Propuestas o fulminante verbal: ¿se priorizan los programas o ataques en la segunda vuelta?


La segunda vuelta se convierte en un espectáculo de guerra sucia. Analistas y verificadores advierten que la desinformación erosiona la credibilidad, polariza el voto y no beneficia a la democracia.

Foto: Bolivia Verifica.

eju.tv



Bolivia atraviesa una inédita segunda vuelta en la que participan los dos candidatos más votados en las elecciones del pasado 17 de agosto: Rodrigo Paz PereiraEdman Lara del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y Jorge Tuto Quiroga – Juan Pablo Velasco de la Alianza Libertad y Democracia (Libre), quienes deben medirse nuevamente en las urnas el próximo 19 de octubre, para determinar cuál de ellos tendrá la responsabilidad de dirigir el destino del país durante los próximos cinco años.

Sin embargo, la campaña de ambos frentes políticos hasta la fecha no ha logrado confluir en un espacio de debate de ideas y, más bien, toma otro cariz más confrontacional y agresivo. Pese a que existe un compromiso ante el Tribunal Supremo Electoral de dejar de lado la guerra sucia y la desinformación, esto queda en el papel, porque en el campo de batalla los ataques son permanentes y sistemáticos para socavar al adversario, que más parece enemigo.

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Esto da paso a una constatación: cuando la campaña gira de las propuestas a ataques, la democracia pierde su brújula, el camino al balotaje está empedrado por una aceleración de los contenidos manipulados como audios clonados, videos editados y declaraciones sacadas de contexto, cuyo efecto no es sólo dañar la imagen de un candidato, sino lacerar la confianza pública en el proceso electoral y en la información misma.

Lara es uno de los más agredidos en redes sociales. Foto: Bolivia Verifica.

Esa erosión de certidumbre, coinciden especialistas, puede dejar como ganador real a quien mejor explote el caos informativo, no al que ofrezca la mejor propuesta. Si tomamos en cuenta esta premisa, la guerra de afectos y desafectos nos puede orillar a tomar una mala determinación motivada por aspectos subjetivos ya que es el hígado el que actuará en el momento de emitir el voto, antes de la racionalidad que permite elegir entre propuestas de manera informada.

Los datos cuantifican el fenómeno, las organizaciones que se dedican a la verificación identificaron centenares de contenidos electorales engañosos en la fase previa y durante la primera vuelta, mayoritariamente difundidos en TikTok, Facebook y WhatsApp, y con una proporción alta de materiales totalmente falsos o sacados de contexto. Ese volumen transforma la discusión pública: en vez de confrontar programas de gobierno, el debate se abre en torno a rumores y pánicos fabricados.

Otro de los contenidos falsos. Foto: Bolivia Verifica.

“La mejor manera de ser críticos con los contenidos que circulan en redes sociales es dudar, dudar absolutamente de todo (…) aunque te ponga en un plano de incertidumbre en un momento, es la mejor fórmula para no ser parte de la cadena reproductiva de desinformación”, resume Patricia Cusicanqui, editora en jefe de Bolivia Verifica, al explicar por qué la ciudadanía debe priorizar la verificación sobre la reacción inmediata ante un rumor.

Por su parte, Enid López, fact-checker en jefe de Chequea Bolivia, “la desinformación degrada el debate público”, porque al desplazar las propuestas al terreno de la sospecha se fracasa en ofrecer a los electores elementos para decidir racionalmente, y se abre paso a respuestas emocionales y polarizadas. Pone como ejemplo los videos antiguos que circulan como si fueran actualese inducen al engaño. A ello se suman declaraciones agresivas de los aspirantes, que refuerzan discursos de odio y se replican en comentarios digitales.

Falsas declaraciones atribuidas a Tuto Quiroga. Foto: Bolivia Verifica.

Pero ¿Quién gana con la guerra sucia? Especialistas en campañas y marketing político advierten que los beneficiarios no siempre son los candidatos directamente señalados, sino otros actores de este fenómeno electoral, ganan los conglomerados de audiencias que monetizan la viralidad, de ahí también la gran cantidad de recursos destinados a la promoción de contenidos; gana también quien busca desgastar la legitimidad del adversario y del árbitro electoral a, sembrar dudas sobre resultados y procedimientos. Y pierde la ciudadanía, eso es inobjetable.

“Las personas más vulnerables a este tipo de noticias son las generaciones que no desarrollaron habilidades para diferenciar contenidos”, señaló el analista Sergio Vera en una entrevista brindada al periódico El País de España. Y resala que “las personas más vulnerables a este tipo de noticias son las pertenecientes a la generación X (nacida entre 1965 y1979) o a los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964)”; quienes, si bien usan la tecnología, la han adoptado de forma tardía y no han desarrollado habilidades para diferenciar estos contenidos.

Rodrigo Paz también fue blanco de los ataques. Foto: Bolivia Verifica.

Los informes de Bolivia Verifica y Chequea Bolivia, respaldados por observatorios y estudios regionales, ofrecen medidas concretas: pactos de no agresión entre partidos, protocolos de respuesta rápida por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE), campañas ciudadanas de alfabetización mediática y sanciones a publicidad pagada que promueva mentiras. Un estudio regional también apunta a la necesidad de cooperación entre plataformas y organismos internacionales para identificar granjas de bots y redes de financiación transnacional.

Durante el mes de agosto, los contenidos sobre el proceso electoral se incrementaron y con el resultado definido para el balotaje, las interacciones en redes sociales derivaron en una polarización hacia dos opciones políticas: Alianza Libre y el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Una ola de bulos fue direccionada a los candidatos a presidente y vicepresidente. El monitoreo de Bolivia Verifica, durante siete meses y medio, identificó que aproximadamente 7 de cada 10 contenidos analizados estaban directamente relacionados con el proceso electoral y la mayoría fueron fabricados o manipulados.

Jaime Dunn también fue objeto de la desinformación. Foto: Bolivia Verifica.

“Uno de los objetivos de la desinformación en tiempos de crisis es causar caos y miedo”, asegura el fact-checker de ese medio, Lucas Illanes. Por ello, frente a la profusión de noticias falsas, pese a que existen herramientas más sofisticadas para detectar contenido engañoso, los especialistas recomiendan a los ciudadanos volver a los métodos tradicionales de verificación de la información: contrastar fuentes, asegurarse de que la información proviene de un emisor confiable y consultar a expertos.

Cusicanqui apela a los políticos a su responsabilidad, por un lado, y a la ciudadanía para no ser instrumento útil de los políticos. “Pensar bien lo que vas a compartir y asumir una responsabilidad del comportamiento digital”, dice la editora de Bolivia Verifica. La premisa es simple, pero determinante: si la segunda vuelta cede terreno a la guerra sucia, se pierde la oportunidad de que la disputa política sea una elección de proyectos en lugar de miedos. Una democracia sólida exige que partidos, medios y ciudadanos pongan la agenda de políticas públicas por encima del rédito inmediato de la descalificación.