Los ídolos de Bacon, la farsa y el circo


Pedro ShimoseSHIMOSE_thumbEl filósofo, dramaturgo, narrador y ensayista boliviano Guillermo Francovich (Sucre, 25.01.1901 – Río de Janeiro, 24.11.1990) tenía 35 años cuando escribió Los ídolos de Bacon, libro extraordinario por tres motivos: 1º) Francovich fue el primer iberoamericano en reflexionar específicamente sobre los ‘idola’ del filósofo y político inglés Francis Bacon (1561-1626); 2º) la primera edición del libro es una versión portuguesa, publicada en Brasil, en 1938; y 3º) la edición en su versión original castellana se realizó por fascículos, reunidos luego en un volumen publicado en Sucre, en 1942.Bacon, considerado más político que filósofo, impulsó el conocimiento empírico y fomentó el pensamiento crítico antiescolástico. Es posible que Nietzsche escribiera Crepúsculo de los ídolos (1888) inspirado en los “idola fori, idola specus, idola theatri e idola tribus”, de Bacon, y que Vargas Llosa razonara La cultura del espectáculo (2012), teniendo en cuenta las ideas del filósofo inglés.Nuestra propensión a la apariencia y la mendacidad forma parte de la idiosincrasia humana (la palabra española ‘persona’ viene del latín y quiere decir ‘máscara’. Los actores de la antigüedad utilizaban máscaras de metal para resonar la voz, ‘per sonare’/ ‘personae’). En las últimas elecciones, los candidatos Samuel Doria Medina y Juan del Granado perdieron votos por decir públicamente lo que pensaban. El primero, por decir que había que atraer inversionistas, otorgándoles el 50% de las ganancias, y el segundo, por replantear el debate sobre la capitalidad de Sucre. ¿Y el que prometió tragarse el reloj y la corbata?Hace poco, un vendedor de humo llamado Hussein Faisal Masoudi, falso representante de un príncipe saudí, apareció fotografiado junto al sonriente alcalde de Warnes, político masista cruceño y empresario que acaba de renunciar a la presidencia del club de fútbol Sport Boys, cuyo fichaje estrella –así se dice ahora– fue nada menos que el presidente Evo Morales. El alcalde warneño hizo el ridículo al admitir que todo era un montaje y que la presunta construcción de un aeropuerto internacional en Warnes (con capitales árabes) era una tomadura de pelo. El alcalde timado justificó el engaño y dijo: “Supongamos que el árabe no haya sido tal. ¿Qué perjuicio ha causado al país esta visita?” (EL DEBER, 03.11.14). Al país, ninguno; al alcalde de Warnes, mucho. Lo triste es que el alcalde no se ha enterado de que aún no es Carnaval. ¿O ya es tiempo de mascaritas y el despistado soy yo? // Madrid, 14.11.2014.El Deber – Santa Cruz