Leah Soibel*Ha pasado un año desde aquel fatídico 18 de enero, cuando se encontró el cuerpo sin vida del fiscal Alberto Nisman en su departamento de Puerto Madero con un tiro en la sien. Estaba prevista su presencia en el Congreso argentino, justo un día después, para presentar las conclusiones de su denuncia por el encubrimiento a Irán al Gobierno presidido por Cristina F. de Kirchner. Un año que ha convulsionado la vida política de un país que ha tenido que asistir perplejo al enésimo capítulo de un asunto inscrito en la historia de Argentina como uno de los más luctuosos y violentos: el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires el 18 de julio de 1994, que acabó con la vida de 85 personas.Un año sin saber a ciencia cierta qué ocurrió en aquel departamento y en el que desde instancias políticas se ha hecho todo lo posible para obstaculizar una investigación limpia y eficaz. Para tratar de entender por qué se ha extendido una gran cortina de humo sobre las pesquisas, pongámonos en antecedentes. El fiscal Nisman dirigió durante diez años la investigación de la causa AMIA. Fue el hombre en quien el ex presidente Néstor Kirchner depositó, en 2004, su confianza para esta tarea exclusiva. La cosa fue torciéndose, desde la óptica kirchnerista, cuando en 2006 acusó a cinco iraníes y a un libanés de la autoría del ataque a la AMIA: señaló al régimen iraní como responsable intelectual y a Hezbollah, la organización terrorista libanesa, como ejecutora. Tras diversos intentos de sembrar pistas que desviaran la verdadera responsabilidad, el Gobierno de Argentina firmó un memorándum con Irán a principios de 2013, supuestamente para tratar de esclarecer el caso. Sin embargo, las investigaciones de Nisman lo llevaron a acusar, ya en enero de 2015, a Cristina F. de Kirchner y a su Gobierno de encubrir a los iraníes como responsables del atentado. Con esta denuncia se iba a presentar en el Congreso, justo un día después de ser hallado muerto.Lo ocurrido con posterioridad ha contribuido a alimentar la ceremonia de la confusión, si bien pocos dudan de lo que aconteció a Nisman la noche de los hechos. Sin ir más lejos, en el mes de mayo Jorge Lanata mostraba un impactante video donde se reflejaba cómo el apartamento donde había aparecido el cuerpo del fiscal había sido contaminado, lo que dificultaba sobremanera la búsqueda de pruebas. A todo esto, hay que sumarles las incontables injerencias políticas y sociales, que ralentizaban un proceso catalogado por muchos como de farsa. En ese sentido, no hay que olvidar a la familia de Nisman, que en ningún momento dudó de que se tratase de un asesinato.Sin embargo, el cambio más notable llegó precisamente desde las mismas instancias políticas que más han contribuido al ocultamiento. Y es que se marcó el fin del kirchnerismo y Mauricio Macri es presidente desde el 10 de diciembre. Macri y su Gobierno han tomado algunas decisiones que pueden ser muy importantes para el esclarecimiento tanto de la muerte de Nisman como del atentado a la AMIA que dio comienzo a esta oscura trama.Para empezar, el nuevo Gobierno ha echado por tierra el polémico e insidioso memorándum con Irán. Además, se ha creado una Secretaría de Estado específica para ambas causas, que estará dirigida por Mario Cimadevilla, quien se ha mostrado favorable a que se juzgue a los imputados iraníes, aunque sea en ausencia. Del mismo modo, el ministro de Justicia, Germán Garavano, se comprometió a no apelar la inconstitucionalidad del memorándum dictada por la Cámara Federal en 2014, o lo que es lo mismo, dejaron caer el acuerdo, en palabras de Macri.Ahora es el momento para Argentina. Ahora o nunca. Ya no se puede posponer por más tiempo la dignidad y el dolor de las familias. Macri y los suyos deben traer por fin justicia a las 85 víctimas de la AMIA y al fiscal Nisman, que entregó gran parte de su carrera a esta causa.*Directora de la agencia Fuente LatinaInfobae – Buenos Aires