Marco Antonio Barroso MendizábalHasta el ser humano más impertérrito quedó conmovido en el mundo tras los ataques con gases neurotóxicos a la población civil siria. Para detener o en su caso para agravar la espiral de violencia y dolor, en la noche del jueves 6 de abril, el presidente Trump ordenó un ataque sorpresa a Siria, en represalia por el bombardeo con armas químicas del pasado martes 4 de abril, que se saldó con 86 muertos. Según el Pentágono, el ataque ha consistido en el lanzamiento de 59 misiles de crucero Tomahawk, efectuados por los destructores USS Porter y USS Ross desde el Mediterráneo Oriental (que tienen su base en Rota, España). Una de las preguntas que plantea este ataque es su posible impacto en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Hasta ahora, Trump había dado a entender que su agenda siria se centraría en «destrozar” al Estado Islámico, para lo cual Estados Unidos se apoyaría en una mayor cooperación con Rusia, e incluso con el régimen de Assad. Si bien el Pentágono ha confirmado que los rusos habían sido informados con antelación, el ataque de Estados Unidos a Siria es susceptible de complicar la relación entre Washington y Moscú. Rusia «es el principal valedor diplomático y estratégico del régimen de Assad”, cuenta con una importante presencia militar en Siria y ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la infraestructura de defensa aérea siria. ¿En qué medida el revés del ataque a Siria en su relación con Rusia es definitivo o reversible? Recordemos que Trump prometió, durante la campaña y después de la campaña, que su prioridad sería luchar contra los terroristas y, sobre todo, contra ISIS. El 7 de febrero de 2017, el presidente de Siria, Bachar al Asad -cuyo gobierno está llevando a cabo una sangrienta guerra civil- expresó que eso es lo que ha pedido durante los últimos seis años, elogíó la posición de su par estadounidense calificándola como esperanzadora y que esperaba «algo práctico” en sentido de que Washington y Moscú, unan esfuerzos para luchar contra ISIS. El ataque ordenado por Trump manda varias señales: Una primera señal importante es que a Trump no le tiembla la mano y que su determinación y decisión en el uso de la fuerza militar le avala supuestamente como un «comandante en jefe” más creíble que Obama que contempló una acción militar en Siria en 2013, tras el ataque químico que costó la vida a 1.400 civiles, ataque que fue finalmente abortado. A Trump; sin embargo, no le ha temblado el pulso. Una segunda señal es que está dispuesto a usar la fuerza incluso aunque el veto de países como China o Rusia bloquee una posible iniciativa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esto incluye un mensaje de especial relevancia para el régimen norcoreano, que ha realizado varias pruebas de misiles en los últimos meses. Una tercera señal es que Trump está preparado para actuar en contra de los intereses rusos, lo cual descolocaría a aquellos que critican acremente al presidente Trump, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, acusándolo de ser una marioneta rusa. A su vez, esto permite a Trump tranquilizar a aquellos aliados estadounidenses que han manifestado dudas sobre la determinación de Estados Unidos a la hora de defenderlos. Para la comunidad internacional no es extraño avistar que las decisiones de Trump en asuntos políticos relevantes son difícilmente predecibles tanto por sus oponentes domésticos como por los enemigos externos de Estados Unidos.Página Siete – La Paz