Buen humor en la familia


En cada hogar los integrantes de una familia deberían ejercitar la risa así como se come o se viste. los hijos también necesitan bromear y reír

Necesidad de sonreír  los padres se concentran más en que sus retoños cumplan con las normas y sigan las reglas, y en ese afan olvidan que reír también es importante

Necesidad de sonreír
los padres se concentran más en que sus retoños cumplan con las normas y sigan las reglas, y en ese afan olvidan que reír también es importante

Aquello de que «los hijos son la alegría del hogar» es una frase trillada para Julia. Suena a eco en su cerebro ahora que está agobiada con una hija adolescente que parece haberle declarado la guerra, un hijo hiperactivo de cinco años que la saca de quicio y una bebé recién nacida, que le absorbe todo su tiempo.
Educar bien a sus retoños es una tensión continua y reflexionando para sí misma, reconoce que casi siempre, por no decir todo el tiempo, está tan centrada en lograr que se comporten correctamente y en que adquieran buenos hábitos, que se olvida de que sus hijos también necesitan bromear y reír a carcajada limpia cuando se encuentran juntos.
Los chicos requieren autoridad y disciplina, eso es algo que lo tiene claro, y le cuesta hacerse a la idea de que la infancia también necesita un tiempo para reírse.



La sicóloga Ruth Pareja subraya que la infancia es la etapa propicia para hacer del buen humor una forma de ser, una postura ante la vida. “Las expresiones de buen humor y alegría crean un hábito de diversión que se proyecta tanto dentro como fuera del entorno familiar, que hace que el día a día sea más llevadero. Reírse es parte de la salud, es una de las terapias más eficaces que hay”.
Para ella, definitivamente la risa es una herramienta que ayuda a superar momentos de adversidad.

Julia quiere con todo su corazón que en el futuro sus hijos sean capaces de recordar su infancia como una época feliz, pero eso no debería ser todo, en realidad que reine el buen humor en el hogar es conseguir que los hijos sean capaces de enfrentarse a las dificultades de la vida y hacerlo con éxito. Eso es en realidad buen humor.

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En casa no se ríe

La vida cotidiana predispone al mal humor y es difícil predisponerse a estar de buen humor. Ojo, lograrlo no significa contar chistes todo el día, si no enfrentar de manera positiva las adversidades.
Los hijos necesitan un ambiente en el que se esté de buen humor porque cuando no es así, ese hogar va cayendo en la tristeza y el pesimismo, aspectos que nunca son productivos ni aportan para salir adelante.
Julia llega cansada de trabajar a su casa y lo único que desea es encerrarse y darse un baño, tumbarse en la cama y ver su película favorita. Recuerda que sus padres, ya por encima de los 40, nunca se dieron el tiempo de jugar y reír con ella, tal vez porque no eran muy jóvenes. Eran muy serios y aunque se esforzó por recordar no encontró muchas situaciones en que los haya visto reír. Pero ese no es su caso, ella es una mamá joven, atareada y con un trabajo demandante… pero joven al fin.

Cansada de la situación en su casa, le pidió en confianza a sus dos hijos mayores que le hicieran una lista de las cosas que le gustaban y las que no, de ella como mamá.

Se sorprendió de que estos reconocieran que se sentían protegidos y atendidos por ella, pero la percibían como una persona poco divertida para pasar tiempo a su lado.

Es hora de divertirse

Estar de buen humor no cuesta tanto y da una sensación gratificante. Hay que esforzarse por sonreír, aunque a veces se haga difícil. Así acabará por enraizarse en el carácter un sólido sentido del humor.
Poner en práctica y consolidar el buen humor es una tarea que se puede lograr y que vale la pena, pues, en definitiva, los hijos aman a aquellos padres que tienen tiempo no solo para enseñarles, sino para divertirse con ellos.

