Con alma de circo


El otro lado del tío Morocuá Yesmin Gasaui se muestra sin maquillaje y enseña sus rincones más queridos

La risa es un remedio infalible Las locuras y las risotadas son lo que más abunda en el seno de la familia Gasaui Román. El tío Morocuá y Yara, la mayor del clan, son los que siempre ponen la nota de humor y la chispa en su casa.
La risa esun remedioinfalibleLas locuras y las risotadas son lo que más abunda en el seno de la familia Gasaui Román. El tío Morocuá y Yara, la mayor del clan, son los que siempre ponenla nota de humor y la chispa ensu casa.
Sus padres, su inspiración No puede evitar derramar unas lágrimas cuando habla de su padre, Salek, ya fallecido. Su madre sigue siendo su principal apoyo y su mejor consejera.
Sus padres,su inspiraciónNo puede evitar derramar unas lágrimas cuando habla de su padre, Salek, ya fallecido. Su madre sigue siendo su principal apoyo y su mejor consejera.
Ambiente hogareño La hora del almuerzo es sagrada para los Gasaui Román. No se permiten celulares ni televisión. Es un momento para compartir y conversar en familia.
AmbientehogareñoLa hora del almuerzo es sagrada para los Gasaui Román. No se permiten celulares ni televisión. Es un momento para compartir y conversar en familia.
Sus tres hijas son las niñas de sus ojos Yara, Tamara y Salma son la principal razón para seguir adelante y luchar por ser mejor cada día. Son su mayor motivación.Sus tres hijas son las niñas de sus ojos Yara, Tamara y Salma son la principal razón par
Sus tres hijasson las niñasde sus ojosYara, Tamara y Salma son la principal razón para seguir adelante y luchar por ser mejor cada día. Son su mayor motivación.

La vida de Yesmin Gasaui Miquel, el Tío Morocuá, el payaso más popular de mediados de la década de los 80, puede resumirse en dos palabras: el circo. Desde antes de nacer ya estaba entre las carpas. Su padre, Salek Santos Gasaui, provenía de una de las generaciones de artistas circenses más reconocidas en Chile. Su madre, Salvadora Miquel, dejó todo por amor y se enroló en ese mundo. “Ambos fundaron el primer circo que se inauguró en Santa Cruz”, dice.

