Récord de candidatos y fragmentación política: una amenaza para la gobernabilidad en las subnacionales 2026


Son 34.618 candidatos que pugnarán por cargos departamentales y municipales; en varias de las regiones del país, lo que vaticina un escenario complejo para la estabilidad de los gobiernos subnacionales.

frontis tseFrontis del TSE. Foto: Fuente Directa

eju.tv



El Tribunal Supremo Electoral (TSE) cerró el registro de candidaturas para las elecciones subnacionales del 22 de marzo de 2026 con cifras sin precedentes en la historia política del país: 34.618 aspirantes inscritos para cargos departamentales y municipales en todo el territorio nacional. Esta cifra supera holgadamente los registros de procesos anteriores y marca un nuevo récord que anticipa una fragmentación del voto en las principales regiones urbanas del país.

Según el presidente del TSE, Gustavo Ávila, las postulaciones provienen de 184 organizaciones políticas, entre partidos, agrupaciones ciudadanas y alianzas, que compiten por gobernaciones, alcaldías, concejalías y asambleas departamentales. La multiplicidad de opciones refleja un escenario político muy competitivo, porque en varias regiones no existen claros favoritos, lo que conlleva efectos directos sobre la gobernabilidad regional y municipal.

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La cifra oficial de 34.618 candidaturas es, por lejos, la más alta registrada en un proceso subnacional boliviano. Por ejemplo, a nivel nacional se contabilizan 2.961 candidatos a alcaldes, 13.069 postulaciones para concejales titulares y la misma cantidad para suplentes, además de 1.452 asambleístas por territorio y 1.016 por población. A ellos se suman los candidatos a gobernadores y asambleístas departamentales.

En el tablero departamental, La Paz concentra la mayor cantidad de candidaturas con cerca de 9.829 inscripciones, seguido por Santa Cruz con 5.600 y Cochabamba con 4.176. El resto de los departamentos también superan cifras históricas, aunque en menor escala.

Estas cifras comienzan a tomar mayor significación cuando se examinan los datos desagregados por los principales núcleos urbanos del país: La Paz y El Alto se perfilan como epicentros de la competencia más intensa, con miles de candidatos distribuidos en un amplio abanico de fuerzas políticas. Media docena de candidaturas fuertes pugnan por cargos clave, mientras que decenas de listas alternativas buscan capitalizar nichos de votantes insatisfechos o desencantados con las direcciones tradicionales de poder.

Algunos de los candidatos a la Gobernación de La Paz. Foto:

Santa Cruz registró 5.607 candidatos, otro récord departamental que apunta a la atomización de las preferencias electorales y a una competencia multipartidaria que podría fragmentar el voto urbano. Santa Cruz de la Sierra, la urbe de mayor población del país, también exhibe un escenario competitivo con 11 candidaturas a la alcaldía que se presentan como apuestas viables desde diversas plataformas políticas.

La elevada cantidad de candidatos es interpretada por analistas políticos como un síntoma de la profunda fragmentación del sistema de partidos y fuerzas políticas en Bolivia. La atomización de las candidaturas, especialmente en los principales centros urbanos, presagia una competencia donde ningún bloque político dominante consiga, de entrada, una mayoría clara. En el caso de las gobernaciones, existe la posibilidad de segundas vueltas en varios de los departamentos; en cambio, en los municipios será el candidato con mayor votación quien se haga del Ejecutivo municipal.

Este fenómeno tiene dos riesgos principales para la gobernabilidad subnacional:

  • Gobernadores y alcaldes electos con minorías relativas: Con tantas opciones en el ruedo, las posibilidades de que los ganadores obtengan un respaldo mayoritario disminuyen. Esto puede dar lugar a máximas autoridades ejecutivas locales con legitimidad electoral limitada, obligados a negociar con múltiples fuerzas políticas para gobernar.
  • Concejos municipales y asambleas departamentales atomizados: La fragmentación también se trasladará a los cuerpos legislativos locales, en los que la dispersión de fuerzas complicará la formación de mayorías estables para la aprobación de políticas públicas y presupuestos. Las alianzas pueden ser accidentales, así que los acuerdos políticos exigentes serán los que definan la gobernabilidad.

Los candidatos a la Alcaldía Anaya (LIBRE), Mendoza (FRI), Sánchez (NGP), Bellott (Soluciones con Todos), Molina (Unidos) y Reyes Villa (APB Súmate). /  COMPOSICIÓN OPINIÓNCandidatos de Cochabamba. Foto: Opinión

Analistas advierten que esta dispersión de apoyos puede dar lugar a parálisis legislativas, gobiernos débiles o excesivamente dependientes de equilibrios precarios, escenario que afectará la capacidad de gestión en áreas críticas como seguridad ciudadana, desarrollo urbano, servicios públicos y planificación de infraestructura.

La Paz y El Alto representan un microcosmos de esta fragmentación: múltiples figuras públicas, exfuncionarios y líderes locales compiten con igual fuerza, con el riesgo de que el voto se diluya en contraste a los tradicionales grandes bloques partidarios de los anteriores comicios. El resultado podría ser una elección decidida por márgenes estrechos y sin mayoría clara.

Cochabamba, con más de 4.000 inscripciones totales en su conjunto, es otro ejemplo donde el universo de alternativas supera las expectativas clásicas de un bipartidismo o bloque dominante, con el efecto añadido de una fuerte presencia de fuerzas locales y regionales. Si bien es uno de los municipios donde la gente reconoce el trabajo de su burgomaestre, el abanico de candidaturas igual compromete un resultado claro.

La explosión de candidaturas es como las dos caras de la moneda: por un lado, podría interpretarse como un signo de vigor democrático y pluralismo, con amplias oportunidades para que diversas voces compitan. Sin embargo, por otro, advierte sobre una crisis de representación y cohesión política donde el electorado se ve confrontado con un menú excesivamente fragmentado que puede dispersar el sufragio y favorecer resultados inciertos o desequilibrados.

En este contexto, las campañas electorales deberán competir no solo por sumar votos, sino por construir mayorías articuladas y alianzas postelectorales que permitan gobernar con cierta estabilidad. Sin esa capacidad de consolidación, la próxima gestión subnacional afrontará, desde el primer año, una tensión política y negociación constante al no tener una mayoría que garanticen estabilidad y gobernabilidad.