En Europa ganan dinero haciendo trabajos domésticos, pero atrás dejan a su familia. Muchas veces no pueden recuperar el amor pedido. La historia de Carolina está reflejada en esta nota, pero como ella hay miles.Las maletas listas para enfrentar un viaje desconocido en busca de sueños y anhelos. Foto: Viajes.comLa Paz, 18 de diciembre (ANF).- Carolina M. de 33 años vivía en Santa Cruz y decidió migrar a España en 2008, pues estaba desempleada y no encontraba trabajo en su ciudad. Dejó a su hijo Adrián que entonces tenía tres años y a su esposo Juan Carlos. Ella prometió que su ausencia sería sólo por un tiempo hasta que juntar una buena cantidad de dinero para tener una mejor calidad de vida en Bolivia.Ella estudió Ingeniería Comercial y tenía tres años de experiencia trabajando en empresas reconocidas en Santa Cruz y pensaba hacer una maestría cuando su hijo cumpliera los seis años. Los planes cambiaron cuando anunciaron el recorte de personal en la empresa en la que trabajaba en Santa Cruz y quedó desempleada, tal fue su desesperación que contactó a una de sus amigas en España para que le ayudara a encontrar trabajo.Cuatro meses después, en septiembre de 2008, Carolina estaba tomando un avión rumbo a Madrid, España, porque ya había encontrado un trabajo de cuidadora de niños en una casa. Los dos pequeños que estaban a su cargo le hacían recuerdo todos los días a su hijo, pero con ímpetu comenzó a trabajar y a ganar su dinero para darle a su propio hijo una mejor vida.No quiso decir cuánto le pagaban, pero sí explicó que casi la mitad de sus ganancias las mandaba hasta Bolivia para que su esposo y su hijo puedan gastarlo. Juan Carlos, su marido, tenía un trabajo de medio tiempo, pero su sueldo no alcanzaba para pagar todas las cuentas y para no perder esa fuente de dinero decidió quedarse en Bolivia con su hijo.Pasaba el tiempo y veía crecer a los dos niños a su cuidado, pero no a su hijo. Cuando le pagaban el sueldo casi como un ritual compraba una polera para mandársela a Adrián, pero ya no sabía de memoria la talla porque ya habían pasado cinco años y el pequeño ya tenía ocho.Carolina ya había ahorrado bastante, pero tenía miedo de volver a Bolivia y quedarse sin trabajo, por eso decidió “asegurarse” y quedarse un tiempo más. En 2014 decidió regresar al país y se encontró con un niño distante y un esposo poco cariñoso. Ellos ya tenían una rutina de vida sin ella y Carolina se había vuelto una extraña en el hogar.Hasta ahora trabaja para recuperar a su familia, quiere reconstruir ese lazo entre su esposo y su hijo. Carolina dejó de pensar en estudiar una maestría y aún no ha buscado un trabajo porque tiene miedo de frustrarse y no encontrar una fuente laboral.La historia de Carolina es apenas un ejemplo de lo que la migración hace con las mujeres bolivianas. Con seguridad, no es el caso más dramático porque hay otras mujeres que pierden al esposo, que no pueden recuperar a sus hijos de los males típicos de la adolescencia o que, en su intento de asegurarse un mejor destino, pierden la vida en Europa.Según la representante de la mesa técnica de Migraciones, Raquel Romero, las mujeres que van a Europa generalmente están a cargo del cuidado de niños, ancianos o hacen las labores domésticas.“Contratan a mujeres de los países en desarrollo para que cubran estas actividades y trabajan en la cadena de cuidado”, dijo Romero.Las mujeres que migran, por lo general, no trabajan en el rubro para el que estudiaron, sino en labores domésticas.“Esto es un desangramiento del capital humano de nuestro país porque los estados invierten en educación de los jóvenes y hay una fuga de cerebros que en muchos casos ya no vuelven”, dijo Romero.El investigador Alfonso Hinojosa sostuvo que existen dos factores que afectan a la mujer cuando vuelve al país natal, el primero es la frustración de no haber alcanzado sus metas en el extranjero, pero a la vez se empoderan económicamente, y al volver al país se enfrentan con una sociedad que no ha cambiado y que es predominantemente machista.Agregó que el retorno debe ser tomado como parte del proceso de migración pues también requiere de tiempo para readaptarse al lugar de procedencia.El 18 de diciembre se conmemora el día internacional del migrante, fecha que sirve para intercambiar experiencias y avances en normativas que favorezcan a los migrantes.De acuerdo a datos de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) el 49% de las personas que migran a otros países son mujeres.