La entrevista, fijada para las 10.30, se inicia en el lugar que mejor conoce Yesmin y en el que se siente como pez en el agua, el circo de él y de sus hijas, bautizado como Hermanas Gasaui, en honor a ellas y que actualmente está situado en el cuarto anillo, a pocos metros de la avenida Roca y Coronado.Viste un pantalón rojo intenso, camisa blanca con rayas negras y calipso, zapatos y cinturón de cuero. En el cuello lleva un collar de cuero con tres medallas de oro, dos que le regaló su madre, una grabada con su cara y otra del escudo cruceño y la tercera con su signo, Sagitario, un recuerdo de su esposa.La chispa está presente en él. A todo le encuentra el lado cómico y siempre está sonriendo y tratando de hacer reír a quienes comparten su día a día, y en especial a los niños, de quienes recibe tanto cariño y por quienes ha decidió volver a interpretar su personaje más popular.Asegura que un día en su vida se parece al otro, pero todas sus actividades están relacionadas con el circo. A las 8:00 ya está en la carpa para dar instrucciones, preparar los ensayos y conocer las necesidades y a veces el ajetreo termina pasada la medianoche.El 10 de diciembre, que coincidentemente también se celebra el Día Internacional del Payaso, cumplió 53 años. Algunas arrugas que le surcan la frente y las ‘patitas de gallo’ en los ojos denotan el paso del tiempo. Pero su forma de vestir, bastante juvenil, y su buen estado físico lo hacen parecer más joven.Mientras habla sobre su trayectoria, con un espejo delante, un delineador, base y pinturas blanca y roja comienza a maquillarse, casi al ritmo de sus piernas que mueve constantemente, como un tic nervioso. Con la práctica de tantos años, no demora ni 10 minutos en convertirse en el Tío Morocuá, “el único payaso de bigotes en Santa Cruz”, dice y cuenta que es un rasgo que lo acompaña desde hace más de 30 años y que no piensa cambiar.Ser payaso es cosa seriaA sus 10 años, Yesmin comenzó en un circo pequeño con las acrobacias cómicas, junto con su hermano menor, Faruk. Ellos eran Tip y Top. Un año después ya estaban en las alturas haciendo equilibrio, malabares y piruetas en el trapecio, oficio que practicó hasta abril de 2013.Pero, ¿cómo nació el Tío Morocuá?, a lo que responde que toda su vida quiso ser payaso, pero que su padre no quería que sus hijos: Yesmin, Faruk (51), Emilio (49) Salek (40) y Moisés (39) se lancen de buenas a primeras. En criterio de don Salek Santos, primero había que formarse como trapecista, malabarista, equilibrista y acróbata para recién graduarse como payaso, y así lo hizo su primogénito.Su nombre artístico surgió a raíz de que a su progenitor le decían Moroco y como a Yesmin le encantaban los patos, sus primos desde pequeño lo llamaban Morocuá y se quedó con ese apodo. Lo de tío fue una idea de su padre para que los niños lo llamen así y se encariñen con su personaje. Ahora donde va lo llaman Tío Morocuá.Han pasado casi 30 años desde que comenzó con su emblemático personaje, con el que se hizo conocido en el circo y luego incursionó en la televisión con sus programas Sueños Mágicos, en Canal 5, y el Show del Tío Morocuá que se transmitieron en cuatro canales más.En todo ese tiempo, el Tío Morocuá solo ha cambiado tres pelucas rubias, tres gorros y varios zapatos en sus característicos tonos amarillo y rojo. Empero, el vestuario ha ido variando desde el tradicional enterizo ancho con tirantes, hasta solo usar un buzo y una polera.En sus programas infantiles jugaron, cantaron y bailaron destacados personajes del mundo de la música, de la farándula y del espectáculo, como Milton Cortez, Fabio Zambrana, Guísela Santa Cruz, Carla Morón y Verónica Larrieu, por mencionar solo algunos nombres. También tuvo la oportunidad de compartir con reconocidos artistas internacionales, como Yuri, Lucía Méndez, Chayanne y Vicente Fernández.



La habilidad de convertirse en el Tío Morocuá Demora apenas unos minutos para pasar de ser Yesmin a su emblemático personaje. El bigote es un distintivo que lo ha acompañado desde sus inicios.

La habilidad de convertirse en el Tío MorocuáDemora apenas unos minutos para pasar de ser Yesmin a su emblemático personaje. El bigote es un distintivo que lo ha acompañado desde sus inicios.

Un jefe servicialPara los empleados del circo, Yesmin es uno más. No es el típico dueño del negocio que mira desde arriba y que solo sabe mandar. Es una persona muy servicial que siempre trata de ayudar a sus trabajadores en lo que puede. Incluso hay gente que llegó al circo con problemas de alcoholismo y lo han superado con su apoyo.

