Arañazos por la tajada

A pesar de todas las apelaciones a la “conciencia revolucionaria” que hace de manera permanente Evo Morales, está quedando cada vez claro que los militantes del denominado “instrumento político” distan mucho de ser unos angelitos dispuestos a sacrificarse para construir un nueva sociedad. No se parecen en nada a aquellos personajes plasmados en las novelas del “realismo socialista”, pletóricos de romántica entrega a la construcción de una sociedad mejor.

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Las Bartolinas, los Ponchos Rojos y los campesinos de la Csutcb, entre otras organizaciones del masismo, exigen su tajada de la torta



Una vez en el gobierno y muy bien atornillados en él, los masistas olvidaron sus principios (si alguna vez los tuvieron) y se han dado a la tarea de asegurarse el futuro que como van las cosas, para algunos, de entrada , será muy promisorio ya que han recogido abundantes frutos de su entrega a la causa.

El tratar de diferenciarse de la antiguas prácticas políticas fue una constante en el discurso masista pero en los hechos, su actuación los acerca mucho a ellos y sus prácticas corruptas y prebendales están superando a las que podían haberse producido en el pasado.

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Se ha desatado una dura pugna por las candidaturas a las prefecturas, alcaldías, concejos municipales y consejos departamentales que les pueden aportar interesantes dividendos a los sacrificados militantes masistas y el propio presidente Evo Morales ha tenido que reconocer que las peleas están motivadas por el dinero.

Otro aspecto que llama la atención es la existencia de sectores dentro del MAS que al parecer son irreconciliables. Con motivo de la última renovación del gabinete ministerial se produjo algo más que un cambio de personas sino una toma de mayor espacio de poder por parte de las “organizaciones sociales”, particularmente de la CSUTCB, desplazando a ONG´s que como el CEJIS, tuvo una importante presencia en el primer periodo gubernamental de Evo Morales.

Este recambio a nivel de los puestos jerárquicos se está reflejando también en los niveles medios y aún en los inferiores. Los masistas que fueron relegados en la anterior gestión ahora reclaman su cuota de poder. Particularmente los sectores indígenas, que se han proclamado artífices de la victoria electoral de Evo Morales, no están dispuestos a seguir siendo convidados de piedra en el festín masista y la entrega de memorándums está menudeando en todos los ministerios y los despedidos se apresuran a buscar alguna ”palanca” que les permita quedarse en el puesto.

Por otro lado, se considera que el nuevo gabinete es la expresión del reforzamiento del vicepresidente Alvaro García Linera como el principal articulador político dentro del MAS (¿o el único?) ya que logró el desplazamiento de tres “pesados” como Juan Ramón Quintana, Walker San Miguel y Alfredo Rada.

Esta situación, como no podía ser de otra manera, es observada con preocupación por Evo Morales quien está barajando la posibilidad de acrecentar su control de los instrumentos partidarios, cosa que siempre hizo pero en forma delegada.

Como era previsible, los problemas del MAS se están originando primero internamente por las pugnas para controlar espacios de poder. Los cacicazgos que ya eran evidentes en el anterior periodo ahora se han acrecentado, adquirido mayores expectativas y ya se comienza a hablar de una especie de “movimientización” del MAS, y en el peor sentido de la palabra. Esto significa el establecimiento de feudos secantes dentro de la estructura gubernamental en los que la lealtad al caciquillo será determinante a la hora de optar a un puesto o mantenerlo.