISS es que las sospechas de sabotaje ruso parecen haber disminuido en el primer semestre de 2025. Esto podría deberse en parte a un retraso en la presentación de informes e investigaciones, pero el IISS considera que existen otras posibles explicaciones. Una es la disuasión: tras el lanzamiento de Baltic Sentry, una serie de patrullas aéreas y navales por parte de los miembros de la OTAN, los incidentes en el mar Báltico disminuyeron.
Otra es política: el Kremlin podría haber optado por bajar la temperatura durante las conversaciones con Estados Unidos sobre la guerra en Ucrania. Una tercera es que los espías rusos se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos en algunas operaciones —como la supuesta colocación de paquetes explosivos en centros logísticos de la naviera DHL en Gran Bretaña, Alemania y Polonia— y se arriesgaron a provocar una grave crisis con la OTAN.
El IISS advierte que la pausa podría ser temporal. Los servicios de inteligencia rusos podrían simplemente estar reagrupando sus redes criminales y perfeccionando sus tácticas. De ser así, Europa podría estar a punto de una nueva ofensiva en breve. “No estamos en guerra”, señaló el almirante Pierre Vandier, Comandante Supremo Aliado de la Transformación de la OTAN, en la cumbre de la OTAN a principios de este verano, “pero no estamos en paz”.
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