Evo Morales y la ética legislativa


Emilio Cárdenas*

EMILIO-CARDENAS-GRANDE El Movimiento al Socialismo boliviano, capitaneado por Evo Morales, acaba de presentar al Congreso de su país (que domina totalmente) un proyecto de “Reglamento de Ética” legislativa que merece, creemos, algunos comentarios.

No porque Bolivia sea uno de los centros más importantes de la evolución del derecho político en nuestros días. No es así. Ni por la posición adversa (cerrada) de los partidos opositores, que naturalmente ven en ese proyecto un intento de amordazarlos y amedrentarlos, uno más de los muchos con ese propósito. Sino porque, a su manera, el proyecto sale al cruce de algunos problemas que son típicos de la región y del mundo, como es -por ejemplo- el de los legisladores que, una vez electos, traicionan abiertamente a sus mandantes y, dándose vuelta, cambian de partido o se declaran independientes, siguiendo o acompañando las conveniencias que sus propias circunstancias personales aconsejen.



El último es, ciertamente, también el caso del ahora destronado Senador norteamericano Specter que -cambiando de camiseta- se convirtiera de republicano en demócrata, de la noche a la mañana, para -al final del camino- terminar siendo rechazado por todos, propios y ajenos (por desleal), pese al endoso del propio Presidente Barack Obama, que en su momento aplaudiera la “deserción” de Specter porque le aseguraba circunstancialmente una mayoría en el Senado. En todas partes, queda visto, se cuecen habas.

El proyecto boliviano en cuestión distingue entre la “gravedad” de las diversas faltas de los legisladores que se propone desterrar y sancionar. Sostiene entonces que hay “faltas gravísimas” que deben castigarse con la suspensión o pérdida de los mandatos recibidos. Porque ellos han sido abiertamente traicionados. Entre ellas, propone incluir: la de desempeñar otra función pública sin haber renunciado previamente a su condición de diputado o diputada, exceptuando las posiciones universitarias. Néstor Kirchner que, insólitamente, pretende mantener su banca de diputado a pesar de haber sido designado Secretario General de UNASUR cuyos estatutos definen a ese cargo como de “dedicación exclusiva”, sería -en Bolivia- candidato a la democión. Por falta gravísima. Por “hacerse el oso”. Lo de las pautas éticas lo tiene sin cuidado, desde que las ha pervertido como nadie hasta ahora en toda la historia argentina.

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Otra falta también “gravísima” sería la de “no concurrir” a ejercer sus funciones por espacio de seis días continuados u once días discontinuos. “Hacerse la rata”, dirían los niños. La mitad de los parlamentarios de muchos países del mundo perderían su condición de tales con este requisito que está destinado a tratar de obligarlos a trabajar y cumplir con su deber, a lo que no siempre son afectos.

También se tiene -en Bolivia- por “falta gravísima” el cambiar de partido o el declararse “independiente”. Lo de Specter, entonces. Esto porque esta conducta, en la Argentina llamada: “borocoteada”, en recuerdo a la traición de un diputado así apodado que fuera primero electo por los votantes de Mauricio Macri y que luego “huyera” hacia el oficialismo tentado por Néstor Kirchner con alguna prebenda a medida que necesitaba, según se dice y cabe presumir.

Otras “infracciones” éticas, como el incumplimiento al deber de reserva o confidencialidad; las trompadas y tundas propinadas a otros (legisladores o funcionarios) en el recinto legislativo (muy usuales en Bolivia); los hechos escandalosos en el recinto de la Asamblea (lo que, por su imprecisión, puede incluir un sin fin de distintos episodios posibles, de cualquier naturaleza); el portar armas de fuego; el usar el cargo en beneficio personal o de sus familias (otra práctica generalizada en la región, aún más allá de Bolivia); el discriminar o denigrar a otros por razones de etnia, sexo, nacionalidad, credo religioso, ideología u otras; o el facilitar la realización de actos de corrupción, que aparentemente se toman como “menos graves”, razón por la cual se castigan sólo con suspensión de seis meses a un año en el cargo, sin goce de sueldo.

Parece increíble que la corrupción (generalizada en el sector público boliviano, agitado constantemente por esos episodios) comprobada que fuere, sea motivo de sólo una leve suspensión, luego de la cual, “borrón y cuenta nueva”, y “aquí no ha pasado nada”. De no creer. Pero es así.

Algo parecido, esto es susceptible de generar apenes leves multas y pequeñas suspensiones, ocurre con el “causar daños materiales a los bienes de la Asamblea” legislativa. Pero los responsables deberán asumir, al menos, el costo de la reparación (o caer en quiebra, sospechamos). También con la falta de respeto a los símbolos patrios y el (horror) proponer proyectos de ley en interés o beneficio personal. O ejercer “influencia indebida en terceros”, concepto amplio que puede comprender todo tipo de aventuras, santas o non-santas por igual.

Ingresar borracho o drogado al recinto; mentir; o “faltar al decoro” puede, mañana (no hoy) ser peligroso, desde que conllevará amonestaciones públicas, suspensiones de hasta dos meses, o multas de hasta 30 días con descuento del salario. Nada mayúsculo, queda visto. Alguno pagará la multa con tal de poder tomar alcohol, macanear, o hacer tropelías en el recinto. La pena propuesta parece obviamente demasiado leve. Porque las cosas que se tratan de desterrar ocurren en la realidad. No son fantasías, sino la vergonzosa “normalidad” que se trata de corregir.

La primera discusión de esta propuesta provocó una agria discusión en el recinto la cual, si la norma estuviera vigente, seguramente hubiera generado denuncias para poner en movimiento los mecanismos sancionatorios. Lo que habla por sí mismo respecto de la “calidad” y “bondades” del proyecto reseñado.

Para reír o llorar: Ud. lector elije. Todo es posible en el reino de Evo Morales y su ad-látere: Álvaro García Linera. Todo. Absolutamente todo.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

El Diario Exterior