Cómo reír

“Reír es la más humana de las maneras de comunicarse. El hombre no solo es el único animal que ríe; es el único que hace reír a sus semejantes. Reír es el aceite que permite el rodaje armónico de muchas relaciones, hace más fáciles los caminos y más amables los entornos”, dijo alguna vez el reconocido periodista y escritor colombiano Daniel Samper en favor del humor.
Para lograrlo no se necesita ser muy ocurrentes y graciosos, tampoco se trata de pasarse todo el día contando chistes.
Un buen ejercicio es buscar, de vez en cuando, frases amables y divertidas.
Otro ejercicio es hacer el esfuerzo de reír los chistes que cuentan los hijos aunque no hagan mucha gracia. Hay que intentar escucharlos y reírse para que poco a poco vayan aprendiendo a soltarse. Además este es un buen medio para que se acostumbren a hablar en público y consoliden más seguridad.
Eso sí, también hay que dejarles claro que la vida no es solo reírse a todas horas; hay situaciones en las que se debe comportarse, lo mismo que hay conversaciones serias.

Amo a papá porque es chistoso

No es que los hijos amen más al progenitor que es más gracioso, pero es cierto que tienen más apego con el padre con el que pueden divertirse.
“Estamos acostumbrados a levantarnos con el pie izquierdo, a ser muy serios en la mesa…cambiar esto es una cuestión de decisión. Siempre habrá situaciones que en lugar de que nos desalienten, nos estimulen. En vez de sentirnos abatidos podemos elegir gozar. Así estamos educando a nuestros hijos a que consigan que de una cosa negativa pueda salir algo positivo”, recomienda Pareja.
Una manera de acercarse a los hijos y de construir unos pilares sólidos donde la relación se vaya asentando, es reír juntos a menudo.

La risa, remedio infalible
La risoterapia, según Irene Fernández Megina, fundadora y directora de la Escuela de Risoterapia de Madrid, es un proceso terapéutico y de crecimiento personal en el que mediante la risa y otras técnicas vivenciales con alto grado de interacción encontramos la forma de sentirnos plenos, satisfechos y felices.
“En 20 segundos de carcajada sana, se realiza la misma cantidad de ejercicio aeróbico que remando durante 3 minutos», dice Megina.

Un propósito de cada día
Es posible que como adulto no se tenga la costumbre de reír cada día y todo el tiempo. Seguro que hay muchos días de cansancio, de problemas en el trabajo, de dolores de cabeza… por lo que es necesario ser consciente de que hay que esforzarse por tener buen humor y se haga el firme propósito de hacer reír cada día a los hijos.
Los expertos recomiendan hacer de la búsqueda del buen humor parte de la rutina diaria. De la misma manera que cada día una persona se viste y come.

Al principio puede costar un poco. Pero como todo, con la práctica se va haciendo más fácil, y al final empieza a salir de forma natural.
Cada día, así como es menester comprar el pan, ir al mercado, pasar por el banco, hay que hacer un alto en nuestra rutina para hacer reír a los hijos

diaologo

Somos una generación de opas solemnes

Adolfo Mier. Comediante

Las reuniones familiares cotidianas, son cada vez más limitadas, pero ese no debe ser óbice para no tener momentos de esparcimiento en racimo.
Lo primero que hay que hacer es que los canales comunicacionales no deben ser afectados. Expongámonos menos a la caja idiota que es la televisión y al tenebroso celular que nos lleva al mundo del chat. Lo bellamente virtual, no le quita lo estúpido que representa. Jugamos Candy Crush con gente que no conocemos y no nos damos tiempo para hacer “caballito” a nuestros niños.
Cada vez somos una generación de opas solemnes con la cabeza agachada, hipnotizados por la tecnología.

No necesitamos contarnos chistes para reír. De por sí, surgen anécdotas del ayer o hechos del presente que nos moverán a la risa. No dejemos pasar el tiempo sumergidos en lo virtual, si tenemos lo palpable con la risa y la sonrisa de nuestros hijos. No necesitamos ir a Punta Cana. Salgamos en nuestro cacharro a 30 kilómetros de la ciudad y veremos otros mundos. Bellos, verdes, cautivantes, donde podamos meternos a una poza así volvamos con las nalgas llena de picaduras.

Lo imprescindible es el respeto a nuestros espacios y esos serán llenados de amor y de gracia, si priorizamos la familia como el núcleo más importante, la mini comparsa más amada, la lichigada inseparable que dejando, sin privarnos los compromisos laborales o sociales, nos hará descubrir que familia que se mantiene unida, se divierte unida.
No se necesita ser humorista, solo tener sentido del humor y el olfato que sabe dónde, cuándo y cómo uno puede ser feliz y reírse a carcajadas.

Fuente: eldeber.com.bo


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