Crónica: La foto de una familia poco avenida

Los 34 diplomáticos de la comunidad interamericana.  Firmes frente a las cámaras, enfundados en ponchos tarabuqueños, bajo el sol abrasador del valle cochabambino.

image La foto oficial de la 42 asamblea de la OEA. Foto: oas.org

Por JUAN CARLOS SALAZAR



Tiquipaya, 4 Jun. (ANF).- Es la hora de las sonrisas y de las palmaditas en la espalda. El momento de las bromas y la distensión. La hora de la foto de familia. La foto para la historia. La que convoca a decenas de fotógrafos y, como las que retratan a los equipos de fútbol en los instantes previos al partido del año, jamás encuentra cabida en los  medios, porque los editores, con muy buen criterio periodístico, suelen optar por la imagen instantánea en lugar de la pose acartonada. Y Tiquipaya, como ocurre en todas las cumbres que se escenifican una semana sí y otra no en el mundo entero, tuvo este lunes su momento histórico, con los 34 diplomáticos de la comunidad interamericana.  Firmes frente a las cámaras, enfundados en ponchos tarabuqueños, bajo el sol abrasador del valle cochabambino.

Los delegados a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) soportaron estoicamente no solamente el accionar de los obturadores de las cámaras, sino también sendos “discursos de ocasión” del presidente Evo Morales y del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, debido a que a los anfitriones del evento no se les ocurrió mejor idea –la agenda es amplia y el tiempo apremia- que convocarlos a la misma hora y en el mismo lugar para presentar la recién suscrita Carta Social del organismo interamericano. No venían preparados, pero querían resaltar el hito histórico. Cuestión de protocolo.

Pero es precisamente el protocolo el que está provocando las mayores sorpresas del evento. La “pasarela interamericana” de la noche inaugural, que expuso a los cancilleres y delegados al aplauso o al abucheo en función de la afinidad ideológica del público, fue la comidilla del día en los corrillos diplomáticos y la sala de prensa del hotel Regina. “Es la primera vez que veo algo así en una asamblea de la OEA”, dijo un veterano funcionario de la organización. No se refería únicamente al “desfile de cancilleres” camino al escenario del coliseo de la Universidad del Valle, sino también a la presencia de “barras bravas” entre el público que premiaron con sus ovaciones a los delegados de los países “aliados” y reprobaron con silbidos y gritos a quienes se supone que no lo son. Y, como era fácil de anticipar, Estados Unidos y Chile se llevaron la peor parte.

¿Quién planificó la sesión inaugural? Según un funcionario de la OEA, la organización del evento es responsabilidad del país anfitrión, pero la portavoz del gobierno boliviano se abstuvo de responder a un periodista que le preguntó sobre el tema. Nadie sabe tampoco quién invitó ni quién era el misterioso “delegado de Cuba”, cuya presencia fue anunciada por el “maestro de ceremonias”. La televisión tampoco lo mostró a su paso por la “pasarela”. Cuba no pertenece a la OEA ni quiere regresar a su seno, por lo que su mención provocó más de un comentario dentro y fuera del auditorio.

Menos comentarios provocaron los discursos de los presidentes Evo Morales y Rafael Correa, con sus duras críticas a las instituciones interamericanas. “No hubo ninguna sorpresa. Eran críticas esperadas”, dijo un funcionario de la OEA, acostumbrado a la maratón oratoria de todo signo que suelen registrar las asambleas desde hace más de medio siglo. Las verdaderas discrepancias, las pujas y codazos -según este funcionario-, no se dan en las sesiones plenarias, sino en las negociaciones a puertas cerradas y en los intercambios de pasillo, sin reflectores ni taquígrafos. Dejan huella en las declaraciones finales, pero tampoco se reflejan en las votaciones, porque los documentos suele llegar a las plenarias, cuando llegan, plenamente consensuados y limpios de polvo y paja. Si no, no llegan.

Y la falta de consensos tampoco está ausente en Tiquipaya. Estados Unidos, por ejemplo, no está de acuerdo con incluir la palabra “soberanía” en la Declaración de Cochabamba sobre “Seguridad alimentaria con soberanía” por la amplitud política del concepto. También hay discrepancias en torno a las reformas del sistema interamericano de derechos humanos. La prensa habla de una división entre países bolivarianos y aliados de Estados Unidos. Pero, como dijo un funcionario de la OEA, seguramente se llegará a un acuerdo sobre la declaración y los demás temas de la agenda, como ocurre en toda “familia”, incluso en las mal avenidas.