Uno de los últimos puntos que abordó fue sobre los ‘Pachajchos’ que los medios de comunicación, analistas y la opinión pública. “El Ejército no es ninguna organización criminal. En el Ejército no hay unidades, no hay patrullas con denominativos de pandillas”, enfatizó Zúñiga.
eju.tv/ Video: F10
Relato sobre el día que el poder tendió una trampa a las Fuerzas Armadas. En una entrevista insólita, el general Juan José Zúñiga desmenuzó cuatro ejes de lo que califica como «un plan macabro» orquestado desde el Palacio Quemado y bajo la orden directa del presidente Luis Arce para movilizar efectivos militares en Plaza Murillo el 26 de junio hasta la fabricación sistemática de testimonios que buscaban, según su relato, imponer la tesis de un ‘golpe cívico-militar’ para descabezar y perseguir opositores y perpetuar al MAS en el poder por «otros 10 años más».
La orden presidencial: «Traer los blindados»
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En entrevista en F10 Noticias, Zúñiga reconstruye minuciosamente el domingo 23 de junio de 2024, tres días antes del 26-J. «Como de costumbre todos los domingos durante los cuatro años que (Luis Arce) estaba de presidente, después de la actividad física, siempre nos quedábamos 20 minutos a media hora a analizar o a decidir algunas instrucciones». Ese día, según su testimonio, Arce le expresó su preocupación. «La situación estaba muy difícil, muy complicada y que tenía muchas amenazas», relató el general y agregó que fue entonces cuando recibió la orden crucial: «Me ordena a mí en persona traer los blindados para neutralizar, para disuadir las movilizaciones sociales».
El general detalla que acompañado de dos oficiales se dirigió al Colegio Militar a transmitir la orden, sin embargo, lo más significativo es que notificó esta acción al ministro de Defensa, Edmundo Novillo, quien le respondió: «Proceda».
La emboscada en Plaza Murillo
Un día antes del 26-J, Zúñiga afirma que fue convocado a la Casa Grande del Pueblo y se reunión con los ministros Edmundo Novillo y María Nela Prado, además de Hugo Moldiz, quienes le dijeron: “Necesitamos en este momento tan difícil el apoyo del factor militar, del poder militar”.
Al día siguiente, al llegar a la Plaza Murillo la tarde del 26 de junio, Zúñiga describe un escenario que le alarmó: «No había barricadas. Todo estaba despejado. No había un solo policía uniformado de la UTOP». Pero lo más revelador fue lo que sí encontraron: «Ya estaban listos todos los medios de comunicación esperándonos. Había movimientos sociales bien organizados, con carteles, con letreros alusivos al supuesto golpe de Estado».
La situación se volvía más siniestra: «Vemos que había personal encubierto de la policía, francotiradores y más todavía francotiradores al interior del Palacio». Para Zúñiga, esto evidenciaba que «después de eso había un plan macabro. Nos estaban tejiendo una emboscada y lo que querían es generar un enfrentamiento (con los movimientos sociales) para generar un gran confrontamiento que les hubiera permitido tener a cabalidad la narración de golpe de Estado».
Consultado sobre por qué no salió de su blindado cuando el exministro Eduardo Del Castillo se lo solicitó, Zúñiga respondió que no lo hizo porque no iba a caer en esa provocación. “Más antes Del Castillo provocó a un (soldado) centinela cobardemente y por poco no lo agarra de su cuello de manera atrevida buscando que el centinela reaccione”, agregó.
“Ahí es donde viene el momento heroico de todos los militares, controlando, no caímos en la trama. Jamás íbamos a disparar contra el pueblo o contra los policías”, enfatizó Zúñiga.
La fabricación de testimonios
El relato más estremecedor viene de lo que sucedió tras su detención. “Desde que estoy en la cárcel nunca han permitido mi declaración por ningún motivo. (…) Tres veces la Fiscalía me ha convocado a La Paz para ampliar mi declaración, pero nunca lo han permitido”, y complementó que la única vez que le permitieron declarar fue “bajo amenaza y presión y con un libreto” para culparlo de todos los hechos.
Zúñiga revela el mecanismo de recompensas: «El mismo día de los acontecimientos, un general declara bajo el argumento que hubo golpe de Estado, por eso le dieron su libertad y se dieron el gusto de ir cárcel por cárcel para hablar con cada militar (involucrado) para obligarles que se declaren culpables. (…) Así iban fabricando las pruebas argumentando que hubo golpe de Estado”.
“Mi celular, para que tengan en cuenta, lo entregue a los cuatro días, entregué el celular hasta de mi hijo, su Tablet con su iPhone con sus claves respectivas porque no tengo nada que ocultar”, afirmó Zúñiga.
Los objetivos políticos: «10 años más de poder»
El general no duda en señalar los motivos últimos del operativo. “El señor Arce tenía que volver a postularse. Estaba todo controlado, todo montado y luego tenía que quedarse otros 10 años más el señor Arce. Ese era el plan», agregó.
Detalla cuatro objetivos concretos: «Obtener una ventaja política, levantar su popularidad, porque querían mostrarse ante el mundo y ante el país como el gobierno que aplastó, derrotó un golpe». Además, «debilitar y desprestigiar a las Fuerzas Armadas» e «iniciar una cacería a golpistas, una persecución, un encarcelamiento de todos los que eran opositores de izquierda y de derecha».
Por estos hechos, el general considera que Luis Arce debería ser sometido a un juicio de responsabilidades. Agregó que también deben ser procesados e investigados Hugo Moldiz, Fernando Rodríguez, Edmundo Novillo, Eduardo Del Castillo y “el señor Aviera que son los que han orquestado y han planificado todo este escenario del golpe, que pretendían con eso empezar a perseguir y a cazar a todos sus oponentes políticos”.
La esperanza en la nueva justicia
Desde su celda de «dos metros por tres metros, sin ventanas, con muy poco oxígeno», Zúñiga expresa su esperanza en el cambio político: «Mis verdugos se van. Despreciados por el pueblo. Se van. Tengo la esperanza de que a partir de ahora voy a poder defenderme con mayor tranquilidad».
El general concluye con un mensaje al pueblo boliviano: «Les he hablado con el corazón firme, con la conciencia tranquila, con la esperanza de que pronto será justicia. Todos los que me acompañaron son los verdaderos patriotas. Nunca hubo golpe de Estado, ni nunca hubo ningún show. Todo fue orquestado, montado por el poder».
Uno de los últimos puntos que abordó fue sobre los ‘Pachajchos’ que los medios de comunicación, analistas y la opinión pública. “El Ejército no es ninguna organización criminal. En el Ejército no hay unidades, no hay patrullas con denominativos de pandillas”, enfatizó Zúñiga.
Su testimonio queda como un desafío a la historia oficial, una versión que deberá ser contrastada con las investigaciones judiciales en el nuevo contexto político boliviano, mientras los principales acusados por Zúñiga abandonan el poder que, según el general, buscaban perpetuar mediante este «montaje».
