El poder de Chihuahua

Economía de palabras – Humberto Vacaflor Ganam

La política de atracción de inversiones en que estaría empeñado el gobierno, según algunas de sus declaraciones, está llena de contradicciones.

El 1 de mayo, refugiado en Huanuni, el presidente Evo Morales aumentó la incertidumbre para la economía cuando dijo que no sólo hay que seguir esperando nuevas leyes de minería, de hidrocarburos y de inversiones, sino también nuevas leyes de la banca, el comercio y la industria.



Lo que todavía no ha entendido el gobierno es que anunciar el cambio de las reglas de juego de la economía crea incertidumbre, o por lo menos provoca parálisis de las inversiones previstas: todos quieren saber cuáles serán las nuevas condiciones.

Por momentos, parecería que el propio presidente entiende de qué se trata todo esto. Cuando participaba en el apresurado anuncio del descubrimiento del yacimiento de gas en Aquío, hace pocos días, dijo que su gobierno quiere alentar las inversiones.

Pero por esas mismas horas estaba llegando a Bolivia un viceministro mexicano, Rogelio Granguillhome, para pedir que se respete los derechos de la empresa Chihuahua, que fue afectada junto son SOBOCE con la reversión de acciones de Fancesa.

En esos momentos, además, Samuel Doria Medina, presidente de SOBOCE, estaba asistiendo a una audiencia legal organizada para ordenar su arresto.

Es decir que mientras el gobierno hablaba de su deseo de garantizar las inversiones privadas, el brazo punitivo seguía afectando a los empresarios nacionales y extranjeros.

El respaldo del gobierno de México a la empresa Chihuahua había logrado demorar una sentencia y estaba mostrando una enorme contradicción entre lo que dice el gobierno sobre las inversiones privadas y lo que hace en la práctica.

Los diferentes brazos que tiene el gobierno necesitan que alguien los coordine y les dé coherencia.