Karen ArauzQue el país está polarizado, no es ninguna novedad. Si hay algo que nadie puede dudar, es la capacidad del oficialismo de trabajar infatigablemente para lograr esta polarización y -aunque suene a cliché- lo de dividir para reinar fue la idea fuerza (quien sabe la única) que ha permanecido inamovible en el accionar del gobierno. Asesorado por los cubanos, el machacón discurso de trasnochados ideólogos y la constante descalificación a los adversarios, han logrado una perfecta división.Estas elecciones no tienen matices. El electorado está con el MAS o está contra el MAS. Las ideologías, las ideas fuerza, la mística principista, la visión de país y todo lo que podría pesar al momento de emitir el voto, nada más que versos sin sentido. El andamiaje montado por el oficialismo tiene una «zona ciega» que les impide a sus seguidores, tener una perspectiva ni siquiera aproximada, de los estragos que en términos de institucionalidad ha provocando esta administración, a tiempo de hacer que la oposición, soslaye lo de fondo, para defenderse como puede ante la arremetida arbitraria del privilegiado binomio oficial.No se trata de nostalgia de la República. La denominación de Estado Plurinacional, podría haber sido menos resistido si no se hubiese insistido en convertirlo en sinónimo perfecto de confrontación. No es incomprensible el afán de crear un tornado que arranque de su eje a instituciones buenas o regulares, exacerbando diferencias naturales y sembrando rencores. Se pretendió desconocer que el país está básicamente compuesto de indígenas y mestizos. Negarlo, ha sido uno de los más grandes daños que se le ha hecho al todo. Sin explicaciones razonables, optaron por la negación y el resentimiento, como su manera de encontrar así, un lugar y una motivación para afianzarse. Si no, como Hamlet, ¿de qué vivirían?Evo Morales, a quien la historia le asignará el sitio que amerite, ha desperdiciado la oportunidad de que su concurso fuese un hito para los países de raíz indígena de Latinoamérica. No cabe duda que una de las causas de la lamentable distorsión de lo que no pudo ser, ha sido la adopción de las ideas promovidas por los Castro y la enorme influencia que Hugo Chávez tuvo sobre Morales. Ese destruirlo todo, arrasar con lo que se había establecido como pilares fundamentales de la convivencia en democracia, no fue ni siquiera una idea original. Pudo ser una fuerza de gran trascendencia con un gobierno indígena protector e incluyente, pero optaron por una parte del modelo cubano, esa referida a los buenos resultados que ellos lograron gracias a la conculcación de los derechos básicos, para la constante reedición del poder.A estas alturas ya no cabe duda alguna, por qué sus denodados esfuerzos. Ni la actual Venezuela, envuelta en una vorágine demencial de la más aguda e impensable crisis económica, sirve de reflexión y por ende de rectificación. Lo importante es mantenerse en la cresta de la ola y para ello es claro que hay que disfrazar, mentir, inventar y tergiversar a tiempo de acallar la voz disidente para mantener su ensoñación.No es extraño que haya gente que considere que está siendo empujada a este proceso electoral, sin la opción de elegir en absoluta libertad. La oposición por momentos, parece haber perdido la perspectiva y en cierta forma -confrontando entre ellos- son un elemento más del desengaño del electorado aumentando el sentimiento de frustración. La ciudadanía que está contra el MAS, no tiene ganas de aportar con su voto y de ese modo validar un proceso inconstitucional y destructivo, pero al mismo tiempo, teme que la abstención intensifique la gravedad de firmar un nuevo cheque en blanco para que el oficialismo y sus delirios de hegemonía se alcen con la mayoría que sumerja a todo en un remolino sin retorno.Los jóvenes que votarán por primera vez, hace diez años que vienen escuchando una sola campana. De niños de primaria, pasan a enfrentarlos a lo que sin ningún escrúpulo se les ha venido machacando como verdad única y absoluta. Ellos no pueden acceder a visiones alternativas y ni siquiera imaginan aún que existen otros caminos.Los medios se encargan de informar sobre la explosión de la inseguridad criminal y el abierto acceso a las drogas; el alcoholismo que se justifica sin remordimientos y el rampante narcotráfico que directa o indirectamente, se ha entreverado en la vida de todos. La trata y tráfico de personas, por si no fuera suficiente, se suma a esta pesadilla y todo esto parece no merecer más que perversa indolencia. Y no se vislumbra nada que haga pensar que el Estado, bajo las actuales circunstancias, vaya a priorizar el tratamiento urgente de estos temas.Hacia allá vamos los bolivianos, los genuinamente preocupados por la coyuntura… y los demás. Aquellos que no enfocan la mirada alerta en el futuro y optan por no ahondar en las cosas porque es preferible ignorar que enfrentar. Hay cierta cobardía en no arriesgar con objetividad el darle a la reflexión y a la verdad, un ápice de oportunidad.El Día – Santa Cruz