Cada vez más ex parejas logran afianzar la amistad tras la separación

Según los especialistas, es un signo de “buena salud mental” y depende de la madurez de los involucrados.

El amor después del amor, tal vez se parezca a ese rayo de sol de Fito Páez, capaz de echar luz sobre la tormenta. Terminar una relación casi siempre es traumático, pero cada vez más parejas optan por salvar el afecto. Así, después del duelo natural de la ruptura, puede venir la aceptación y un cariño renovado. A veces, una amistad.

La discusión es eterna: ¿se puede ser amigo de un ex? ¿es viable y sano llevarse bien? Una encuesta a hombres y mujeres de entre 18 y 70 años –exclusiva para Clarín –, elaborada por el Programa de Opinión Pública de la Universidad Abierta Interamericana, reveló que para el 54,3% de las personas es posible mantener una amistad después de la ruptura. De hecho, el 45,4% de los encuestados conserva una relación amistosa o cordial con una pareja pasada y el 56% conoce a alguien que es amigo de su ex.



Para los expertos, es muy positivo que una pareja “termine bien”. “Se dice que en la necesidad se conoce la amistad, y cuando una pareja se divorcia y consigue un vínculo de unión amistosa después del proceso doloroso, se habrá ganado el mayor premio de la vida”, opina la licenciada Any Krieger, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

La amistad después del amor es un indicio de salud mental “óptima”, según la especialista. Lo contrario –y lo frecuente, por desgracia–, es estancarse en el odio: “No poder salirse de él implica un duelo fallido y la imposibilidad de reconstruir una nueva vida sentimental, ya que las personas en su rencor quedan fijadas a sus ex”, señala Krieger.

María Cornú Labat, abogada especialista en mediación de familia, afirma que “se ven muchas parejas que se separan de manera civilizada”. Opina que es, a la vez, un signo de que algo está pasando: “Se llega al matrimonio de manera más light , con individualismo y menos tolerancia. Esto se evidencia en separaciones light”.

El doctor Osvaldo Ortemberg, abogado de familia, coincide que los divorcios son menos polémicos que antes. “Vemos parejas que se separan en buenos términos. Son las que no vuelven. Pero aún no son la mayoría”, detalla.

Parecería lógico: si uno eligió al otro, si llegó a amarlo, ¿por qué es tan increíble concebir que el cariño sobreviva? “El haberse conocido íntimamente, el haber pasado una etapa juntos de la vida, a veces es un estímulo no para el rencor y la rabia, sino para el afecto y la gratitud por lo vivido”, destaca el psicólogo Miguel Espeche.

Los más beneficiados de esta ecuación suelen ser los hijos, víctimas involuntarias de las decisiones de sus padres. “Hay muchos casos de amistad de quienes han sido pareja y, en muchas ocasiones, ese afecto y respeto ayuda mucho, sobre todo, cuando hay hijos en común”, afirma Espeche.

El contexto colabora. Hoy, las familias ensambladas se aceptan: los tuyos, los míos, los nuestros, tu ex y el mío. “Con las nuevas configuraciones familiares, hay una tendencia a aceptar el amor después del amor”, enfatiza Krieger.

La tecnología es otro facilitador. No hay excusas para no seguir conectados de alguna manera.

Distinta es la opinión de la psicóloga Flabia Vit, especialista en terapia de pareja y sexualidad. Sostiene que una relación “amistosa” entre los ex no debe confundirse con una amistad “real”: “Una pareja podrá llevarse bien, si se separó en términos de respeto en homenaje a lo vivido juntos, pero la amistad encierra otro tipo de vínculo, donde priman intereses sociales, laborales o históricos”. Sí coincide con sus colegas en los beneficios de lograr una relación respetuosa o amigable, sobre todo si hay hijos: “Mantener una relación positiva con la ex pareja es sanear enojos y aceptar que algo terminó. Poder soltar no sólo al otro, sino a la ilusión de lo que no pudo ser, es indicador de salud psicológica”.

Tal vez, la amistad sea un poco como el flechazo: se consigue en parte porque “se da” y en parte por decisión. “Depende de un acuerdo entre ambos. Cada caso está sujeto a la madurez de los involucrados”, opina Krieger. Eso sí: aclara que la condición para ser amigo de un ex es que la “corriente erótica” quede sepultada por la “corriente tierna”. Nada de “amigos con beneficios”; esa es otra cuestión.

