La década dorada

Pedro ShimoseshimoseNada más concluir el sufragio, los políticos han salido en tromba hacia los comicios de marzo, en los que serán elegidos gobernadores y alcaldes. ¿Cuándo gobiernan los que dicen que gobiernan? Ellos están chochos de la vida porque la política sigue siendo un negocio y los partidos, auténticas empresas de empleo y reparto de canonjías. Todo se compra y todo se vende. En la gestión que languidece se crearon unas “cosas” inútiles como un ministerio de Deportes y una Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar) a cargo de un abogado inoperante que renunció “por razones de salud” [EL DEBER, 03.10.13] ¿Cuánto le cuestan estos caprichos al país? En este barullo, casi nos olvidamos de una de esas frases inolvidables a que nos tiene acostumbrados el vicepresidente García Linera. Aleccionado por un informe del Banco Mundial / 2013, el vicepresidente dijo que nuestro país ha vivido una “década dorada”. No dijo “una década de oro”, sino “dorada”. O sea que puede tratarse de una década de plomo bañada en oro, pues no es oro todo lo que reluce.Hace poco, el economista Augusto de la Torre, jefe del Banco Mundial para América Latina, visitó Bolivia y en una entrevista dijo, entre otras cosas: “Bolivia, como muchos otros países de América Latina, ha experimentado una década vigorosa de progreso social, reducción de la pobreza (¿?) y crecimiento económico. Lo ha hecho, además, en un contexto de un manejo macroeconómico bastante prudente (¿?), no ha despilfarrado los recursos provenientes de las rentas mineras (¿?), ha ahorrado y el reflejo es la acumulación de las reservas internacionales en el Banco Central de Bolivia a niveles históricamente altos y la mayor parte están respaldados por ahorro del sector público. Entonces, Bolivia ha sido prudente (¿?) en el manejo de la bonanza desde el punto de vista macroeconómico…” [Los Tiempos, 31.08.14].Puede que sea cierto “desde el punto de vista macroeconómico”, pero le faltó explicar muchos porqués como el aumento desmesurado de la deuda externa pública (TGE) en lo que va de año, el desequilibrio de las partidas del presupuesto nacional (50% para Defensa e Interior), la remesa de los inmigrantes bolivianos, el dinero negro de la economía sumergida, el despilfarro y otras pichangas (subvención a la gasolina y al diésel, a la mina Huanuni y a la fundición Karachipampa, el aeropuerto de Oruro, la Cumbre del G-77, Jindal, el juicio por las 26 barcazas sudcoreanas, la construcción de un nuevo Palacio de Gobierno, etc.), cuyas facturas deberán pagar los bolivianos tarde o temprano. // Madrid, 24.10.2014El Deber – Santa Cruz