Los venezolanos y la democracia

Emilio J. Cárdenas*

EMILIO-CARDENAS-GRANDE Para los distintos organismos regionales, Venezuela sigue siendo una democracia. Por ello esos organismos entienden que hoy no hay razón alguna para recurrir a las distintas "cláusulas democráticas", respecto de lo que sucede en Venezuela, donde existe un gobierno totalitario que ha deformado a la democracia hasta hacerla irreconocible. En Venezuela existe un gobierno totalitario que ha deformado a la democracia hasta hacerla irreconocible, colonizando al Poder Judicial, que no es independiente ni imparcial, y transformando al Poder Legislativo en poco más que un solícito mandadero del Ejecutivo, sin voz, ni pensar propios. Lamentable, pero esto es así. Esa y no otra es la verdad, pese a que algunos personajes, como Heraldo Muñoz, el nuevo Canciller chileno, llamativamente no lo crea.

Una encuesta reciente del “Instituto Venezolano de Análisis de Datos” (IVAD), finalizada el 25 de marzo pasado, acaba de comprobar que es lo que piensan, de su difícil situación, los propios venezolanos. Opinión que no es un tema menor, por supuesto. Hablamos nada menos que del blanco mismo de los crímenes de lesa humanidad de los que es responsable Nicolás Maduro, reiteradamente cometidos a lo largo de dos meses de violenta represión de las protestas de una población harta de la incapacidad de un gobierno pésimo que la ha sometido a toda suerte de vejámenes e incomodidades, consecuencia de sus caprichos y de su evidente incapacidad para gobernar.



Según la encuesta, el 55% de los venezolanos cree que su gobierno no es democrático. Así de claro. Una inequívoca mayoría, entonces. Esto ocurre, cabe señalar, en todos, absolutamente todos, los segmentos sociales. Entre los más ricos, los de clase media, y también entre los más pobres, donde también hay una mayoría clara que sostiene que ya no vive en democracia.

La encuesta en cuestión comprueba que apenas un 33% de los entrevistados dice ser “chavista”. Un 37%, en cambio, no dudan en tildarse ahora de opositores. Más prudente, un 27% prefiere mantenerse en la neutralidad, recurriendo a auto-definirse como “independientes”. En una sociedad con enorme control policial, donde la intimidación y las delaciones son, como en Cuba, moneda corriente, esto es obvio y explicable.

En sólo dos meses de represión salvaje, el “chavismo” perdió ocho puntos porcentuales, en una notoria caída de popularidad que refleja el rechazo tajante de una clara mayoría de su pueblo.

El 72% de los venezolanos, que no son ciegos, considera que su país vive una situación “negativa”. Que está mal, entonces.

Un 68% de ellos define a la situación económica en la que están sumergidos como “mala”. Y un 53% imputa directamente la responsabilidad de lo que sucede al gobierno, que no ha podido sacarse ese lazo, pese a sus denuncias de presuntos complots, a los que asigna alegremente responsabilidad por la tragedia que, de pronto, ha caído sobre Venezuela. Como si el gobierno nada tuviera que ver con la conducción de la cosa pública.

Por esto, un 61% de los venezolanos quiere que se convoque a una Asamblea Constituyente para así poder renovar los poderes públicos y permitir un cambio de políticas. Sin embargo, un 41% de los entrevistados no apoya una renuncia de Nicolás Maduro, que debe obviamente “hacerse cargo”, esto es “asumir la responsabilidad” que le corresponde por el inocultable desastre al que ha llevado, paso a paso e irresponsablemente, a Venezuela.

Para el 57% de los venezolanos las protestas son ciertamente genuinas y, es más, una expresión del profundo descontento social que existe respecto del “chavismo”. Apenas un 30% de los entrevistados sostiene que ellas son fruto de alguna conjura extraña o de manipulación política. Son pocos, queda visto, los que “comen vidrio” y lo siguen haciendo, pese al desastre.

Lo más grave que surge de la reciente encuesta del IVAD es que nada menos que un sólido 62,5% de los entrevistados afirma que las fuerzas de seguridad “chavistas” recurren sistemáticamente a la tortura contra quienes protestan. Sólo un escuálido 26% sostiene que no hay torturas en las prisiones venezolanas. Nada. No sorprende, hasta la Defensora del Pueblo de Venezuela se ha animado a sostener que las torturas dependiendo de las circunstancias, pueden no ser condenables. De horror. Pero esto es obviamente lo que creen quienes defienden, sin advertir la gravedad de lo que hacen, el conocido “componente criminal” del marxismo totalitario.

*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

El Diario Exterior – Madrid