Legitimidad en duda: ¿Podrá el vencedor del inédito balotaje gobernar sin respaldo social ni mayoría parlamentaria?


El balotaje expone la fragilidad de la representatividad política, con campañas reactivas y un electorado volátil; analistas advierten que un triunfo en segunda vuelta no garantiza legitimidad si el ganador carece de respaldo en la Asamblea y en la calle.

Tuto Quiroga y Rodrigo Paz nuevamente se verán las caras el 19 de octubre. Foto: AFP

eju.tv



A poco más de un mes para el balotaje del 19 de octubre, Bolivia encara una inédita segunda vuelta presidencial desde que el sistema fue introducido en 2009. Ningún candidato logró el umbral del 50 % más uno de los votos válidos ni la diferencia de 10 puntos exigida por la ley, ya que, según el cómputo oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Rodrigo Paz obtuvo cerca del 32 % y Jorge Tuto Quiroga alrededor del 27 %.

En tercer lugar, se ubicó el voto residual compuesto en gran parte por el nulo, el blanco y el ausentismo, que marcaron la agenda de la votación del 17 de agosto y dieron pie para que el propulsor de esta tendencia, Evo Morales, celebre que el 19 % del voto nulo lo haya ubicado en tercer lugar y afirme que el poco más de un millón de personas que se decantó por esa opción expresó un rechazo tanto a la ‘vieja como a la nueva derecha’.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

La fragmentación parlamentaria refuerza la incertidumbre: ninguna fuerza política alcanzó la mayoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Esto significa que el próximo presidente gobernará sin un bloque sólido, obligado a negociar y pactar cada iniciativa. Si bien el Partido Demócrata Cristiano (PDC) obtuvo la mayoría de los escaños no le alcanza para tener la mayoría relativa y menos los dos tercios. La alianza Libre tiene una situación aún más comprometida.

El expresidente Evo Morales saluda a sus partidarios después de votar Rodrigo Paz después de emitir su voto el pasado 17 de agosto. Foto: AP

Entonces, a partir de la fecha, los dos eventuales contendientes de la segunda vuelta deben barajar las posibilidades que les permitan gobernar con relativa holgura los próximos años y, en especial, en la primera etapa del gobierno, debido a que ambos se comprometieron a atacar la presión económica con normas que en el tiempo breve permitan disponer de dólares frescos, normalizar la distribución  de los combustibles y bajar la presión inflacionaria que ha provocado la merma de la capacidad adquisitiva de los hogares bolivianos.

Ello supone que los compromisos con el resto de los partidos con representación parlamentaria deben estar listos el ocho de noviembre, día de la asunción del nuevo mandatario, o antes. Todos los votos cuentan. El PDC tiene 16 senadores; 17 diputados plurinominales; 30 uninominales; dos de circunscripción especial; y cinco representantes supraestatales (70 en total si se contabilizan supraestatales). Con ello se consolida como primera fuerza.

La Alianza Libre cuenta con 12 senadores; 17 plurinominales; 20 uninominales; dos de circunscripción especial; y dos supraestatales (53 en total incluyendo supraestatales). Es la segunda fuerza. Alianza Unidad logró siete senadores; 15 diputados plurinominales y 11 uninominales; dos supraestatales (35 en total incluyendo supraestatales). Tercera fuerza. Alianza Popular (AP): cinco plurinominales; dos uninominales; uno de circunscripción especial (ocho diputados). PB Súmate: un senador; cinco diputados plurinominales. El Movimiento al Socialismo (MAS): dos diputados plurinominales; sin senadores.

La composición de las dos cámaras a partir del próximo 8 de noviembre. Gráfico: OEP

Los números muestran la fragmentación en la que se encuentra la Asamblea Legislativa. Esto supone que, incluso, partidos actualmente marginales como Alianza Popular y el propio MAS se pueden convertir en el voto de oro que permita a la próxima gestión impulsar los proyectos que consideran urgentes para tratar de revertir en algo la crisis que atraviesa el país. El espacio de tratativas puede llegar a ser la bisagra para la renovación de un gobierno de acuerdo nacional, como hubo antes de Evo Morales.

El otro problema es el discursivo y programático. La campaña del balotaje, lejos de enfocarse en propuestas concretas, se ha vuelto reactiva. El analista político Carlos Saavedra advirtió que la segunda vuelta electoral, la primera en la historia del país, no sigue el rumbo que debería y, en lugar de ser una fiesta democrática, terminó transformándose en un ‘lodazal’ de acusaciones y una guerra sin límites.

“Esta segunda vuelta se ha convertido en una guerra sin trincheras, de ataques, en un campo de batalla in missericordi (sin misericordia), donde hay fuego cruzado y pocas propuestas”, señaló Saavedra, quien lanzó posteriormente una advertencia en sentido  que, en lugar de generar certezas y alternativas para la ciudadanía, la campaña de balotaje está produciendo “más miedo, más incertidumbre y más polarización” en el electorado.

Tuto Quiroga en un acto de proclamación. Foto: RRSS

Similar criterio tiene el exvocero presidencial y analista político Jorge Richter, para quien existe una ausencia de estrategias claras en las campañas de los dos partidos que se medirán el próximo 19 de octubre. Según el experto, los candidatos actúan más por reacción que por planificación, lo que podría incidir en el comportamiento del electorado. Nuevamente entra el componente de temor de la gente ante la falta de propuestas reales por parte de los binomios.

“No hay estrategias de campaña, lo que existe son reacciones e intentos de tomar iniciativas al calor del día a día o de la coyuntura inmediata”, señaló Richter, en entrevista en el programa radial La Hora Pico de eju.tv. Sería más importante que se nos dijese a los bolivianos cómo se resuelve puntualmente el tema de traer dólares al país y el abastecimiento de combustible. Ambos prometen, pero ninguno dice algo de fondo sobre el tema”, explicó.

En ese panorama surge la pregunta fundamental sobre qué tan legítimo será un presidente electo con apenas un tercio de los votos válidos y un Congreso dividido. La legitimidad democrática, señalan los politólogos, no se reduce a ganar un balotaje, implica representatividad efectiva en la Asamblea y en las calles. Sin mayorías visibles ni apoyo activo, el próximo gobierno enfrentará dificultades para implementar reformas y mantener estabilidad política.

Otro de los factores de gobernabilidad será la calle. Foto: Reuters

El voto estratégico o de rechazo se vuelve decisivo. Algunos sectores que tradicionalmente votan al MAS y sus vertientes no patrocinan ya el voto nulo, para el analista Richter el mayor beneficiario será Rodrigo Paz. “El voto nulo va a tener claramente una preferencia hacia Rodrigo. Jorge Quiroga es históricamente un adversario casi enemigo de lo social popular durante muchos años. Esa gente no va a votar por él”, afirmó

Más allá de las urnas, la segunda vuelta boliviana pondrá a prueba la capacidad del sistema político para construir consensos. Si el próximo presidente quiere evitar una crisis de gobernabilidad, deberá ir más allá de la victoria numérica: tendrá que ganar la calle, negociar en el Legislativo y reconectar con un electorado cansado de promesas vacías. Debe promover una movilización social, un apoyo visible de diversos sectores; pero, no sólo números en papeletas, sino respaldo activo ciudadano.