Profundizando dos puntos de la libertad

Roberto Ortiz Ortiz*

RORTIZ Primer punto: El hombre no nace libre.

El hombre nace como una criatura débil e indefensa, que sin la protección de sus padres y la protección que brinda la sociedad a sus padres, no podría sobrevivir. Por lo tanto, ¿qué significa libertad dentro de una sociedad? Pues -según Ludwig Von Mises, uno de los principales forjadores de la escuela austriaca de economía- “La libertad en sociedad significa que un hombre depende de otros tanto como otros dependen de él”.



De esta forma es que en la libertad económica no existen los malvados hombres de negocios, dueños y patrones de todo el sistema económico. Esto es una simple ilusión del marxismo. Los verdaderos amos y patrones del sistema económico son los consumidores, pues cuando estos deciden dejar de apoyar con su compra a cualquier rama de la industria, los hombres de negocios se ven obligados a abandonar su eminente posición en el sistema económico o adaptar su actividad a los caprichos y deseos del consumidor. A todo esto el gran economista francés Frédéric Bastiat llamó: “Lo que se ve y lo que no se ve”. Podemos ver diariamente a los hombres de negocios dar órdenes que se cumplen en ese mismo instante, sin embargo, no podemos ver a simple vista como los consumidores dan órdenes a los hombres de negocios. Es necesario entender que para comprender el funcionamiento del sistema económico debemos ocuparnos, no solo de las cosas que se puedan ver, sino de prestar mucha atención a las cosas que no pueden percibirse directamente.

Segundo punto: Los seres humanos libres cometemos errores.

Reconocemos, por supuesto, que es bueno impedir que la gente perjudique su salud bebiendo o fumando. Pero una vez que admitimos eso, estamos dando cabida a que otros digan: ¿Acaso el cuerpo lo es todo? ¿No es la mente del hombre mucho más importante que el cuerpo?

Si otorgamos al gobierno el derecho a decidir que es bueno o malo para nuestro cuerpo, no podríamos concluir nunca en algún argumento valedero para replicar a la gente que piense que la mente es más importante que el cuerpo: el hombre sufre un daño mucho más grande al leer libros malos, escuchar mala música o ver malas películas. Y así otorgamos al gobierno el derecho de impedir que cometamos errores, además de cultivarles una arrogancia irreversible.

La libertad implica realmente la libertad para cometer errores, siempre y cuando estos no afecten a los que nos rodean. Podemos criticar duramente y de innumerables formas la manera en que actúan nuestros conciudadanos con su cuerpo y mente. Podemos escribir columnas de opinión, crear organizaciones, protestar en la calle, pronunciar discursos y hasta escribir libros pero nunca tratar de imponer nuestra voluntad por medio de la fuerza y el poder.

*Estudiante de ingeniería comercial