Arturo Murillo P
El gobierno del MAS está entrando al momento de las definiciones. El referendo del 21 de febrero le dijo NO al intento reeleccionista de Evo Morales y, además, por primera vez en 10 años se conformó una nueva mayoría en Bolivia: los ciudadanos que no están dispuestos a tolerar la corrupción del gobierno y el conjunto de atropellos.
Desde hace un año, la agenda política no la marca ya el gobierno. Aunque no les guste escuchar esto a los masistas, hay que decirlo. Desde hace un año, la agenda política la marca la oposición y, el movimiento ciudadano y su trabajo de fiscalización. Y todo esto ocurre en escenarios donde el MAS no puede ejercer ningún control, las redes sociales.
Los triunfos de la oposición y del movimiento ciudadano no son vistosos, pero son contundentes. En las últimas movilizaciones contra la violencia de género, las asambleístas del MAS quisieron acomodarse e infiltrase, y el movimiento ciudadano las desalojó y las repudió públicamente por oportunistas y no les permitió camuflarse para figurar. Estas últimas semanas, el masismo intentó reactivar el divisionismo en El Alto para desestabilizar a Soledad Chapetón, y no pudieron concretar sus objetivos y la Sole cierra el mes inaugurando obras, con más del 40% de aceptación y con una tendencia a seguir subiendo.
El mes de octubre también ha sido decisivo en cuanto a la imagen de uno de los ministros más pedantes y soberbios: Luis Arce. A partir de una denuncia periodística, el diputado Wilson Santa María, presentó documentos donde quedaba en evidencia que, además de pretender comprar alfombras persas, Luis Arce había concretado un contrato millonario para amoblar su oficina, con escritorios de 11 mil dólares, mesas de 14 mil dólares, etc. Por supuesto, que en la interpelación salió aplaudido, pero la oposición nunca espera que un ministro masista, por mucho que esté involucrado en corrupción, salga censurado en una interpelación. Sabemos que gozan de impunidad, pero la batalla no es esa, sino evidenciar ante la gente, ante los ciudadanos la descomposición moral a la que está llegando este gobierno.
El caso de la ministra Marianela Paco es otro buen ejemplo. Ella desató una guerra contra la prensa y contra la oposición y, al final, pierde la batalla y termina con una imagen destruida, al punto que ella misma ha tenido que descalificarse diciendo que tiene una afección en el cerebro, una “enfermedad incurable” que le causa dolores, que su cerebro no está suficientemente oxigenado, etc., ¿cómo puede desempeñar funciones una persona con una enfermedad así, no sería mejor que cuidara su salud?
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Desde febrero hasta aquí, la oposición y los ciudadanos que no quieren que Evo se convierta en presidente perpetuo de Bolivia, están derrotando sostenidamente al masismo. De nada valen los medios de comunicación que compró ni el sometimiento que ha logrado de casi toda la prensa. Y tampoco han podido amedrentar ni atemorizar a los líderes de la oposición que no salieron al exilio. Entonces, no les queda otra que pasar a los hechos y por eso ahora pretenden encarcelar injustamente a Samuel Doria, pero si lo hacen los efectos serán muy desgastantes para ellos mismos, porque estarán tomando el camino de Venezuela, y ya se sabe hacia dónde conduce esa vía.
El MAS debe entender que esta caída libre en la cual se encuentra, no se enmienda con más obras, ni con más juicios y detenciones de la oposición. Evo y los masistas deben entender que los bolivianos no toleran el prorroguismo, ni la corrupción, ni la soberbia, ni el autoritarismo. La única enmienda que pueden hacer es respetar el NO del 21 de febrero y prepararse para la alternancia democrática que vendrá el 2019. Así es la vida, nada es para siempre.
Senador de la República Plurinacional