El embajador Boludev


Álvaro Riveros Tejada

PN17112010210538 El embajador de Rusia en Bolivia, Leonid Boludev, urgió al gobierno boliviano a tomar urgentes definiciones sobre la anunciada compra de aeronaves y equipo militar ruso, a tiempo de recordarnos que los precios “van siempre en aumento”.

Tales declaraciones del diplomático, formuladas a horas de haberse derogado el célebre gasolinazo que casi incendia a la nación, nos llama a una profunda reflexión sobre los alcances de una bien meditada oportunidad para lanzarlas a la opinión pública. Primero, la necesidad de hacer buenos negocios se sobrepone a cualquier consideración de orden ideológico o social y, desde luego, su importancia supera de lejos la preocupación en asuntos pueriles como un conato de derrocamiento o una asonada popular que tira al trasto el sagrado monumento del Che.



Antes de enfrascarse en aburridos coloquios marxistas sobre el Socialismo del Siglo XXI, o sobre aquel fallido socialismo que sólo duró 70 años en su nación y está a punto de fenecer en Cuba, la isla jurásica de la fantasía comunista, al cumplir 50 años de turbulenta tragedia, nuestro plenipotenciario, sin el menor rasgo de rubor en la cara apostrofa: "Yo siempre digo a las autoridades de Bolivia que hay que comprar ahora, no mañana, porque Rusia tiene pedidos de otros países (…) y el precio siempre va en aumento, no disminuye. Por eso no hay que esperar que bajemos los precios. Hay que comprar ahora, con crédito concesional o comercial, no importa".

Este novedoso como pragmático lenguaje diplomático no contempla tampoco las perentorias necesidades económicas por las que atraviesa Bolivia, a causa de las exorbitantes sumas de dinero que eroga por la subvención a los hidrocarburos; al azúcar; al cemento y a otros artículos de primerísima necesidad que, al margen de incrementar sus índices de pobreza, la absuelven de la obligatoriedad de comprar juguetes bélicos, exclusivamente destinados a la práctica del fratricidio.

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Tampoco le importa al plenipotenciario que nuestras autoridades se hallen embarcadas en gastos prioritarios como ser: la compra de un satélite a la China por 300 millones de dólares americanos; un avión presidencial por 38 millones; una planta extractora de los líquidos del gas que exportamos gratuitamente y cuyo millonario adelanto murió con el concesionario y se esfumó en la cárcel junto al contratante; un trepano chino alquilado a Venezuela para la exploración de petróleo a un elevado costo y que hasta la fecha no ha agujereado nada.

En síntesis, la urgencia del enviado ruso parece caer en saco roto y éste deberá trasmitir a sus principales en Moscú que el “negocito” tendrá que posponerse por el momento, pese a la palabra empeñada por S.E. a su homólogo Dmtri Medvédev, en su visita a Moscú en 2009 y ratificada ante Vladimir Putin y ante el comisionista para la región Tcnl. Hugo Chávez, en Caracas, en abril de 2010, esperar hasta que nuevas medidas de corte socialista, atractivas a la inversión y no sólo al comercio, nos vuelvan a colocar en la posibilidad de adquirir ese equipamiento de guerra y otros adminículos, de forma de poder premiar las excelentes gestiones del embajador Boludev.