El relato del ahora vicepresidente detalló las estructuras de poder que enfrentó. Lara describió cómo «los poderosos, como los jefes del alto mando, como los jueces, fiscales, se protegían entre ellos» y «utilizaban la ley como instrumento de persecución». Su decisión de no callar tuvo un alto precio. «Me quitaron mi uniforme, me dieron de baja, sin derecho a nada, me arrebataron el sueño», agregó.
En un emotivo discurso durante la transmisión de mando, el flamante vicepresidente, Edmand Lara, reveló su propia historia como policía destituido por denunciar corrupción y utilizó la metáfora del «uniforme» para convocar a una reconciliación nacional y afirmó que el nuevo gobierno de Rodrigo Paz nace para unir a todos los bolivianos en un solo propósito de esperanza y regeneración ética.
«Yo también tuve un uniforme. Hace 20 años decidí escribir mi historia vistiendo el verde olivo», confesó el vicepresidente y recordó que al ingresar a la Policía Boliviana lo hizo «con una mochila llena de sueños, con una ilusión de servir a mi patria». Sin embargo, pronto descubrió que «nuestras instituciones estaban heridas, que la corrupción y el abuso habían contaminado lo más sagrado de la justicia», dijo con la voz quebrada por la emoción.
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El relato del ahora vicepresidente detalló las estructuras de poder que enfrentó. Lara describió cómo «los poderosos, como los jefes del alto mando, como los jueces, fiscales, se protegían entre ellos» y «utilizaban la ley como instrumento de persecución». Su decisión de no callar tuvo un alto precio. «Me quitaron mi uniforme, me dieron de baja, sin derecho a nada, me arrebataron el sueño», agregó.
Fue en este punto crucial de su narración donde Lara entregó su mensaje central y con convicción, afirmó que «el uniforme que uno lleva por dentro no se quita», para luego proclamar ante la Asamblea: «El verdadero uniforme no está hecho de tela, está hecho de principios, de valores, de coraje, de amor a la patria y de fe en Dios».
Esta reflexión personal se transformó en un llamado colectivo a la acción. El vicepresidente convocó a cada sector social a «ponerse su uniforme» de servicio: desde el médico con «el blanco de la esperanza» hasta el maestro con «su bata de sabiduría» y enfatizó que «Bolivia necesita que todos estemos uniformados en un solo color, el color del compromiso».
En un cierre cargado de simbolismo, Lara declaró que aunque le quitaron un uniforme, «Dios me lo devolvió, y me devolvió otro más grande». Su convocatoria final unió a «gremiales, empresarios, indígenas, estudiantes, profesionales y trabajadores» bajo la consigna de que «el tiempo de la revancha terminó, el tiempo de la reconciliación ha comenzado», y con este mensaje selló el espíritu del nuevo Gobierno.
