A 30 días de asumir, Paz ejecutó medidas económicas y ajustes institucionales que generan adhesiones por la urgencia, pero también críticas por el alcance y los riesgos. Analistas advierten que el país enfrenta una transición ‘sin margen de error’.

El primer mes del gobierno de Rodrigo Paz estuvo marcado por decisiones rápidas, anuncios de alto impacto y una narrativa de urgencia. La administración entrante heredó una economía debilitada, reservas mínimas, un sistema institucional erosionado por años de interinatos y una conflictividad política que no da tregua. En ese escenario, Paz se movió con velocidad al apostar por medidas que buscan frenar la crisis y reconstruir gobernabilidad, aunque no sin controversias.
En materia económica, el decreto de eliminar los aranceles para la importación de tecnología, presentado como un golpe directo al contrabando y a la corrupción aduanera, fue recibido con aprobación en sectores empresariales. Sin embargo, economistas advierten que la decisión no resuelve el problema estructural de la falta de divisas, que sigue como el talón de Aquiles del país. La publicación diaria del valor referencial del dólar, otra medida emblemática, es interpretada por especialistas como un intento de desmontar la especulación cambiaria. Para unos, es un paso hacia la transparencia; para otros, una señal de que el tipo de cambio podría moverse más temprano que tarde.
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En criterio del analista político, exministro y exparlamentario Guido Áñez, todavía es prematuro calificar a la gestión actual, porque se debe dar un tiempo prudencial para llevar adelante las acciones para reencauzar políticas y más aún si se trata de medidas estructurales, “Quiero aclarar, que en todos los países que tienen una democracia consolidada, las primeras mediciones se hacen a los 100 días, porque es un periodo simbólico de gracia política donde un nuevo mandatario tiene su máximo capital político y poder para implementar reformas”, afirma.
En contrapartida, el analista político y excandidato Luis Alberto Ruiz advirtió que la constante referencia del presidente Rodrigo Paz a los errores de gestiones pasadas le servirá como justificación por un tiempo limitado –no más de 60 días, dice– mientras la crisis del Estado se agrava sin respuestas estructurales. “Esa excesiva queja de que los de atrás hicieron esto o nos hicieron daño, va a servir como moneda de resguardo político para el presidente no más de 60 días”, afirma.
En el frente institucional, Paz abrió la puerta a la renovación del Órgano Electoral y del sistema judicial, presionando para acelerar convocatorias y terminar con interinatos de más de una década. Desde el oficialismo se sostiene que esta acción recupera la meritocracia y devuelve la legitimidad. La oposición, en cambio, observa una ‘reconfiguración apresurada’ que podría responder más a correlaciones políticas que a un proceso de Estado.
La seguridad interna también fue parte del primer paquete de ajustes. En su posesión, el comandante de la Policía recibió un mensaje directo: “Aquí no hay decisiones políticas, usted está por mérito”. El discurso es interpretado como una ruptura con las prácticas anteriores, pero sectores críticos recuerdan que el desafío real es reducir la corrupción policial y reordenar una institución desgastada ante los ojos de la población.

Paz y su equipo del Ministerio de Economía anunciaron, entre algunas medidas, la eliminación de cinco impuestos y ratificaron que en las próximas semanas se trabajará en la flexibilización del tipo de cambio del dólar. Además, señaló que otra promesa cumplida fue el cierre del Ministerio de Justicia, porque se trataba de un instrumento de persecución. Otro logro que se atribuye el actual gobierno es la salida de los magistrados autoprorrogados, quienes se vieron forzados a irse por la presión de la justicia, mediante la Fiscalía.
Ruiz señala que Paz enfrenta un escenario doble debido a una ciudadanía con altas expectativas de cambio inmediato y una estructura estatal con poca capacidad operativa después de años de deterioro. Para el experto, el gobierno debe actuar rápido, pero también con precisión ya que el margen de error es mínimo. Sostiene que el ‘Estado tranca’ no es otra cosa que un modelo heredado del MAS y que su superación solo será posible mediante una ‘profunda reforma estructural’, la cual deberá incluir cambios constitucionales.
Tras 30 días, Rodrigo Paz colocó en marcha una agenda agresiva para estabilizar la economía, limpiar instituciones y recuperar la confianza. Pero el éxito de sus primeras decisiones, que se ven reflejadas en un 65 % de aprobación, según una encuesta, dependerá de su capacidad de sostener alianzas en la Asamblea Legislativa, mostrar resultados concretos y evitar que la conflictividad política termine consumiendo su capital inicial.
“Estos primeros 30 días son esperanzadores para la gente, hay algunos sectores que están subiendo su nivel de ansiedad queriendo que de una vez el gobierno acelere los cambios que son imprescindibles tanto en la economía como en lo institucional, estoy seguro de que esos cambios vendrán porque son necesarios, porque el país no aguanta más subvenciones absurdas que a la larga nos harán más daño a todos, pero tenemos que tener paciencia para asegurarnos que los cambios que se hagan serán para asegurarnos el futuro de todos los bolivianos”, afirma al respecto Guido Áñez.
Por su parte, el connotado periodista Juan Pablo Guzmán afirma que el primer mes dejó claro que el mandato de Rodrigo Paz Pereira estará marcado por la distancia -o la coherencia- entre lo que dice y lo que logra convertir en norma, política pública o resultado medible. “Como planteaba Aristóteles, gobernar es actuar en el punto justo entre la virtud y la prudencia. Como recordaría Platón, la reforma del Estado no empieza en la ley, sino en quienes deben ejecutarla. Y como escribiría Octavio Paz, todo poder es un diálogo con el tiempo”, sentencia.