Tramo final


Jaime Navarro Tardío – eju.tv

Las últimas encuestas presentadas por Unitel y El Deber permiten extraer las siguientes conclusiones:

1. La oposición, después de 20 años, disputa la delantera. Como resultado de la galopante crisis económica, la inflación, la escasez de dólares, diésel y gasolina, la mayoría de los encuestados inclina su voto hacia opciones que proponen un cambio de modelo: menos Estado y más mercado.



2. Los candidatos del masismo, tras dos décadas, se ubican al final de las preferencias. La corrupción, la ineficiencia en la administración pública y la ambición de poder, sepultaron la esperanza que la mayoría de los bolivianos depositaron en el proceso de cambio durante las últimas cuatro elecciones.

3. Los votos residuales: nulos, blancos e indecisos alcanzan el porcentaje más alto en la intención de voto, El Deber reporta un 25% y Unitel un 34%. Históricamente, la suma de votos nulos y blancos osciló entre 4% y 7%. Si consideramos que los indecisos definirán su voto frente al ánfora, es válido estimar que entre el 20% (El Deber) y el 27% (Unitel) de estos votos residuales terminarán apoyando a algún candidato. En anteriores elecciones esos votos fueron del MAS. Si el masismo logra unificarse en el corto tiempo restante, Andrónico podría captar buena parte de esa votación. Si esos electores abandonan su anclaje ideológico, votarán por quien lidere las preferencias. El voto siempre va al ganador, nunca al perdedor. Recuerdo la reflexión de un arzobispo amigo: “…prudencia, hijo, el túnel aún tiene polvo, no hay claridad suficiente”.

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Por encima del margen de error, en La Paz y Santa Cruz, Samuel se impone en la preferencia electoral. Esto resulta relevante por el peso poblacional de ambos departamentos. Samuel gana en cinco departamentos y Tuto en cuatro, aunque estos últimos con menor población. Manfred ha perdido liderazgo en Cochabamba y es improbable un repunte: su perfil confrontacional no dio resultado. Rodrigo genera noticia; la imagen del Capitán Lara ha calado en La Paz.

En este túnel aún polvoriento, debemos analizar con cautela la estrategia de Evo. ¿Qué pretende con la campaña por el voto nulo? Ese voto, promovido por Evo, busca sepultar a su heredero rebelde y, de paso, al MAS-IPSP. Lo que no quede bajo su mando, no debe existir. Evo se repliega, cierra un ciclo, pero no para dedicarse a producir Tambaquí; lo hace para generar caos. Su lucha política, será desde el Chapare, requiere un gobierno de k’aras con reducida bancada de diputados y senadores, Evo necesita que el próximo presidente tenga escasa legitimidad. El voto nos da el poder para frustrar las oscuras intensiones del déspota, hasta un domingo antes de la elección conoceremos las encuestas finales, no quedará espacio para dudar, el voto debe ser para el que este primero, no es preferencia, es urgencia. En la primera vuelta se define composición de ALP, el próximo presidente debe tener diputados y senadores suficientes para negociar en buenos términos.

Los candidatos trabajan incansablemente, participan en foros y debates, asumen compromisos, demuestran vocación democrática, pero les faltó vocación política. Si nos hubiesen ofrecido una candidatura única,  Evo estaría en Cuba.

No lloremos sobre la leche derramada. Veamos qué queda por hacer para evitar que la dispersión parlamentaria se convierta en aliada estratégica de Evo, dándole oxígeno para operar desde la calle. Los resultados de estas encuestas permiten anticipar que en la Asamblea Legislativa Plurinacional tendrán diputados y senadores Samuel, Tuto, Manfred, Rodrigo y Andrónico. Una composición muy distinta a la actual y a las anteriores. Esto puede generar cierta tranquilidad: los candidatos han coincidido en lo que debe hacerse para lograr la recuperación económica, el desmontaje del Estado y la reconstrucción institucional. Quedará como tarea fundamental iniciar un proceso de construcción política, un nuevo proyecto que siembre esperanza.

El nuevo gobierno tendrá que dar espacio a las fuerzas que garanticen línea en la Asamblea Legislativa. Sí, señores, regresamos a la democracia de pactos: no más proyecto hegemónico. Durante la campaña, los principales candidatos demostraron que sus diferencias no son de fondo y que comparten muchas coincidencias. La conformación de un gobierno de unidad podría ser viable. Los llamados a esa mesa serán los cuatro: Samuel, Tuto, Manfred y Rodrigo. Pondrán a prueba sus declaraciones de amor a la Patria, o bien mostrarán el grado de mezquindad que los acompaña.

El nuevo proyecto político debe situarse en el centro: los radicales no lograron seducir a las mayorías. La socialdemocracia —ideología que impulsa las grandes transformaciones en democracia, a diferencia del socialismo que utiliza y destruye sus pilares— tendrá dos referentes en esta nueva etapa: Samuel y Rodrigo. Ambos provienen del MIR; Samuel discrepó en temas de liderazgo con Jaime, pero nunca hubo ruptura ideológica. Jaime Paz Zamora, expresidente y vicepresidente de la Internacional Socialista (cargo que hoy ostenta Samuel), llevó a Samuel como candidato a la vicepresidencia en 1997. También fue su ministro más joven y destacado entre 1989 y 1993. Juntos construyeron importantes capítulos de nuestra historia. Toda esa experiencia acumulada debe motivar una reflexión profunda: es más lo que une que lo que separa. Jaime, padre y mentor de Rodrigo, podría desempeñar un papel clave en esta nueva construcción.

Ahí está la semilla para construir un nuevo tiempo. La gente, en la calle y en los caminos, necesita saber que los ajustes drásticos que se avecinan serán el cimiento de un proyecto político con consistencia ideológica.

 

Jaime Navarro Tardío

Militante de Unidad Nacional, ex Diputado Nacional y ex Secretario Ejecutivo Nacional de UN.