Se vienen los magistruchos

magistruchos Este martes, los primeros jueces en toda la historia de Bolivia surgidos de una votación de partido único serán posesionados en sus cargos, a pesar de haber sido deslegitimados por la ciudadanía a través de un aluvión de sufragios nulos y blancos.

Se trata de 56 magistrados titulares y suplentes, que pasarán a integrar el Tribunal Supremo de Justicia, el Tribunal Agroambiental, el Tribunal Constitucional Plurinacional y el Consejo de la Magistratura.

Como se recordará, estos jueces fueron seleccionados (“elegidos” no sería el término más preciso) entre ternas construidas por la mayoría oficialista de la Asamblea Legislativa Plurinacional, sin mecanismos meritocráticos creíbles ni consulta a las organizaciones profesionales de juristas del país.



Se estima que por lo menos un tercio de los postulantes estaban estrechamente ligados al partido de gobierno, al punto de que muchos desempeñaron cargos en la administración de Evo Morales.

Aunque desde un Órgano Electoral completamente sesgado se intentó ahogar toda convocatoria opositora, el voto nulo alcanzó un récord histórico, totalizando junto a los sufragios en blanco alrededor del 60% de las papeletas, contra un voto válido del 40%.

Expresión de protesta popular contra una elección amañada donde se pretendió obligar a los bolivianos a elegir entre “azul, azul y azul”, en alusión a los colores del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS).

Sin reconocer su contundente derrota del 16 de octubre, el régimen se dispone a ungir a los nuevos magistrados. Sin embargo, estos llegan a sus puestos sin la aureola de origen democrático con que se los pretendía sacramentar, con el objetivo de blindar ante la opinión internacional los eventuales fallos persecutorios contra la disidencia.

La independencia de poderes es una ficción en la Bolivia evista, ficción demasiado evidente con los jueces designados por el dedo presidencial con los que ha funcionado el Órgano Judicial en los últimos tiempos. Por lo tanto, el poder cocalero necesitaba la farsa de una justicia emanada del pueblo.

Pero la maniobra fue en gran medida neutralizada por el voto ciudadano. No serán los jueces del pueblo, sino los magistruchos…

[email protected]