Señales de angustia

Economía de palabras – Humberto Vacaflor Ganam

Que el gobierno disponga anular 30% del crédito fiscal de las facturas de compra de carburantes, o que ordene al SIN aumentar en 2013 en 30% las recaudaciones, son señales de alguna angustia interna.

Que se pongan trabas a la ejecución de inversiones de las gobernaciones y alcaldías para poder revertir esos recursos al gobierno central, o que se pague la Renta Dignidad con dineros de la gobernaciones, es angustioso.



Pero, además, que las autoridades del sistema económico hayan decidido acusar de prevaricato a (sus) jueces, vocales y fiscales, acusándolos de no haber sido suficientemente severos con los evasores de impuestos, está para ponerse a rezar.

Quiere decir que las cuentas fiscales están en rojo a pesar de que este gobierno recibió en cinco años la misma cantidad de recursos que recibieron, juntos, los gobiernos de los últimos veinte años.

Es decir que con estas señales de angustia se está admitiendo que el gobierno ha despilfarrado la más grande cantidad de recursos que han llegado a una sola gestión desde 1825.

Ricardo López Murphy, ex-ministro argentino de Economía, es el único economista que nos ayuda a entender esto. En una entrevista del programa No Mentirás dijo a Jimena Antelo que los bolivianos tendrían que hacer un ejercicio sencillo para saber cómo ha sido el desempeño económico del gobierno actual.

El ejercicio consiste en preguntarse si las inversiones crecieron en la misma proporción que los ingresos fabulosos recibidos por el país por los precios altos de las materias primas que exporta.

La respuesta es que no, que no se hicieron inversiones en volúmenes proporcionales al incremento del ingreso por exportaciones.

Los “elementos fortuitos” que permiten al gobierno “disfrutar de la aventura de tener suerte”, mientras los anteriores gobiernos “tuvieron muy mala fortuna”, no fueron aprovechados, por lo menos para atraer inversiones.

Conclusión: que el gobierno ha malgastado tantos recursos y ahora se ve en la perspectiva de que esas fabulosas fortunas ya no le bastan para cubrir sus elevadísimos gastos. Si se acaba esta situación fortuita, el país estará en rojo, lo que explica la angustia recaudadora que se observa ahora.

El gobierno tuvo muy buena suerte pero el país no, porque le tocó un gobierno malo. ¡Qué mala suerte tiene el país! Cuando llegan estas buenas rachas de precios siempre le tocan gobiernos ineptos.