La cuestión de la coca

Rolando SchruppEs sorprendente pensar que la “Revolución Democrática y Cultual” y el “Proceso de Cambio” solo han sido estrategias de marketing para poder instalar una nueva clase privilegiada en el poder. La conspiración para derrocar los gobiernos democráticos de Goni y de Mesa (que fueron nefastos pero democráticos al fin) y la posterior confabulación para evitar el asenso al poder del Camba Vaca-Diez (que no dudó en nacionalizar los hidrocarburos) y del chapaco Cossío, solo fue para que nuevos terratenientes, agroempresarios, oligarcas y explotadores puedan acceder al aparato estatal en la consolidación y defensa de sus inversiones e intereses: la coca. Es por ello que hoy día vemos como los Barones de la Coca se campean impunes comprando todo lo que el salvaje capitalismo les ofrezca. No debe ser para menos, si el Jefe del Cártel del Chapare es el Capitán General de las Fuerzas Armadas del país, permitiendo así una suerte de Republiqueta cuyas fronteras llegan hasta San Germán. No fue necesario crear una milicia clandestina cuando se pudo asumir la formal ni tampoco se tardó en la expulsión de la DEA de por medio sopretexto de soberanía. Es tan difícil ver lo que sucede dentro de la Republiqueta del Chapare que tan solo en un par de incursiones a la frontera de San Germán dan cuentan de cientos de fábricas para la industralización de la coca en cocaína. Ha costado mucho también la construcción de los mitos para la defensa del “derecho cocalero”, cambiando la realidad de su uso exclusivo teocrático en tiempos de los Incas y su uso explotador en tiempos de la colonia y la república. Es que es su uso donde radica el problema de la cuestión de la coca donde su mercado potencial de 200 millones de consumidores en el mundo serán reducidos a condición de esclavos del vicio y un subproducto social con capacidad de hacer cualquier cosa para asegurar su consumo. Eso lo sabían muy bien los conquistadores que drogaban a la mano de obra autóctona para que no coma, no sienta frío, no tenga sueño y simplemente trabaje hasta morir en muy corto tiempo. Una revolución verdadera habría buscado como mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y no como institucionalizar el modelo de explotación basado en la estupefaciencia de la coca. Los estudios publicados por las Naciones Unidas son mas que conclusivos con respecto a los efectos dañinos en el consumo de cocaína en su estado natural (la hoja de coca) puesto que décadas después de sus publicaciones aún no han podido ser refutados técnica y científicamente como fueron planteados (ver UNITED NATIONS, Report of the Commission of Enquiry on the Coca Leaf, May 1950, Economic and Social Council, Official Records, Fifth Year: Twelfth Session, 192 páginas). Tampoco se puede negar nuestro sentimiento de frustración de los ciudadanos decentes que tenemos que aguantar ver nuestro trabajo honrado menospreciado al lado de los nuevos que ricos que aparecen como hongos en nuestra sociedad. Eso sin mencionar el sufrimiento que vivimos en una realidad cada día mas violenta y con menos moral, víctima de los efectos secundarios de los subproductos del narcotráfico. Y es que la moral tiende a desaparecer mientras Morales siga defendiendo los intereses de este nuevo grupo de poder, pues incluso hemos visto como será el poder de los terratenientes de la rosca cocalera que no importa ni la intangibilidad de un parque nacional, ni el derecho de los pueblos Cambas sobre su territorio, ni la decencia de no apalear, gasificar y ultrajar hombres, mujeres y niños, con tal de conseguir ampliar la frontera agrícola de la coca mediante la construcción de una carretera que ya suma varios muertos. A este paso, esto no será solamente un proyecto de país fracasado, sino también un proyecto de sociedad fracasado, si es que aún no estamos ahí. Semanario Uno – Santa Cruz