Bolivia, en tiempos de la caída del Muro de Berlín

Erika Brockmann QuirogaerikaAl conmemorar la histórica caída del Muro de Berlín, recordamos el fin de la Guerra Fría, la derrota del socialismo real y el empoderamiento unilateral de EEUU en el mundo. Desde entonces, se legitimaron los regímenes democráticos competitivos, la idea de respeto de los derechos humanos y la condena a los excesos de cualquier totalitarismo de Estado. A la par de estas transformaciones, se expandió el ideario neoliberal, convirtiendo al mercado en principio ordenador, sagrado e irrebatible, de la sociedad.¿En qué coyuntura vivía Bolivia ese noviembre de 1989? En el país y en la región se anticiparon los cambios coronados ‘el 9N’. La era democratizadora puso punto final al recurrente ciclo de dictaduras cívico-militares de distinta orientación ideológica. En la década perdida, la crisis tocó fondo en 1985 desahuciando a las izquierdas y poniendo en duda la validez de la promesa revolucionaria, del pensamiento único, del Estado empresario y su resistencia a la idea de democracia.Curiosamente gobernaba Jaime Paz Zamora, cuya trayectoria de izquierda no era consonante con los vientos dominantes de ese tiempo, ni tampoco con una izquierda tradicional arrinconada y resistente a la democracia liberal y burguesa. Jaime Paz presidió el primer Gobierno que excluyó al MNR, actor central en la configuración del poder civil o militar desde 1952.La presencia del MIR, socialdemócrata y amigo de fuerzas progresistas, desconcertó y reavivó los reflejos de la Guerra Fría en la burocracia de EEUU, que había simpatizado con la candidatura de Goni. Bajo dos fuegos, con una economía frágil y la suspicacia de un EEUU poderoso, el MIR –y su polémica alianza con ADN– gobernó combinando moderación y resistencia.“En ese tiempo, me sentía como gato de otra camada, diferente al perfil menos progresista de otros mandatarios de la región, urgía pensar en una estrategia que no aislara al país frente al poder unilateral del norte”, confesó Paz Zamora. Se opuso al fundamentalismo privatizador de empresas estratégicas, paradójicamente inspiró a que EEUU diseñara el Atpdea y su apertura compensatoria a la lucha contra el narcotráfico; con luces y sombras, resistió imposiciones de la diplomacia estadounidense a un alto costo político.Con la caída del Muro de Berlín, la viabilidad de las izquierdas dependió de alianzas con la derecha moderada; ocurrió en Brasil y en Chile.Implicó el derrumbe de las certezas revolucionarias casi religiosas, confusión ideológica y el desafío de reinventar una izquierda que, 25 años después, ya no sería la misma.El Deber – Santa Cruz