Conocida la determinación del presidente Evo Morales Aima de buscar su reelección en los comicios del pasado 6 de diciembre, algunos politiqueros identificaban al Jefe del Movimiento Al Socialismo como su enemigo y a los líderes de la oposición como los salvadores de la situación.
Es más, fungían como organizadores y activistas de grupos para enfrentar a los afines al Gobierno. Pero después de las encuestas que daban a los candidatos del MAS la virtual victoria en las elecciones, no dudaron al cambiar de posición y convertirse de la noche a la mañana en admiradores de los gobernantes e identificarse con el partido de gobierno. Se subieron al carro del ganador porque quieren seguir medrando de las arcas del Estado, ocupando cargos en la administración pública. Eso significa transfugio, inconsecuencia y oportunismo político propio de gente que hace cálculos para permanecer en cargos estatales. Tratar de mantener un puesto de trabajo no está prohibido, siempre que sea mostrando capacidad, entrega y disciplina, pero también oportunistas y aventureros pugnan por ocupar cargos en instituciones de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, perjudicando con su mal desempeño al Estado y al país.
Al margen de los resultados de las pasadas elecciones generales, la ciudadanía observó que algunos fanáticos militantes y dirigentes de los denominados partidos neoliberales, como Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), Acción Democrática Nacionalista (ADN) y Nueva Fuerza Revolucionaria (NFR), dejando atrás la ideología que defendían a raja tabla, lucían indumentaria y símbolos del partido del presidente Evo Morales Aima, a quien hasta hace poco tiempo defenestraban como político y como persona. Ahora al parecer han olvidado totalmente su conducta anterior y aparentan ser acérrimos seguidores y admiradores de quien hace pocas semanas descalificaban y cuestionaban su forma de gobernar.
Lo peor de los oportunistas e inconsecuentes es que para ganar méritos en el nuevo partido con el que se identifican, reniegan de la fuerza política que los ubicó en cargos apetecidos de la Administración Pública y donde muchos, por no decir la mayoría, forjaron sus fortunas, con el respaldo de los líderes de los partidos a los que entonces defendían con uñas y dientes. Indigna esa conversión, pero lo lógico es que aquellos tránsfugas no tengan pisada en los partidos a los que se enfrentaron y atacaron con vehemencia, ya que los oportunistas lo único que persiguen es seguir beneficiándose a costa del Estado.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Para malestar general, algunos dirigentes y representantes del neoliberalismo, conocidos los resultados no oficiales de las pasadas elecciones, primero celebraron el triunfo del MAS, calificándolo como la fuerza política que representa al pueblo y por lo tanto declararon que ellos como hijos de este pueblo tienen la obligación de cooperar y trabajar con el Gobierno. Además como se consideran los “mejores profesionales del país”, al escuchar que el Presidente reelecto gobernará con los mejores hombres y profesionales de Bolivia, piensan que pueden ser tomados en cuenta y se acercan de cualquier manera a los triunfadores. Sin embargo son aprovechadores que no tienen vergüenza, son representantes genuinos de la politiquería que la sociedad rechaza.
Para evitar el transfugio y el oportunismo de los politiqueros, el Legislativo debería reformar la Ley electoral. Mientras tanto el partido al que pretenden introducirse inconsecuentes tiene que analizar el pasado político antes de aceptar a los que quieren cambiar de línea política.