Plácido Domingo en homenaje a Armando Manzanero en Chichen Itzá

México (Joaquim Ibarz – Corresponsal de La Vanguardia)

Con la pirámide maya de Kukulcán de fondo, Plácido Domingo ofreció “el concierto más singular de mi vida”, en el centro arqueológico de Chichén Itzá. El tenor fue especialmente ovacionado cuando, como homenaje al compositor Armando Manzanero, natural de Yucatán, cantó a dúo las canciones “Mía” y “Adoro”. El amor de Manzanero por su tierra, a la que ensalzó en lengua maya, emocionó al tenor español, quien miró al maestro con ternura, surgieron las bromas y al final lo llevó al centro del escenario, donde el público ovacionó a ambos de pie.

Chaac Mol, el dios de la lluvia de los mayas, estuvo presente en la shoras previas del recital, pese a que días antes del concierto un chamán maya ofreció ceremonias para que la lluvia no entorpecería el espectáculo.



Durante las dos horas que duró «El concierto de las mil columnas» en la explanada principal de la milenaria zona arqueológica, patrimonio mundial de la Unesco y Maravilla del Mundo, Plácido Domingo interpretó rancheras mexicanas, arias y romanzas de zarzuela -“De España vengo”, “Mis horas felices”, “En mi tierra extremeña”, “Amor de mi vida”, “Las carceleras” y “No puede ser”- como homenaje a su madre Pepita Embil, que en México tuvo una brillante carrera como intérprete del género chico. Armando Manzanero ofreció como solista «Somos Novios y “Esta tarde vi llover”, tema más que apropiado ya que la lluvia obligó a suspender en dos ocasiones el concierto.

Tras escuchar diversos fragmentos de ópera, el público se entusiasmó cuando Plácido Domingo apareció vestido de traje charro y, con acompañamiento de una orquesta de mariachis y con Armando Manzanero al piano, interpretó piezas conocidas de música tradicional mexicana. Fue muy aplaudido con las canciones «Ella», de José Alfredo Jiménez, «El Rey», “Te quiero, dijiste”, y «Paloma querida». Puso al público de pie cuando al final interpretó “Granada”, una composición de Agustín Lara que es clásica en sus recitales. El tenor también repasó el repertorio yucateco con «Estrellita», de Manuel M. Ponce, «Las Golondrinas Yucatecas» y «Peregrina». Plácido Domingo se sentía tan a gusto que incluso bailó en el escenario el vals «Dúo» de la opereta «La viuda alegre», de Franz Lehar, con la cantante portorriqueña Ana María Martínez.