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“Eso sí, cuando tiene que poner orden, lo hace porque es un hombre de carácter, aunque nunca discute. Es que Yesmin tiene alma de circo”, dice Juan Lizama, su representante artístico.Para el animador Daniel Amelunge, que trabaja en el circo desde hace 15 años, Yesmin es más que un jefe, un amigo. En su criterio, es una persona correcta, amable y buena, que a veces tiene que pararse firme para imponer disciplina en el circo, pero que otras muchas les prepara un churrasco para compartir.Es un hombre que hace de todo y, cuando el trabajo así lo requiere, puede desempeñarse como capataz, electricista, costurero, jardinero y hasta de albañil. “No me muero de hambre. Algo que me enseñó mi padre es que para triunfar en la vida hay que ser luchador, trabajador y, sobre todo, humilde”, afirma.El llanto del payasoLas tragedias no han estado ajenas a su vida. El 7 de abril de 2011 se incendió su circo y quedó prácticamente en la calle, lo que postergó la celebración de los 25 años del Tío Morocuá. “Vi todo mi trabajo hecho cenizas, me deprimí.No quería comer, pero gracias al apoyo de mi familia y de mis amigos, pude levantarme, trabajar y salir adelante, porque como siempre decimos: “El show tenía que continuar”. Cuando se quemó la carpa, rememora Amelunge, todos ayudaron a levantarla. El Tío Morocuá siempre les tendió la mano cuando ellos lo necesitaron y aquel era el momento de que ellos se la tiendan a él.Pero no solo sus empleados se pusieron manos a la obra. También lo hicieron sus hermanos, que lo ayudaron a superar el mal momento proveyendo carpa y algunos materiales e incluso gente desconocida, en ese entonces, que admiraba al payaso de bigotes, llegó a darle dinero para que pueda levantarse, y claro que lo hizo.Dos años después, el 12 de abril de 2013, sufrió un accidente al caer de una de las torres del circo y quedó postrado en silla de ruedas durante seis meses, situación que lo obligó a dejar de lado su programa de televisión y a abandonar la actuación y el trapecio.“Ese accidente casi me cuesta la vida y me causó daños en la columna. Me iban a operar, pero me puse a llorar y me negué a la cirugía. El médico me dijo que debía someterme a cuidados extremos, de lo contrario podría quedar inválido.Unas semanas estuve en cama y luego en silla de ruedas. Durante seis meses seguí al pie de la letra las instrucciones y acá me ve firme, gracias a Dios y al ángel que me cuida desde el cielo, que es mi papá”, cuenta.La vida en el circo es un vaivén. Hay días buenos y también los hay muy malos, resalta Yesmin, como en todo negocio; sin embargo, gracias al circo y a su personaje ha mantenido a su familia y sin carencias, aunque se acostumbró a vivir en abundancia, pero también en escasez. “Hay días en que podemos comer caviar y otros solo arroz con huevo. Así es la vida del circo”, cuenta entre risas.Una nueva etapaAlejado ya por completo de las acrobacias, Yesmin hace poco retomó su personaje del Tío Morocuá en el Circo de las Hermanas Gasaui, donde también actúan sus hijas: Yara (23), Tamara (21) y Salma (15). Ahora su sueño es volver a la televisión con su show. Su proyecto a corto plazo es internacionalizar el circo y salir fuera de nuestras fronteras, mostrando una producción con raíces autóctonas de Bolivia, donde dé a conocer la saya, el taquirari, la chobena, entre otros ritmos.

Artistas de diferentes nacionalidades Hay actores, trapecistas, acróbatas y malabaristas de diferentes países. Se están preparando para la noche de gala en enero. Mientras tanto, esperan a los amantes del circo en funciones de lunes a viernes, a las 21.

Artistas dediferentes nacionalidadesHay actores, trapecistas, acróbatas y malabaristas de diferentes países. Se están preparando para la noche de gala en enero. Mientras tanto, esperan a los amantes del circo en funciones de lunes a viernes, a las 21.00, y fines de semana, a las 19.00 y 21.00.

Para lanzar su proyecto en grande, Jesmin trajo desde Chile a Lizama, que ya está preparando, para la segunda quincena de enero, una noche de gala para reinaugurar el circo e internacionalizarlo, lo que significa que comenzarán a organizar giras para viajar a Chile, Argentina, Ecuador y Perú, entre otros países y luego retornar a Bolivia, lo que, dice, lo convertirá en el primer circo nacional que sale al exterior.“La familia Gasaui forma parte de la cultura y el arte circense.

Cuenta con una trayectoria de ocho generaciones dedicadas al circo. Ahora estamos preparando las funciones previas con artistas de diferentes países traídos especialmente para inaugurar esta temporada, con números de primer nivel y en una carpa con pista panorámica y butacas acondicionadas para los espectadores”, señala.Desde la semana pasada comenzaron con algunas funciones gratuitas en el circo, para niños de escasos recursos, y el Tío Morocuá también está visitando algunos albergues y hospitales, llevando un poco de humor y risas a los pequeños más necesitados.

Yesmin íntimoCuando el reloj marca las 13.00, los ladridos de tres perritos pinscher, Kendra, Dior y Goliat, dan la bienvenida a su casa, situada en la zona del séptimo anillo y avenida Cristo Redentor, Urbanización Magnolia.

