Llama la atención cómo sube el tono de las autoridades nacionales cuando se refieren al conflicto con Chile. A las alusiones belicistas del vicepresidente, se han sumado las del canciller David Choquehuanca, quien anda con la sangre hirviendo, tanto, que dice estar dispuesto a derramarla para recuperar el agua que se ha ido por el Lauca y el Silala, sin mencionar la del Pacífico.
El ministro de Relaciones Exteriores, que durante más de diez años ha sido el más prudente a la hora de hablar y de cuya voz solo se escucharon alusiones a la papaliza, el sexo de las piedras y las arrugas de los ancianos, parece estar dando examen ante las masas oficialistas, acostumbradas al discurso duro, rencoroso y revanchista de los ancianos. Como campaña, nadie verá mal que se entrene con los chilenos, pues en este país de las arengas, estrellarse contra nuestros vecinos siempre ha sido considerado “de hombrecitos”, aunque no pase nada más que de los aullidos. Si las cosas marchan como es previsto, no tardará el día en que escucharemos al apacible Choquehuanca destilando resentimiento contra los propios bolivianos, como han hecho los que hoy le escriben el libreto.
Fuente: eldia.com.bo
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