Para Espeche, la clave está en “soltar las expectativas que al no cumplirse hicieron que la pareja cayera”. Enfrentar la pena o el enojo de la ruptura con diálogo y comprensión será esencial para forjar el nuevo vínculo amigable, según Vit. Será que al amor después del amor hay que encontrarlo, como dice el clásico de Fito, “en la esencia de las almas, en la ausencia del dolor”.

“Siempre nos llevamos bien, incluso después de nuestro final”

Crecer juntos. Nieves y Javier se conocieron en séptimo grado.

Javier fue su primer amor. “Lo perseguía cuando estaba en 7° grado, pero recién me dio bola en 4° año”, cuenta María Nieves Pellegrino, de 27 años. Cuando tenían 16 y 20, se pusieron de novios. Pero el amor duró poco, apenas 5 años, aunque no se esfumó del todo: les quedaría un cariño entrañable y una buena amistad. “La amistad no llegó fácilmente: se logró luego de meses (o años) después de separarnos. Al principio estaba seguro de que no se podía, pero el tiempo nos alecciona y enseña que la palabra nunca es demasiado. El tiempo trabaja en formas misteriosas, logra que las cosas importantes tengan más relevancia que los rencores”, relata y opina Javier. “Si estuvimos 5 años juntos es porque logramos nutrirnos uno del otro; ¿por qué dejar de hacerlo?”, pregunta.

Nieves destaca que siempre se llevaron bien, “desde un principio y después del final”. “Nos tocó crecer juntos, y siempre fuimos unidos. Javier no es simplemente un ex novio para mí; yo crecí con él, desarrollé mi personalidad y aprendí un montón de cosas. Tuvimos una relación sana y creo que esa fue la clave de nuestra amistad posterior. Ahora podemos decir que somos muy buenos amigos. Siempre supe que, de una forma u otra, íbamos a seguir en contacto”, asegura ella.

Javier, de 31 años, vive en Don Torcuato, donde es profesor de Educación Física, mientras que Nieves se instaló bien lejos, en Australia. “En el último tiempo que estuvo en el país nos juntábamos a tomar mate o a comer algo”, cuenta Javier. Hoy, la ex pareja se mantiene conectada a la distancia por mail o Facebook. “Por suerte existe la tecnología –expresa Nieves–. La relación se mantiene tan cotidiana (o más) que como cuando vivíamos en el mismo barrio”.

“Aprendimos que todo no es desechable después de un divorcio”

Ayuda. Después de casi 8 años juntos, siguen apoyándose si hace falta.

Oscar, de 56 años, y Claudia, de 48, estuvieron casados entre 1992 y 1999, y tuvieron un hijo, Juan Manuel. Tras el divorcio, reconocen, les llevó un tiempo recomponer el vínculo: “Los primeros años mantuvimos una relación ‘educada’. Las heridas están muy abiertas y cualquier palabra o gesto de más enciende un volcán”, asegura Claudia. Por el bien de Juan Manuel, nunca estuvieron en pie de guerra. “El dolor está, existe. Acrecentarlo con broncas u odios no sirve para nada, se puede decir que sólo empeora la situación. A nosotros, especialmente, nos acercó el pensar que no éramos las únicas víctimas de la decisión y por eso optamos por resguardar lo más importante: nuestro hijo. Esa fue la tarea que nos propusimos que, con el tiempo, nos llevó a tener una muy buena relación”, destaca Oscar, que opina que “aprendimos que es un error pensar que todo es desechable cuando hay un divorcio”.

“Creo que el mayor desafío cuando uno no pudo evitar el fracaso del matrimonio es el de volver a querer a esa persona desde otro lugar. Perdonar, sanar, dejar atrás, tener una mirada compasiva”, sostiene Claudia, que con el tiempo rehizo su vida. Ahora está nuevamente casada y fue madre por segunda vez, de su hija Victoria.

Ella sostiene que con su ex Oscar no son “amigos” en el sentido de juntarse para charlar y tomar un café, pero resalta que se ayudan mucho. “Cuando estaba por dar un paso importante, comprar mi casa y tuve un problema, fue Oscar el que nos ayudó a solucionarlo. Y él también ha pasado alguna Navidad con nosotros cuando estuvo solo. Sabe que si necesita algo yo estoy, y yo también lo sé –concluye–. Después de todo, los dos sabemos y tenemos claro que permaneceremos unidos por siempre en nuestro hijo”.

POR MARIANA ISRAEL – clarin.com