El destino de la sangre extraída del cordón umbilical de la Infanta era hasta ahora un secreto. El traslado lo realizó el director general del banco. Antes del parto, Doña Letizia y la Reina se ocuparon de todo el proceso.
La princesa Letizia, con las infantas Leonor y Sofía, en Mallorca el pasado abril.
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LAS CÉLULAS MADRE ESTÁN EN UN CENTRO DE LEIPZIG
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La bolsa de la sangre se selló con tres sistemas de seguridad. En cinco horas y media llegó a Leipzig
El destino de la sangre extraída del cordón umbilical de la Infanta era hasta ahora un pequeño secreto. El traslado lo realizó el director general del banco. Antes del parto, Doña Letizia y la Reina se ocuparon de todo el proceso
La Otra Crónica
Consuelo Font
Domingo 29 de abril de 2007. Cinco menos 10 de la tarde. Paloma Rocasolano (57 años), madre de la Princesa de Asturias (37), lleva cuatro horas en una limpísima sala de espera con suelos de mármol blanco de la clínica Ruber Internacional de Madrid. Junto a ella, un hombre trajeado de frente ancha y bigote poblado sostiene una gran bolsa de plástico. Una enfermera abre la puerta de la sala de partos, donde acaba de nacer la Infanta Sofía (2 años) por cesárea y hace un gesto con la cabeza al extraño, que se levanta de inmediato y entra en la sala. Después, se acerca a la madre de la Princesa: «Ya está. Es niña, pesa 3,300 kilogramos y mide 50 centímetros. Está sanísima, enseguida podrá entrar a verla».
Antes de que la llevaran junto a su hija 10 minutos después, el hombre del traje salió presuroso con la bolsa, bajó las escaleras que llevan a la puerta principal y se fue en una furgoneta blanca directo al aeropuerto. ¿Quién era aquel misterioso señor que se coló en el nacimiento de la Infanta Sofía antes incluso de que su propia abuela la conociera?
Se trataba del doctor Luengo, director general de Secuvita, la empresa española que se encargó de trasladar la mitad de la sangre del cordón umbilical de la Infanta Sofía a un banco privado fuera de España (la otra parte, según informó el Príncipe (41), el mismo día del nacimiento, fue donada a un banco público dentro del país). Según desvelamos hoy en La Otra Crónica, las células madre de la Infanta se encuentran en la clínica Vita 34, en Leipzig, Alemania. En la elección de Vita 34 jugó un papel destacado Doña Letizia, volcada en la educación y la salud de sus hijas; aunque tampoco estuvo ajena la propia Reina (71), puericultora de formación, que contó con el asesoramiento de un cardiólogo de prestigio mundial, muy vinculado a la Familia Real.
Ese 29 de abril, el doctor Luis Ignacio Recasens, ginecólogo de la Princesa Letizia, cortó el cordón umbilical de la recién nacida Infanta y extrajo de él entre 50 y 100 mililitros de sangre, que se depositaron directamente en una bolsa estéril con una solución de nitrógeno líquido para impedir su coagulación. Entonces entró en acción el doctor Luengo, quien selló la bolsa con tres dispositivos de seguridad para impedir que se derramase, la introdujo en la caja del kit de extracción, dotada de un termómetro exterior, y la protegió con una bolsa de gel termoprotector para garantizar una temperatura adecuada para el traslado (no inferior a los 14º, pues las células pueden morir, ni superior a los 26, ya que perderían sus propiedades).
A partir de ese momento, no había tiempo que perder. Cada hora que la delicada muestra queda fuera de los tanques donde se conserva a -200 grados centígrados, las células madre pierden, de forma progresiva, su fuerza curativa. Fue el propio doctor Luengo quien se encargó personalmente de transportar la real sangre del cordón umbilical de Sofía a Leipzig, en la Baja Sajonia. Tomó un vuelo de la compañía aérea Lufthansa, dotado de una cámara especial para el transporte de este tipo de material, y en seis horas había llegado a la clínica Vita 34, sin ningún incidente. Ahora son los modernos laboratorios de la clínica alemana, creada en 1997 y sita en un enorme edificio de ladrillo rojo, los que custodian -hasta ahora en secreto- la sangre azul de la Infanta Sofía. El coste de la operación fue de más de 1.990 euros, una cantidad que se puede pagar también a plazos, uno inicial de 490 euros y, tras comprobar que las células son válidas, 1.500 euros que se pueden financiar. Eso, sin contar con los gastos de mantenimiento anuales, de 90 euros, y, por supuesto, los que se ocasionarían si hubiera que traer la muestra a España para ser utilizada, un traslado similar al inicial.
EL MILAGRO ALEMÁN
Para los partidarios de los bancos de sangre de cordón umbilical (SCU) privados, el desembolso merece la pena. Más aún después de conocer el reciente milagro de la Medicina logrado gracias a una unidad de cordón umbilical guardada, precisamente, en Vita 34. Max, un niño alemán de dos años afectado de parálisis cerebral, llevaba dos meses en coma a causa de un fallo cardíaco. Cuando los médicos habían descartado prácticamente la posibilidad de salvarle la vida, se intentó in extremis una opción sin precedente: realizarle una transfusión de células madre de la sangre de su propio cordón umbilical. El resultado fue impactante: el pequeño despertó del coma y, según informó el profesor Arne Jensen, responsable del tratamiento y una autoridad en la investigación de células madre del cordón umbilical, «Max se ha podido sentar, sonríe y no sufre ya espasmos en los brazos ni en las piernas».
