Un nazi indigenista


“Miente, miente que algo queda” era la premisa sobre la cual el genial pero cínico propagandista nazi, Joseph Goebbels montó toda su maquinaria de intoxicación del pueblo alemán conduciéndolo a cometer las más grandes atrocidades que recoge la historia de la humanidad.

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Esa consigna es recogida en Bolivia por una persona más anodina pero igualmente cínica como es el vicepresidente Alvaro García, para quien las medias verdades y las mentiras absolutas constituyen el núcleo de su esquema propagandístico en vista a los comicios de diciembre próximo.



Todo vale para Alvaro a la hora de atacar a los opositores y no tiene el menor escrúpulo al falsear los hechos de una manera descarada. No se trata aquí de tomar partido o respaldar a uno a u otro candidato. Se trata simplemente de recuperar la verdad que está siendo sistemáticamente prostituida por los propagandistas oficiales y sus mandantes.

El 11 de enero de 2007 es de muy triste memoria para los cochabambinos. En esa fecha se dio curso al primer intento de desestabilización de los prefectos opositores que habían sido elegidos mediante el voto popular.

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Los días previos a esa fecha, el ministro de la Presidencia , Juan Ramón Quintana dio la instrucción para que campesinos y cocaleros inicien un bloqueo, virtualmente cercando a la ciudad de Cochabamba, exigiendo la renuncia del entonces prefecto y actual candidato, Manfred Reyes Villa.

El pretexto era que Reyes Villa había anunciado la convocatoria a un referéndum para decidir sobre las autonomías. Se decía que estaba desconociendo el resultado de un anterior referéndum. Eran las épocas en las que el MAS no se había adherido de manera oportunista al régimen autonómico como lo ha hecho ahora.

No se tiene que hacer más que acudir a las informaciones de la fecha para constatar que los campesinos y cocaleros cometieron sinfín de abusos durante varios días que se asentaron en la plaza principal cochabambina, extorsionando a los propietarios de los locales comerciales adyacentes para solventar su estadía que estuvo muy bien regada de alcohol y dotación de víveres de Defensa Civil, destinados a los afectados por los desastres y que fueron generosa e ilegalmente desviados por la dirigente masista, Leonilda Zurita.

Se llegó a intentar quemar el edificio prefectural y el comandante de la policía que evitó tal hecho, fue inmediatamente destituido por la entonces ministra de Gobierno, Alicia Muñoz, quien actualmente ocupa el cargo de Cónsul en Barcelona. Se lo castigó por cumplir con su deber porque la orden era que se debía dejar que los cocaleros cometieran todo tipo de desmanes. “Donde manda ministra no manda policía” dijo en esa oportunidad la arrogante e ineficiente Alicia Muñoz.

Era evidente que la sociedad cochabambina se encontraba inerme ante la brutalidad cocalera propiciada desde el gobierno y fue entonces que se produjo una auténtica rebelión popular que enfrentó a los abusos.

El saldo fue trágico; un joven estudiante fue torturado y ahorcado en una actitud cobarde que fue felicitada por el diputado masista Omar Fernández y otros dos campesinos murieron víctimas también de la irresponsabilidad gubernamental y los métodos gangsteriles del ministro Quintana.

Todos estos hechos y sus antecedentes están en la memoria de los cochabambinos pero ahora Alvaro García con un cinismo patológico quiere mostrar a los agredidos como agresores sin pensar que los métodos del propagandista nazi pueden dar resultados en determinadas circunstancias y que la memoria y la conciencia persisten así se encuentre adormecida en algunos momentos de la vida de los pueblos.