Óscar Mario Justiniano advierte que la escasez de combustible ha quebrado la economía nacional y amenaza la seguridad alimentaria. El representante del sector lechero asegura que la crisis energética es señal de que la economía tocó fondo.
eju.tv / Video: DTV
Suman las voces del sector productivo cruceño que piden al gobierno certidumbre sobre la economía nacional, elemento clave para generar tranquilidad en el mercado y en la sociedad, sin embargo, para el presidente de la Federación de Productores de Leche (Fedeple) Santa Cruz, dijo con dureza Óscar Mario Justiniano ese elemento fundamental se ha quebrado en Bolivia y arrastra al país a una crisis económica severa causada principalmente por la falta de dólares.
Justiniano va más allá en el análisis al mostrar un panorama desolador que pone en riesgo a los actores económicos, ya que –señala– absolutamente todos los sectores productivos, empresariales, industriales, exportadores, de servicios, así como también la población en su conjunto ‘hoy día está quebrado, no solamente está dañado, está quebrado”. Esta crisis severa como la califica, tiene un origen es la ausencia de divisas en el sistema financiero nacional, que provoca que los productos e insumos se encarezcan día que pasa.
“Porque no nos olvidemos de que hoy por hoy, hay ya producción agrícola y pecuaria, la cual está lista para poder llevarse ya sea a los centros de transformación o a los mercados como tal, y no está pudiendo llegar. En otras palabras, cuando vaya a existir una mayor demanda por parte de la población, va a querer comprar más o va a querer comprar lo que venía comprando y no va a haber la cantidad respectiva, inmediatamente los precios suben”, apuntó el dirigente de los lecheros, quien afirmó también que las pérdidas son incuantificables.
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Foto: captura de pantalla
El empresario en lácteos puntualizó que el combustible es transversal en toda la cadena productiva desde el productor hasta el consumidor final, tal cual afirmó la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), institución con la que coincidió en que la falta de carburantes ha frenado la producción agrícola y pecuaria, encarecido los alimentos y generado un efecto dominó en toda la economía; incluso – dijo – existe la producción lista para transformarse o llegar al mercado y no puede ser trasladada, porque los surtidores están vacíos.
El dirigente advirtió que el problema va más allá del desabastecimiento momentáneo. “Al no poder sembrarse ni cosecharse, estamos hablando ya de inseguridad alimentaria. En el corto plazo habrá inflación y escasez; en el mediano, desabastecimiento de productos básicos”. Las consecuencias, dijo, son incuantificables. “Hay personas que no pueden llegar a sus fuentes laborales, hay inflación en alza y un golpe directo a los bolsillos, especialmente de las familias más pobres”. El resultado: “una afectación generalizada, con sobreprecios que pagarán todas las familias bolivianas”.
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Justiniano fue enfático al señalar el origen de la crisis: “La crisis tiene un nombre, y es dólares. No se compra combustible en bolivianos. Este problema no se resuelve cortando gastos en moneda nacional, sino consiguiendo dólares, independientemente de dónde vengan; (… ) no se compra en boliviano en el mercado internacional, claramente este problema no se resuelve cortando gastos en bolivianos, sino se resuelve consiguiendo los dólares independientemente de dónde vengan”, subrayó.
Cuestionó también la gestión de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), denunciando que “en la desesperación, el país ha quedado cautivo de un par de empresas que ponen el precio que les da la gana”. Explicó que mientras no se acceda a créditos o programas estructurales de financiamiento internacional – como los del FMI, BID o Fonplata –, la crisis seguirá en ascenso y al país solo le quedará ‘aguantar la debacle’.
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El presidente de Fedeple alertó que los sectores más golpeados son tres: el productivo, que pierde cosechas por la falta de transporte; las familias, que enfrentan inflación y filas interminables para conseguir gasolina o diésel; y la seguridad alimentaria nacional, que comienza a tambalear. “Todo lo que llega a nuestra mesa viene del campo. Si el campo se detiene, se detiene el país”, resumió en cuanto a la magnitud del daño que se avecina para el país.
El panorama desolador es elocuente, según Justiniano: “litros de gasolina a 40 bolivianos, filas de 50 o 60 horas, familias enteras afectadas”. Para el productor, esa es la fotografía de una economía fracturada. “Esto ya no es la crisis en desarrollo, esto es el reflejo final. De aquí en adelante solo queda resistir, hasta que haya un nuevo gobierno con credibilidad y capacidad para resolver el abastecimiento de combustible” apuntó con resignación.
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“De esta crisis se sale trabajando todos juntos, pero necesitamos claridad, no promesas vacías. Queremos saber qué harán los candidatos para devolver la certidumbre al país”, refirió, para luego señalar que el problema de la crisis es estructural, el cual debes ser encarado en esa magnitud y con responsabilidad. Y concluyó con una frase que sintetiza su diagnóstico: “la única forma de resolver la crisis del carburante es con dólares, no hay otro camino”.