“Es difícil administrar una elección si hay desconfianza ciudadana”

Salvador Romero Ballivián, expresidente de la Corte Nacional Electoral de Bolivia dice que el tema de las elecciones es básicamente de confianza pública.

imageSalvador Romero obtuvo el doctorado en el Instituto de Estudios Políticos de Paris.Foto Página Siete.

PÁGINA SIETE, La Paz



«El tema de las elecciones es fundamentalmente  un tema de confianza”, dice Salvador Romero Ballivián, expresidente de la Corte Nacional Electoral (2006-2008), al comentar el proceso político que deberá culminar con los comicios  de octubre próximo.

«Es muy difícil administrar un proceso electoral si  hay desconfianza ciudadana”, subraya.

Romero Ballivián, quien reside desde hace dos años en Honduras, donde dirige el Instituto Nacional Demócrata, asistió al desayuno de Página Siete durante una visita a La Paz para presentar su libro  Mi padre, última tarde.

Aunque prefiere no opinar sobre sus sucesores en el Órgano Electoral ni sobre las críticas que se les formula, afirma que «cuando falta confianza,   cuando hay dudas sobre quien administra el proceso electoral,  cualquier tema es inmediatamente centro de polémica,  de sospecha y es un elemento que genera tensión”.

Página Siete.- Estamos a seis meses de las elecciones, ¿cómo ve el panorama electoral?

Tenemos un sistema de partidos que tiene un polo dominante, muy fuerte, que gira alrededor del MAS, frente al conjunto de los otros partidos que de manera individual no  logran competir con el MAS. Uno de los desafíos del país es la reconstrucción del sistema de partidos. Hay partidos políticos, pero el sistema de partidos todavía no ha logrado recomponerse.

Página Siete.- ¿Estamos transitando hacia un nuevo sistema de partidos?

Para tener un sistema de partidos consolidado se necesitan reglas que ayuden  a su construcción. Depende también de la correlación de fuerzas y finalmente de la voluntad de los actores. Entre los años 50 y los 60 del siglo pasado, hubo un partido hegemónico que no concebía, en la práctica, la alternancia, aunque organizaba elecciones de manera regular y que en un sentido amplio, democratizó la sociedad. Entre la década de los 80 y primeros años del siglo XXI, desde el Estado y la sociedad, se hizo un esfuerzo por construir un sistema de partidos competitivo e institucionalizado. Ese sistema colapsó el año 2005. Ahora se observa que todavía no se rearmado un sistema de partidos y el asunto no pareciera figurar como prioridad en la agenda.

Página Siete.- Si  la reconstrucción del sistema depende de las reglas de juego. ¿Cómo ve las reglas de juego actuales?

Algunas reglas permanecen: por ejemplo, la ley de partidos. Algunas innovaciones importantes todavía no han tenido oportunidad de aplicarse, como la segunda vuelta presidencial. Ella genera efectos importantes sobre los partidos y el sistema de partidos, pues tiende a generar bloques, no un sistema bipartidista pero sí bipolar. Otros cambios tienen que ver con la correlación de fuerzas. Entre 1985 y 2005, los partidos tendían a aliarse por necesidad, para garantizar un mínimo de gobernabilidad parlamentaria. Hoy estamos en una figura distinta, porque un partido tiene por sí solo la mayoría en el Congreso. Esto no tiene que ver con las reglas, sino con la correlación de fuerzas. Habría que ver cómo funcionan las nuevas reglas constitucionales y electorales si el partido ganador no obtuviese la mayoría absoluta en la Asamblea. Probablemente se volvería a un mecanismo de alianzas.

Página Siete.- ¿Cómo ve a los árbitros actuales en relación a su propia  experiencia en la Corte Electoral?

Si me permiten, yo prefiero no opinar sobre sucesores míos en un puesto en el que yo he estado.

Página Siete. – Al margen de las autoridades de la institución, hay mecanismos, reglas y otros escenarios que marcan el trabajo del Órgano Electoral en relación al pasado…

Tenemos dos grandes lógicas democráticas en la historia boliviana. Una, después de la revolución de 1952. Da una connotación de democracia a la voluntad de la mayoría y a políticas públicas que define como la expresión del Estado y la nación. La revolución de 1952 se percibe como un gran proceso de democratización, porque entiende que está respondiendo a un anhelo de la mayoría, y en ese esquema las reglas, los procedimientos y las instituciones son secundarios. La otra cubre el periodo que va desde el retorno a la democracia hasta principio del 2000. El contenido democrático está definido menos por las políticas públicas que se aplican que en el seguimiento de las reglas y procedimientos, del establecimiento de pesos y contrapesos, así como en la creación de árbitros imparciales que hagan cumplir esas reglas. El énfasis está puesto en las reglas y por eso la institucionalidad es clave. Hoy estamos en un escenario que tiene rasgos del país de los 50, de esta cultura donde lo importante es la expresión mayoritaria, que  predomina sobre las reglas y sobre los árbitros. Son dos visiones que están presentes en la cultura política boliviana, y que alternan y a veces conviven.

