El asesor ecuatoriano intenta explicar la derrota de su candidato en Bolivia al echar la culpa a las encuestas, pero omite su responsabilidad como estratega de la campaña de Tuto Quiroga.

En una columna publicada en el diario argentino Perfil, el consultor político Jaime Durán Barba volvió a escribir sobre Bolivia, esta vez para referirse a las recientes elecciones de segunda vuelta del pasado 19 de octubre. El asesor, que trabajó en la campaña del expresidente Jorge Tuto Quiroga, intenta establecer un nuevo mapa político tras la victoria de Rodrigo Paz y Edman Lara, pero termina por brindar un texto cargado de errores, omisiones y excusas.
Durán Barba – célebre por haber asesorado a líderes de centroderecha como Mauricio Macri en Argentina – identifica como uno de los principales elementos para la derrota de Quiroga los yerros de las encuestas de percepción electoral, las cuales ‘otorgaban el triunfo por amplio margen’ al binomio Quiroga–Velasco, y que, finalmente, la realidad fue otra. Sin embargo, evita reconocer su propio fracaso al no haber identificado ese bolsón de gente que desconfiaba de los políticos tradicionales, entre ellos Quiroga Ramírez, lo que significó el derrumbe del relato que intentó construir durante la campaña: el de un ‘regreso del estadista’ frente al caos populista.
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“Después de 20 años de populismo, el país quedó en una situación económica y social lamentable. Las investigaciones a las que accedimos desde hace más de un año, dijeron siempre que una amplia mayoría considera que todo está mal en Bolivia, desconfía de los partidos, los políticos, las instituciones de todo tipo. El dato no sorprende, es igual al de la mayoría de los países de la región y la base sobre la que han triunfado varios candidatos, simplemente porque no se parecen a los políticos tradicionales”, reconoce en el artículo, pero no lo toma como uno de los factores más determinantes para su derrota y la de su asesorado.
Es más, responsabiliza directamente al fracaso de las encuestas y los estudios de investigación por la derrota sufrida por la Alianza Libre en las dos vueltas de la elección boliviana. Ni siquiera hace referencia a si es que, una vez conocidos los resultados de la elección del 17 de agosto, ante los errores mostrados, la campaña de Tuto Quiroga optó por un cambio de timón ante la posibilidad de que nuevamente se presente ese fenómeno en el balotaje. Por el resultado, Durán Barba no solamente insistió en su estrategia, sino profundizó la dicotomía ‘conocimiento vs improvisación’, sin reparar en otros factores sociales.

Las acciones ratificaron que el ecuatoriano pensaba que estaba en el camino correcto, porque no hubo cambio alguno en la esencia de la campaña, pese a que la alerta de la primera vuelta debería haber provocado que se incida un poco más en la composición de la votación del 17 de agosto, la cual también había sido advertida por diferentes analistas, opiniones que al parecer tampoco fueron tomada en cuenta por estratega, quien, al final solamente identifica un responsable: las encuestas.
“Hubo muchas encuestas tradicionales, tracks, exit polls, y todo tipo de investigaciones, que otorgaban el triunfo, por amplio margen, al binomio de Tuto Quiroga y JP Velasco”, resalta y, a modo de disculpa, señala que en la vereda del frente igualmente existía un reconocimiento implícito a esa hipótesis. “Fue tal la unanimidad, que el Capitán Lara, vicepresidente electo, ni siquiera fue a La Paz para recibir los resultados con sus seguidores, y se quedó en Santa Cruz para verlos con su familia, por televisión”, señala.
Aunque, deja en el tintero la posibilidad de que los estudios ya no tengan la fiabilidad necesaria, porque existen elementos subrepticios que son complicados de medir, aunque es otro elemento más para justificar una mala lectura de la realidad política de un país que no puede ser atendido con recetas copiadas, sino con un análisis sobre la complejidad de sus estructura societal y política. “Como en otros países, el error no puede atribuirse a la mala calidad de los estudios, sino a que, en la sociedad líquida, las previsiones se han vuelto difíciles”, confirma.
El consultor, que en su texto demuestra un desconocimiento alarmante de la política boliviana, llega incluso a equivocar apellidos – refiriéndose a Manfred Reyes Arce en lugar de Reyes Villa – y a confundir trayectorias del propio presidente electo, de quien resalta su paso como alcalde de Tarija, pero no se refiere a su paso por la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) como diputado y últimamente como senador.

