Tipnis, la dignidad salvada

Daniel Pasquier RiveroEl presidente Evo parece no haberse enterado de la calidad de los reclamos indígenas. A releer la CPE, a ratos da la impresión de que el gobierno no conoce ni las tapas. Tratan de confundir “propiedad colectiva” con “propiedad individual” en el caso de los colonos (cocaleros en su mayoría) asentados en el Polígono 7, fuera del TIPNIS. Los unos tienen derechos constitucionales colectivos y su marcha, al igual que la del 2011, trata de hacerlos efectivos. Para eso vienen marchando 22 años. Los otros son dueños de las 200.000 has que fueron transferidas a su favor. Pero quieren más.Confunden el discurso sobre lo originario. Por mucho tiempo e intenciones, un asentamiento de colonos, no se transforma en originario. Como en los tiempos de la Colonia, llegaron de otra parte, ajenos al territorio y asentados legal o ilegalmente, siguen siendo “colonos”, como Pizarro y Cía. La coca, aunque se le arroguen poderes mágicos, no transforma a un colono en originario. Es ilegal e insostenible el empeño del gobierno en sentar a los pobladores del CONISUR, de igual a igual, con los indígenas originarios del TIPNIS.En qué CPE se habla de una “consulta previa” después de haber firmado financiamiento, para una carretera sin ficha ambiental ni proyecto final. Además, ya iniciada, condicionando el trazo del Tramo II, en discusión. Porfiar en el empeño levanta muchas dudas. Se habla de intereses, pero lo más claro es la presencia de cocaleros en apronte para saltar la “línea roja” definida con anterioridad por las autoridades pertinentes, y aceptada por ellos, justamente para frenar el avasallamiento del resto del parque.El proyecto cocalero ha entrado sistemáticamente a todos los parques nacionales, lo del TIPNIS no es nuevo. Territorio, en continuidad desde el Madidi (enlazado al Perú) al Amboró, zona casi libre de la presencia del Estado y sus órganos de control y fiscalización. El gobierno mostró “pistas” ¿clandestinas? en el TIPNIS, para apuntar sospechas sobre los indígenas. Pero, si ya sabía de su existencia, ¿por qué no actuó antes? El país espera respuestas.El Vice parece desorientado. Vio las papas quemar, en las puertas de su oficina en La Paz, y corre a reunión de emergencia en el Chapare. ¿El centro del poder? Si el gobierno reclama ser “invencible”, ¿para qué llamar a los cocaleros a defender el proceso de cambio? Serán verdad los resultados de las encuestas; el 60-70% del país está disconformes con el actual gobierno, incluyendo El Alto. Les mostró, en plan beatífico, cómo se insulta al Presidente por las redes sociales y el “métanlo en sus corazones” sonó a patético. En los medios hay debates que mantienen respeto, altura conceptual y firmeza argumentativa. Que los oficialistas no siempre ganen, es otro cantar.Donde el Vice se equivoca de plano es tocando la fibra de los cocaleros con el “insulto” de narcotraficantes. Para todos, incluidos organismos internacionales especializados en el tema, la coca excedentaria, en especial la del Chapare, el 85-90% va a las factorías de la droga. Los mismos cocaleros lo saben. Más de uno combina el ser plantador de coca con tener en su mismo cato procesamiento de cocaína. El caso más notable es el del representante del CONISUR, procesado por la Ley 1008.Los indígenas del TIPNIS marcharon 62 días, recorrieron 600 kms hasta llegar a La Paz, donde aguantaron otros 14, todo tipo de vejámenes. Nunca cambiaron de actitud ni de discurso: pidieron diálogo con el presidente, sin condiciones. Por ello los gasificaron, los rociaron con el Neptuno y, por último, los dividieron. Los oficialistas fueron “sin marcha” a firmar un acuerdo con el gobierno. A los marchistas nunca, el recién reelegido presidente de las seis federaciones de cocaleros, se dignó recibirlos.El ministro C. Romero es impresionante. De asesor del movimiento indígena por años, de eso probablemente vivía, pasa a ser el hombre que los combate en su batalla principal y “digita” con quién hablar: no con los dirigentes de la IX Marcha. Todas las excusas para discriminarlos han sido caprichosas y llenan el diccionario, como si a él no le pudieran discriminar por orejón, ser de ojos saltones o tener la decisión tomada: destruir el TIPNIS. Se entiende, está para cumplir órdenes. Lo dijo el Presidente, la carretera se hace “sí o sí” o, en términos más directos y menos democráticos, “me río” de los que hablan de una alternativa al trazado de la carretera que atravesará el corazón del TIPNIS. El margen de negociación no existió desde el principio.J.R. Quintana ocupa el último número de VEJA. Se lo vincula con un narcotraficante actualmente preso en Brasil. El gobierno declaró de “infame” a la publicación, como cuando se calificó de “desatinada” la decisión de Brasil concediendo asilo al senador R. Pinto. Con 1.2 millones de ejemplares semanales, la tercera del mundo, sabe lo que hace. Para los bolivianos, lo que corresponde es ordenar una investigación exhaustiva y transparente e inmediata. Lo aconsejable sería, práctica del gobierno con aquellos a los que denuncia de algo, que el ministro deje el cargo temporalmente para defenderse. Es el segundo hombre, sólo después de Evo. No “identificar” su persona con el gobierno y menos con el país. Eso sí sería un desatino. Sin embargo, su frase críptica: “Si liquidan políticamente al ministro de la Presidencia indirectamente están afectando al Presidente”; suspenso. Más lúcido es: una autoridad cuestionada afecta a la imagen del gobierno y del país. Eso no se arregla utilizando a la Embajada de Bolivia.Los marchistas del TIPNIS nos devuelven la dignidad. El narcotráfico afecta a millones de seres humanos. Pretender desarrollo en base inmoral e ilegal no augura nada bueno. Volvamos a P. Neruda: “Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños”.El Día – Santa Cruz