Los principios no se negocian

Editorial de El Nuevo Día.

Evo Morales no necesita aprobar su constitución para imponer el régimen que le tiene preparado a los bolivianos, mejor dicho, a todos aquellos que no están de acuerdo con él. Los hechos tenebrosos en contra de la libertad, la justicia y la libre expresión constituyen una ejecución de facto o tal vez un adelanto de lo que sucederá una vez ese texto espurio cobre vigencia “a las malas”, como terminará ocurriendo.

El millón de personas que el 15 de diciembre de 2006 expresó en un cabildo su voluntad de encaminarse hacia las autonomías intuyó de manera profética lo que sucedería al cabo de la Asamblea Constituyente, con el país y sobre todo, con el mandato que le habían otorgado cuatro regiones el 2 de julio de ese mismo año. Las señales negativas se habían multiplicado y al final, el MAS impuso un texto constitucional que no sólo ignora la voluntad de la gente sino que distorsiona el espíritu autonómico, al inventar un modelo que en todo caso profundiza el centralismo.



El MAS ha tenido la fuerza necesaria y la carencia de escrúpulos indispensable para atropellar sistemáticamente el derecho fundamental a la autodeterminación que han expresado cuatro regiones en sucesivas ocasiones luego de ese cabildo. Si consigue aplacar las voces y amedrentar a la gente, es porque se ha dispuesto a manejar el país sin justicia, sin respeto a la democracia y con el garrote siempre a la mano. En ningún caso, la gran fuerza autonomista que permanece en las mentes y en los corazones de millones de bolivianos se ha disipado y tampoco ha claudicado. La prueba es que el Gobierno, siempre pendiente del pulso de la opinión pública, hace grandes esfuerzos por convencer de que finalmente ha cedido en la demanda autonómica y que un conjunto de artilugios semánticos que promete “colgarle” a su constitución, merecen la tranquilidad de los departamentos que han luchado por esta causa.

El MAS está ansioso por enfrentar a sus adversarios en las contiendas electorales que se avecinan porque confía en su fuerza y en la impunidad con la que está obrando para cometer fraude e imponer sus leyes. Seguir esa lógica, mientras que se deja de lado ese gran impulso que permanece latente en la población, puede ser interpretada por esa gran masa crítica ciudadana expectante, como un abandono de los principios y de la causa más revolucionaria y aglutinadora que ha germinado en gran parte del país.

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Cuidar los espacios políticos y diseñar una estrategia destinada a resistir la avanzada autoritaria resulta imprescindible para garantizar la vigencia de la democracia, las libertades fundamentales y el estado de derecho. Pero será difícil mantener el mismo respaldo que se obtuvo en los cabildos y en las consultas por los estatutos, si antes no se deja en claro que el proceso autonómico sigue en marcha y no ha sido derrotado como pretende hacerlo ver el MAS. Las conquistas cívicas de finales de los años 50 se lograron tras sucesivas batallas, algunas de ellas con sangre. En esos años, los cruceños tenían al frente a un aparato político y militar respaldado por milicias campesinas. Pero jamás se traicionaron los principios.

Cuidar los espacios políticos y diseñar una estrategia destinada a resistir la avanzada autoritaria resulta imprescindible para garantizar la vigencia de la democracia, las libertades fundamentales y el estado de derecho. El proceso autonómico sigue en marcha y no está derrotado como quiere hacerlo ver el MAS.

Daños colaterales

bajo el penoco

La CIA fue la inventora de la tristemente célebre teoría de los “daños colaterales” para referirse a la muerte de inocentes en un conflicto bélico motivado por supuestos intereses loables. La muletilla, obviamente, es un arma muy usada en campañas de desinformación y tiene que ver con la máxima maquiavélica “el fin justifica los medios”. Tantas vueltas para hablar nada menos que del ministro Alfredo Rada, quien reconoció que fue ilegal la detención del periodista riberalteño Jorge Melgar, capturado por encapuchados y llevado a las patadas hasta La Paz. Sin embargo, Rada le resta importancia a esos detalles a los que califica como elementos “colaterales”, ya que lo importante es que Melgar está bien guardadito. Libertad, justicia, libre expresión, derechos humanos, la lista de víctimas colaterales tiende a crecer por estos días, dominada por los “Terminator” de la democracia.

La frase

“Una vez aceptamos nos dieron escopetas, revólveres, salones y machetes y los que pedían, plata, ya sea 200 bolivianos o víveres”.

Testimonio de un campesino de Riberalta que denuncia al ministro Juan Ramón Quintana.

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