Tenemos un presidente que no conoce a sus colaboradores o que se arrepiente de haberlos designado excluyendo a sus anteriores compañeros de ruta de los cuales, de entrada, ya parece extrañar su rudo estilo. La pregunta es obligatoria ¿será que tendrá más coherencia al tomar decisiones sobre temas económicos, las relaciones internacionales u otros asuntos?
Muchas de las acciones y decisiones que adopta Evo Morales nos llevan a preguntarnos, con mucha preocupación, si estamos si el país está en buenas manos. Pocas horas pasaron desde que posesionó a su nuevo gabinete que excluye a los “duros” que lo acompañaron durante su primera gestión y él mismo ya se preguntaba públicamente si no se había equivocado.
Esta es una muestra de la “responsabilidad” con la que el “guía espiritual” de los bolivianos conduce los asuntos del Estado. Las declaraciones de Evo no pueden menos que incomodar a los nuevos ministros, de los cuales tenemos serías dudas sobre su idoneidad. Resulta que su designación es producto de una “equivocación” del jefe del Estado Plurinacional.
Ya en el acto de posesión afirmó que no conocía a una de sus ministras, a una de ellas que incluyó como parte de su demagógico mensaje pretendiendo mostrar que respeta la igualdad de género.
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Incluye también su gabinete a una persona que como Milton Gómez realizó oscuros manejos con los recursos de la Caja Nacional de Salud. Afirma que confió en la palabra de Gómez quien le habría dicho que no tenía ningún asunto pendiente. De esto podemos deducir que cualquiera le mete el dedo a la boca y esa no es precisamente una gran cualidad en un gobernante.
No es la primera vez que Evo sale en defensa de sus colaboradores pretendiendo exonerarlos de toda culpa a pesar de todas las evidencias en su contra. A pesar de sus constantes llamados a luchar contra la corrupción, en los hechos está mostrando una evidente predisposición a apañarla.
Cuando se le consulta sobre estos aspectos prefiere salirse por la tangente y recordar las supuestas “agresiones” de la prensa de las que fue objeto. Sin embargo se niega a reconocer que con sus deslices, por describirlos de una manera amable, en cualquier parte del mundo, una prensa menos respetuosa, literalmente lo haría hilachas.
Es que andamos a tumbo y porrazo. Tenemos un presidente que no conoce a sus colaboradores o que se arrepiente de haberlos designado excluyendo a sus anteriores compañeros de ruta de los cuales, de entrada, ya parece extrañar su rudo estilo. La pregunta es obligatoria ¿será que tendrá más coherencia al tomar decisiones en asuntos sobre la economía, las relaciones internacionales u otros temas?
El inicio del nuevo Estado Plurinacional no está resultando muy auspicioso. Se está reeditando la más absoluta improvisación, y ojo que esto ha sido reconocido por el propio presidente Morales y la oposición no tiene nada que ver en esto.