Los pequeños cachorritos son otros miembros más de la familia. Los llevan a todos lados y hasta a comer en familia. Donde no los dejan entrar, Yesmin se queda afuera a cuidar a sus mascotas y pide comida para llevar.Es un acérrimo amante de los animales, a tal punto que en su circo solo tiene mascotas, porque no quiere que estén en cautiverio ni siendo explotados o maltratados.Mientras continúa la entrevista, su esposa, Roxana Román, prepara la comida. La hora del almuerzo es uno de los momentos más importantes para la familia. No se permiten celulares ni aparatos electrónicos encendidos. Es un tiempo para conversar, reír y compartir.La vida de Yesmin transcurre entre el circo y la casa. No le gusta la noche ni tiene vicios, lo único que bebe es una copa de vino después del almuerzo, una costumbre heredada de sus abuelos.Aunque no pierde por completo la forma de hablar de su natal Chile, se siente más boliviano que chileno. Si volviera a nacer, está seguro de que se vendría a vivir de nuevo a esta tierra a la que siente como suya, porque es el lugar donde encontró el amor, formó su hogar y nacieron sus hijas.“Pasamos momentos difíciles al inicio de nuestra relación, porque mis padres se oponían. Me embaracé, mi hija Yara nació prematuramente y Yesmin, que estaba en su mejor momento de fama, no pensaba casarse.Cuando estaba por irme a Estados Unidos con Yara y vio que nos iba a perder, nos buscó como loco hasta encontrarnos, porque mi familia nos había escondido. Ahí comenzó una nueva historia. Hoy puedo decir que un excelente esposo, un hombre muy hogareño, romántico, apasionado en todo lo que hace y, sobre todo, muy bromista. A veces aparece vestido con mi ropa o con mi baby doll y nos hace reír en todo momento”, relata Roxana.

Yara, que culminó la carrera de Relaciones Internacionales y ahora estudia Comunicación, además de tener su número artístico en el circo, siente mucha admiración por su progenitor.

Disfruta al máximo de su mundo mágico El circo es como un relax para Tío Morocuá. No hay día en que no esté metido debajo de las carpas, no solo para actuar, sino para ver el movimiento y las necesidades y coordinar todas las actividades.

Disfruta almáximo de su mundo mágicoEl circo es como un relax para Tío Morocuá. No hay día en que no esté metido debajo de las carpas, no solo para actuar, sino para ver el movimiento y las necesidades y coordinar todas las actividades.

Ella fue la primera en incursionar en el circo, luego lo hizo Tamara y ahora Salma. Describe a Yesmin como una persona tranquila, supersensible, para nada celoso y atento con su esposa y sus hijas. “Su vida gira en torno a nosotras.

Él no cambia, es el mismo personaje que hace reír en la pista, en la televisión y en la casa. Ni sin pintura deja de ser Tío Morocuá”, dice.Tamara, que sigue la carrera de Sicopedagogía, y Salma, que estudia en el Isabel Saavedra, se han criado en el circo y desde pequeñas tienen su número artístico de danzas y con aros olímpicos en altura. Para ambas, Yesmin es un buen consejero y su mejor amigo. “En él podemos confiar ciegamente. Es un gran papá”, coinciden.Gustos y pasatiemposEn su casa tiene su rincón favorito: su estudio, donde se encierra a meditar un poco, crear, imaginar y concretar sus ideas para el circo y la televisión. Ahí tiene los archivos de fotos y de sus programas, prácticamente desde sus inicios.“Las dietas no forman parte de su vocabulario. Es más, se apresura a decir, le encanta comer de todo, pero especialmente mariscos, ese se podría decir que es su único vicio.Para mantenerse en forma, este apasionado hincha de Blooming, trata de caminar y también juega fútbol algunos fines de semana, y hace hincapié en que lo hace bastante bien, especialmente como mediocampista, aunque en la cancha le dicen ‘correcaminos’, porque no para.“Me gusta cocinar, inventar comidas y sorprender a mi familia. Para mí no hay mayor satisfacción que una buena comida con mis seres queridos, cuando tengo no escatimo en gastos”, subraya.La sonrisa y el abrazo de los niños y verlos felices, riendo y disfrutando del show es su mayor energizante. Yesmin cree que mientras existan los niños en el mundo, el circo será eterno y mientras él tenga esa fuerza que ellos le transmiten, día a día se seguirá abriendo el telón delcirco para darle vida al Tío MorocuáFuente: eldeber.com.bo