Obnubilados por una Cumbre

Maggy Talavera

maggy-talavera Las últimas dos semanas han sido días de ofuscación en Bolivia, sobre todo en Santa Cruz de la Sierra, sede de la Cumbre del G77+China. Tan altisonante fue la parafernalia que acompañó al evento, que fue casi imposible analizar los pros y los contras de una reunión traída a la capital cruceña con un claro interés político y electoral por parte del Gobierno central, a la que se adhirieron con entusiasmo empresarios, políticos y hasta periodistas, vapuleados a diario por autoridades y funcionarios gubernamentales.

Hay quienes rescatan -entre los pros- el reinicio del debate de un nuevo orden mundial y, en el caso específico de los regímenes que hablan de un "socialismo del siglo XXI”, el intento de encumbrar a un nuevo líder en reemplazo de Hugo Chávez.



En lo que respecta al ámbito doméstico, no hay duda de que los pros se miden más bien por los réditos políticos logrados por el oficialismo y las ganancias económicas obtenidas por privados-privados y privados-públicos, gracias a los 75 millones de dólares que, según el Ejecutivo, costó la realización de esta Cumbre en Santa Cruz de la Sierra.

De esos ‘pros’ se ha hablado mucho en los medios tradicionales del país (hubo escasa repercusión en la prensa internacional). Incluso hasta el hartazgo y, en ocasiones, con distorsiones, vaya una a saber por qué: si por ceguera fortuita provocada por los fuegos de artificio muy bien administrados por el Ejecutivo, o una consciente decisión de cerrar los ojos, dada las ventajas económicas ofrecidas por la coyuntura.

Basta revisar titulares para percibir que hubo casi uniformidad en las publicaciones, en las que poco se habló de los contras o críticas generadas por el despilfarro de recursos públicos. Digo despilfarro a sabiendas que los defensores de la Cumbre en Bolivia dirán que no hubo tal, que lo que hubo fue "inversión” y que insistir en lo contrario es nomás pura mala leche.

Entre lo que se considera inversión están los millones ejecutados para obras públicas necesarias, con o sin Cumbre, además de otros para acabar obras rezagadas. Tal vez, incluso, consideren "inversión” los más de 49 millones de bolivianos dispuestos por decreto, la mayor parte de ellos para cubrir "pasajes y viáticos de personalidades, intelectuales, notables y representantes debidamente acreditados a la Cumbre…”.

No hay que ser economista para percibir que esos siete millones de dólares no pueden ser inversión, sino gasto; un gasto que demuestra, además, la urgencia que tenían los anfitriones de asegurar la llegada de las delegaciones oficiales. Sin ignorar otro dato: muchas de las obras previstas "para la Cumbre” fueron tan improvisadas que no aguantaron la primera tormenta caída sobre la ciudad. ¡Ah, y una joyita de yapa!

Es cierto que queda pendiente un trabajo serio de costo-beneficio para demostrar, con datos fríos, qué fue lo que dejó la Cumbre del G77+China en Bolivia. Por lo pronto, y visto los hechos que marcaron el evento, hay más costos que beneficios, si se considera al Tesoro General del Estado, que es el que ha puesto los quintos.

Está claro que las ganancias han sido económicas, sobre todo para un sector de la defenestrada empresa privada, aunque también para algunas reparticiones y funcionarios públicos a cargo de la ejecución presupuestaria de emergencia dispuesta para la Cumbre, y también políticas, en especial para el MAS, que ha aprovechado de manera extraordinaria la oportunidad para ganar terreno en su hasta hace poco arisco campo electoral cruceño.

Desde los sectores de oposición hubo algunos intentos de cosechar alguito a su favor, como trató de hacerlo el gobernador cruceño Rubén Costas al meter un breve párrafo en su discurso aludiendo a los exiliados, perseguidos políticos y presos sin sentencia, pero hasta por ahí nomás.

Nadie se acordó de Beni, postrado hasta hoy, pese a las secuelas que sigue padeciendo por los desastres naturales sufridos entre diciembre y marzo. Y más aún: nadie se atrevió a poner en evidencia la gran paradoja planteada por la elección del lugar sede del encuentro, el campo de Fexpocruz, que pasó de ser "nido de terroristas” y "separatistas” a ser el escenario ideal para el gran encuentro.

Página Siete – La Paz