Su análisis parte de una mirada distante, casi turística, donde la política se reduce a una serie de ‘outsiders’ y ‘líquidos sociales’, conceptos que repite mecánicamente para ocultar su falta de lectura real del país. ‘Sociedad líquida’ es un concepto del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que describe la inestabilidad y el cambio constante en la sociedad moderna. A diferencia de la ‘sociedad sólida’, con estructuras rígidas y duraderas, la sociedad líquida se caracteriza por la fragilidad de sus lazos y la falta de certezas, lo que genera incertidumbre, pero también libertad para adaptarse y reinventarse.
Durán Barba intenta explicar la derrota de Quiroga bajo la fórmula del ‘elector volátil’, como si el resultado fuera un accidente sociológico y no un error estratégico. Ignora que la campaña que él mismo diseñó fue incapaz de conectar con la ciudadanía, encerrada en un discurso elitista y en un relato de clase media alta que no representaba a un país exhausto por la polarización y la crisis económica.
Mientras Durán Barba se refugia en teorías de manual, la realidad fue contundente: Rodrigo Paz logró interpretar el deseo de cambio sin ruptura y Edman Lara canalizó el hartazgo social desde un liderazgo popular y moralmente creíble. Esa fue la verdadera clave electoral. Pero el consultor elige otra narrativa: sostiene, con una expuesta mala fe, que ‘el 80% votó por el Capitán Lara y no por Paz’, en un claro intento de dividir y deslegitimar al nuevo binomio.
El texto de Perfil revela también un sesgo de clase y una mirada colonial sobre Bolivia. Durán Barba describe al país como un territorio ‘de gran extensión y poca población, con abundantes riquezas naturales’, un cliché más parecido a una percepción del siglo XIX que ignora por completo la complejidad social y política de un Estado Plurinacional que ha atravesado profundas transformaciones en las últimas dos décadas. Tal vez esa fue la virtud de Rodrigo Paz al haber tratado de entender esa transformación irreversible del tejido social y político nacional.

Por ello Durán Barba elabora un retrato de los líderes tradicionales – Doria Medina, Tuto Quiroga, JP Velasco –lleno de elogios biográficos y credenciales académicas, como si los títulos extranjeros garantizaran legitimidad política. No menciona, en cambio, la desconexión social, la soberbia y el agotamiento generacional que sellaron la derrota de los políticos tradicionales. “Si los votantes estaban entrampados entre dos alternativas buenas para el sistema, encontraron en Edmand Lara la alternativa al pasado”, escribe. Esa confusión simbólica resume su distancia del país que pretende analizar.
El artículo de Perfil no es, por tanto, un análisis, sino una justificación del fracaso. Durán Barba no habla como observador; habla como el estratega derrotado que busca salvar su reputación y culpa al clima, a las encuestas o a la volatilidad del votante. Pero el verdadero error fue suyo porque no entendió que Bolivia había cambiado y que Tuto Quiroga representaba exactamente aquello que la gente quería superar. Así lo mostraba una infinidad de estudios al respecto que, evidentemente, el ecuatoriano no leyó.
Lo irónico es que, mientras intenta teorizar sobre la ‘sociedad líquida’, el propio Durán Barba se diluye en su discurso: un consultor que se niega a ver su fracaso, un intelectual que confunde los nombres de los protagonistas y un extranjero que pretende explicar un país que no conoce, no escucha y no entiende. El artículo en cuestión (https://www.perfil.com/noticias/columnistas/elecciones-en-bolivia-por-jaime-duran-barba.phtml) solamente fue escrito por el ecuatoriano para tratar de explicar lo inexplicable e intentar sacar los pies de las brasas.