Página Siete. – Un tema de gran polémica es el uso de los recursos  del Estado por parte del partido oficialista. ¿Cómo se controla esto?

Este es uno de los desafíos más difíciles que tiene la democracia, no solamente Bolivia, sino en Latinoamérica: cómo controlar el flujo de recursos a las campañas políticas y cómo controlar la participación del gobierno y del poder ejecutivo en las campañas. Se requieren reglas claras, sin las cuales es muy difícil ejercer controles. También es indispensable que quienes están encargados de hacerlas cumplir tengan la suficiente fortaleza para hacerlo. Juega igualmente la cultura política y el comportamiento de los actores políticos. Por supuesto, este tema adquiere ribetes más complejos en los países donde está autorizada la reelección presidencial. La prohibición de la reelección ayuda indirectamente a controlar la participación activa del Poder Ejecutivo en las elecciones. Pero este no es un tema exclusivo de Bolivia.

Página Siete. – La independencia del organismo electoral es determinante…

Es clave. Si me permiten una analogía, la situación se parece a la de un banco. Un banco vive y funciona en el medida que la gente le tenga confianza y sienta que sus depósitos están bien administrados. Cuando hay dudas, aunque no estén fundadas, el banco se encuentra en una situación crítica. Simplemente es un tema de confianza. En el proceso electoral ocurre lo mismo. Es muy difícil administrar un proceso electoral si hay desconfianza ciudadana. El árbitro debe ser confiable para la ciudadanía y para los actores, debe actuar con imparcialidad y transparencia en cada circunstancia, necesita comportarse con independencia ante los partidos y los otros Poderes del Estado. La confianza se construye día a día y lo dramático es que un capital acumulado en años puede perderse fácilmente.

Página Siete – La oposición ha expresado dudas respecto al padrón electoral…

Es fundamental que el organismo que controla el padrón electoral ponga a disposición toda la información, porque si los partidos no  tienen la posibilidad de efectuar auditorías, esto inmediatamente genera dudas. Éste es un tema clave  para que haya confianza. El tema de las elecciones es fundamentalmente  un tema de confianza. Es decir,  cuando hay confianza en el árbitro, en quien organiza  el proceso electoral, cuando la ciudadanía y los actores políticos parten del principio de que hay buena fe en la administración del proceso electoral y hay confianza en quien dirige la elección, incluso hay tolerancia con los errores, porque se entiende que son errores y que ha habido buena fe en el comportamiento. Cuando falta confianza,   cuando hay dudas sobre quien administra el proceso electoral,  cualquier tema es inmediatamente centro de polémica, centro de sospecha y es un elemento que genera tensión. Incluso si se hacen bien las cosas, cuando falta confianza todo es puesto en tela de duda.

Página Siete.- ¿Es fácil hacer fraude en Bolivia?

El sistema boliviano  es muy confiable.

¿Es posible un fraude?: “El sistema electoral boliviano es muy confiable”

«El sistema electoral boliviano  es muy confiable”, dice Romero, al responder a la pregunta sobre las posibilidades de un fraude.

«Es un sistema extremadamente sencillo en todos sus procedimientos de votación, involucra de una manera muy activa a la ciudadanía y permite hacer un seguimiento y un monitoreo de las fases cruciales del proceso, porque está muy abierto a los partidos y organizaciones de la sociedad civil”, sostiene.

Por otra parte, dice que «el voto manual ofrece, igual que el electrónico, idénticas garantías”. «No creo que haya más riesgo de fraude con el voto electrónico que con un sistema manual. Si hay los  adecuados controles,  es un sistema extremadamente confiable”, añade.

«El voto electrónico tiene mucho de acto de fe”, dice. El tema no es técnico, sino de confianza pública y política, «la confianza en que la máquina  ha registrado exactamente lo que se ha votado y que no hay ningún tipo de manipulación”.

En relación al voto en el exterior, como otra posibilidad de fraude, cree que «hay muchas veces un sobredimensionamiento de las expectativas y los temores”, pero que «salvo que las diferencias fuesen muy estrechas, el voto en el exterior tiene un peso poco importante; sin embargo, lo importante es asegurar el derecho al voto de los bolivianos y garantizar el secreto y la libertad del sufragio.