Sin embargo, muchos expertos subrayan que, a día de hoy, guardar las propias células madre en un banco privado es inútil. En la actualidad, la sangre del cordón umbilical se emplea principalmente para hacer transfusiones en casos de leucemia. «Si el niño desarrolla un cáncer de sangre, los médicos que lo traten desecharán la sangre que guardaron y buscarán una unidad sana en un banco público», afirma el doctor Enric Carreras, director del Registro de Donantes de Médula. «Podría ser útil para una terapia celular en un futuro -para tratar el Parkinson, el Alzheimer, los problemas vasculares, la diabetes…-, pero aún no está demostrado que sean eficaces en estos casos».
Por eso, Enric aboga por la donación a los bancos públicos, de los que todos pueden beneficiarse. La legislación española también apunta hacia una comunidad global de donantes. Así, si una persona sólo es compatible con alguna de las unidades registradas en un banco privado en España, la clínica está obligada a cederla por más que su cliente pague por mantenerla a su nombre. «Quizá por eso», aventura Carreras, «los bancos privados en España no han registrado ninguna muestra en la base de datos común que manejan la clínicas en todo el mundo». ¿La razón? Se las llevan a países como Alemania, con una legislación más permisiva.
PÚBLICO O PRIVADO
El debate sobre los bancos públicos y privados de sangre de cordón umbilical está abierto. Seguramente por esta razón, cuando nació la Infanta Sofía, el Príncipe Felipe informó personalmente a la prensa de que, si bien habían guardado muestras de células madre de su cordón en un banco privado, como ya hicieran con la Infanta Leonor (4), se había podido extraer suficiente sangre para rellenar dos bolsas. «Una irá a un banco público y otra a un banco privado dentro del ámbito europeo». De este modo, cumplieron con la normativa española y acallaron, a la vez, las posibles críticas que hubiera desencadenado su decisión de sacar de España la muestra completa de sangre del cordón de la Infanta Sofía.
Tras el nacimiento de su primogénita, Leonor, que cumplirá cuatro años el próximo 31 de octubre, la noticia de que sus padres habían enviado las células madre procedentes de su cordón umbilical al banco privado Cord Blood Registry, en Tucson (Arizona), levantó gran polémica. En parte, porque esta técnica, dirigida al posible tratamiento de enfermedades que pudiera sufrir Leonor en el futuro, estaba entonces en mantillas en nuestro país y la regulación de los bancos privados de sangre de cordón umbilical era inexistente. Así, hubo quienes incluso se cuestionaron si la pequeña sufría algún tipo de dolencia genética.
Fue en la década de los 80 cuando se descubrió que el cordón umbilical, antes material de desecho tras el parto junto con la placenta, contenía una alta proporción de células madre, de las que se derivan todas las demás; y, a principios de la década de los 90, éstas se comenzaron a criocongelar y a almacenar en bancos con fines terapéuticos, siendo pionero el del estado de Nueva York, que se abrió en 1991. Estas células tienen dos propiedades fundamentales: son capaces de transformarse en células especializadas para cualquier órgano o tejido del cuerpo y, además, pueden producir más células idénticas a ellas, que asumen una importante función de reparación del organismo en caso de lesión o enfermedad.
Ahora, en cambio, la moda de guardar la sangre del cordón umbilical, que se extendió antes fuera de España, ha entrado con fuerza en nuestro país. Así, famosos como David Bustamante y Paula Echevarría donaron la sangre del cordón umbilical de su hija a un banco público. Y otros, como Arancha del Sol y Finito de Córdoba, conservaron la muestra en un banco privado para un posible uso futuro.
De las 375.000 unidades de cordón almacenadas actualmente en el mundo, 225.000 están en el sistema público y 150.000 en bancos privados. Se trata de una cantidad todavía escasa, pues a día de hoy tan sólo se conserva el 5% de los cordones umbilicales del planeta. En España, existen actualmente siete bancos públicos asociados a maternidades y repartidos en Barcelona, Vigo, Madrid, Málaga, Tenerife, Valencia y Asturias. Y otros siete privados. Los pioneros fueron Criocord y Vidacord, al amparo de una ley aprobada en 2006 que permitía su establecimiento.
A partir de ese momento, estos bancos comenzaron a operar con clínicas en el extranjero para garantizar la conservación de las muestras para uso personal o familiar. Así, Vidacord las almacena en el Reino Unido y en Varsovia, Criocord en Bélgica y Secuvita en Alemania, en Vita 34, donde se encuentra la de la Infanta Sofía. En Alemania, además, existe una ventaja. Allí la ley da a estas muestras categoría de medicamento, por lo que ha de cumplir unos estrictos controles de garantía y de calidad, como la evaluación cada cuatro años de la vitalidad celular de la sangre almacenada.
Esto no impide que haya detractores de los bancos privados dentro de la comunidad médica. Aún así, partidarios y opositores reconocen una cosa: el ejemplo de la Familia Real ha sido decisivo a la hora de popularizar los beneficios de guardar o donar la sangre del cordón umbilical. Y hoy España ya es el segundo país del mundo, tras EEUU, en número de muestras almacenadas en bancos públicos y el tercero en relación a su población, por detrás de Australia.