Compelidos a la rebelión

Urupesa urbana -Maggy Talavera

En los “tiempos de cambio” que vive Bolivia, en los que los derechos humanos saturan los discursos políticos, parece una contradicción que, de pronto, haya que convocar a la ciudadanía a la rebelión contra los abanderados del “proceso de cambio”. Y no solo una contradicción, sino también un acto de locura casi suicida, porque la convocatoria hasta puede ser penalizada por los gobernantes a los que va dirigida la rebelión, bajo la recurrente acusación de “sedición” o “traición a la patria” que hacen los que se turnan en el Poder, argumentando “razones de Estado”. Pero a esta altura de los hechos, no parece haber otro camino que no sea la de la rebelión, al menos no para ciudadanos que aspiran a seguir viviendo en libertad y democracia.

En otras palabras: los bolivianos están compelidos a rebelarse contra las leyes y actos promovidos por un gobierno que ya no deja lugar a dudas sobre su carácter autoritario y antidemocrático. Pero a rebelarse desde la razón y de manera pacífica, como lo ha hecho Página Siete en lo que respecta a uno de los muchos frentes de batalla abiertos por el Poder Ejecutivo: el del proceso eleccionario convocado para elegir a los jueces que administrarán las cuatro instancias nacionales que componen el Poder Judicial. Contra la censura y restricciones establecidas en la Reglamentación de la Ley del nuevo Régimen Electoral, Página Siete ha anticipado que no dejará de informar sobre quienes aspiren a cualquiera de esos cargos judiciales electivos, amparándose en la NCPE.



Destacable posición la de Página Siete, sin duda alguna, cuyos dueños y trabajadores han sabido recoger con coraje algunas enseñanzas compartidas por el periodista Javier Darío Restrepo. Entre otras, demostrarle a la sociedad con acciones concretas que para Página Siete, más importante que su propia seguridad, es que los bolivianos tengan la información necesaria para elegir de manera consciente, y no apenas votar, a los que administrarán justicia. ¿Vale la pena correr el riesgo? Claro que sí. Es más, no sólo vale la pena arriesgar la propia seguridad, hacerlo es una cuestión de sobrevivencia. Como medio de comunicación y como individuos están/estamos compelidos a rebelarnos de esta manera, conscientes de que la información es uno de los derechos fundamentales y base de los demás derechos humanos, como bien dice la Unesco.

Pero este, el de la información, no es el único campo en el que los bolivianos estamos hoy compelidos a rebelarnos. Hay muchos otros espacios que nos están demandando rebelión, una acción extrema a la que obligan los excesos de poder que ya no son la excepción, sino la regla, en el actual mando gubernamental. Excesos que se evidencian en el irrespeto a la independencia de poderes del Estado, en el despilfarro de bienes y recursos públicos, en el sistemático hostigamiento a colectivos e individuos que no son afines al oficialismo, en la criminalización del pensamiento contrario, en la arbitraria instrumentalización de las demandas sociales de los sectores más vulnerables y, ahora, en una peligrosa estrategia bélica bajo el pretexto de la reivindicación marítima. Por decir lo menos, o sólo por citar algunos de los casos más preocupantes.

Son demasiadas violaciones a los derechos humanos, las ya cometidas y las que se anuncian desde el Poder central, como para permanecer indiferentes o callados, como lo están haciendo muchos actores políticos y elites empresariales e intelectuales que no dan la talla para lo que demanda la Bolivia que aspira a vivir en democracia y libertad. Estos no son tiempos para estar callados o indiferentes. Son tiempos de lucha, de voces vivas y activas, de defensa de las libertades conquistadas, todas ellas traducidas en acciones pacíficas, pero firmes y oportunas, que permitan poner freno a los excesos de poder cuando todavía hay margen y tiempo para lograrlo.

Santa Cruz, 14 de mayo 2011