La historia de los cruceños

Susana Seleme Anteloseleme2¿Qué tenía que decirnos Alcides Parejas Moreno, en su “Historia de los cruceños” que no hubiese dicho, contado, escrito y descrito en sus anteriores libros, ensayos e historias noveladas sobre Santa Cruz departamento y Santa Cruz de la Sierra, ciudad? Pues otra vez todo, pero mucho más.Es como si este último libro,  que nació en Sevilla  arropado por los «miles de folios» que atesora el Archivo  General de Indias, hubiera necesitado  la sabiduría del tiempo para que  madure en madura obra nueva. Ni los folios que el autor leyó y estudió con ahínco hace más de 40 años, interminables horas investigación y vocación pedagógica hubiesen podido  plasmarse en esta “Historia…” sin un amor. El amor  a Santa Cruz y su gente heredado de sus padres, quienes le mostraron el “camino de lo cruceño”. Ese amor fue su materia prima, la primera de todas, amor que se reprodujo y reproduce en la inmensa llanura. El amor que impulsó e impulsa habilidades  de origen, capacidades aprendidas y voluntades desarrolladas para eludir aquel sortilegio de que éramos “Hermosos como el sol y pobres como la luna”, según nos definió Gabriel René Moreno.Esta es una historia de los cruceños y sus más que múltiples determinaciones, la única forma  que avala un estudio serio y responsable de la realidad concreta y las distintas etapas de su totalidad histórica, como formación económica, sociopolítica, étnico-cultural y religiosa. Es un libro sin «concesiones a la galería» y como tal, siguiendo la escuela historiográfica del Oriente –tan “poco conocida” apunta el autor- responde a la  historiografía concebida como práctica y necesidad  filosófica: ¿quiénes somos, de dónde venimos,  hacia a dónde vamos?La explicación a esas interrogantes está en las múltiples determinaciones y sus correspondientes etapas, que en más de 450 años jalonaron una historia de «sostenido heroísmo», que a pesar de los contratiempos, ha sido coronada por el éxito. A contramano, desde luego, de la miopía centralista de ayer y hoy, y los escollos que aún le pone para ser región autónoma como departamento y como ciudad, sostiene Parejas Moreno.En sus más de 470 páginas, con ilustraciones exquisitas de Romaneth Zárate, está  nuestro diverso origen indígena, sus formas de vida, subsistencia, evolución y el encontronazo doloroso pero sí fructífero con el conquistador ibérico. “La conquista fue bárbara y brutal porque no había libertad de opción” recuerda Parejas Moreno, citando a Claudio Sánchez Albornoz. El conquistador del Oriente llegó desde el río de La Plata -lo que marca la diferencia con la del Pacífico, apunta el autor- para «poblar y desencantar  la tierra», pretendiendo “tantas Españas como la que cada uno llevaba en el corazón”. Fue conquista y también fue supervivencia para la forja de un destino común, contradictorio como toda realidad histórica que se tornaba cada vez más compleja, porque las “fronteras como espacio geográfico… como contacto entre pueblos que evolucionan; se intensifican…” según cita del historiador Guillermo Céspedes. Con  el tiempo, las fronteras  acaban “por definir una forma de convivencia relativamente estable…” y es así como “los frutos de la frontera no se limitan a los cambios históricos y culturales, sino que también se manifiestan en lo biológico y lo ecológico, provocando en ambos casos verdaderas revoluciones” afirma Parejas Moreno.¿Qué construyeron los conquistadores al mando de Ñuflo de Chávez? Buscando El Paitití, conquistaron el territorio de los Llanos de Moxos, La Chiquitania y la Cordillera de los Chiriguanos.  ¿Qué construyeron en la  llanura “sin fin”? El  mestizaje étnico-cultural entre los aquí nacidos antes y los recién llegados, para enriquecer la reproducción vital, que el escritor analiza y describe desde una “visión binocular», ajena a cualquier dicotomía de pares opuestos y excluyentes. En aquel encuentro y en la fundación de Santa Cruz en 1561, Parejas Moreno data el inicio de ‘lo cruceño’ y su identidad, plasmados, también, de múltiples formas “levantiscas” -como ya apuntaban  los escritos reales leídos por él en el Archivo de Indias- y muchas veces ‘rebeldes’ a  lo largo de más de 4 siglos, pero nunca separatistas, sostiene.  Y apunta que “las relaciones con el poder central”  siempre fueron de constante tensión, a las que “no hay que  buscarles una actitud de rechazo a las leyes, sino más a un poder central que cada vez está más ausente y lejano”.  Y a pesar de esa ausencia, se luchaba por “visibilizarse” ante  el resto de Bolivia. Ya desde fines del siglo XIX y pasada la segunda mitad del XX “los cruceños han tomado la iniciativa… somos cruceños porque nos da la gana y  no tenemos que demostrar ante nadie nuestra bolivianidad”, remacha el autor.Nada deja de escudriñar esta historia desde la totalidad en cada una de sus etapas secuenciales, en las que analiza el mundo indígena, como en el colonial y su organización político-administrativa,  la economía, su estratificación social, la encomienda, la religión, las misiones  y su inconfundible legado en la cultura cruceña. Le sigue en el tiempo,  la ruptura con España, que da nacimiento a la República de Bolivia en 1825, con tantas complejidades, como las habidas en toda América al calor de “ideologías de los colores más diferentes”, llegadas desde allende los mares. Había un “confusionismo ideológico que no solo fue patrimonio de patriotas. Lo sufrieron también los jefes realistas”. No obstante, Parejas Moreno cree, con justa razón,  que la independencia fue un asunto “de madurez social burguesa” con diferentes matices en todo el continente.Pasados varios años, una vez incorporada Santa Cruz al territorio de Bolivia, aquí se produjeron importantes documentos políticos, todos contestatarios a los “oídos sordos” al centralismo andino. La llanura “quería seguir viviendo en libertad pero participando en la construcción de su futuro” reseña el autor.  Así nacieron el Manifiesto de 1868, dirigido “Al Gobierno, al Congreso y a la nación” que solo miraban al Pacífico, despreciando el Atlántico, luego del tratado de límites que se firmó con Brasil.  Éramos rebeldes con causa, y lo comprueban las hazañas de muchos patriotas antes del Memorándum de 1904, la más lúcida tesis geopolítica y económica surgida en estas tierras desde la elite ilustrada. Planteaba la construcción del ferrocarril para “Unir Oriente con Occidente, salir al Atlántico para contrarrestar la influencia del Pacífico hoy en manos de Chile”  y para ser parte plena del país y la nación. En el texto se argumentaba la necesidad de “poner a Bolivia en contacto más inmediato con las repúblicas de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay”, para equilibrio internacional de nuestro país con las naciones vecinas. Ha sido un planeamiento “ignorado y despreciado sistemáticamente, o lo que es peor, se lo cita sin haberlo leído”, y por último se lo cataloga como propuesta “desintegradora”, “separatista”, “elitista” y un “largo etcétera”, sostienen el autor.Fiel a su cometido de mirar y analizar la totalidad, Parejas Moreno marca la génesis de las luchas cívicas -1957-1959- en 1904 “cuando los miembros de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos lanzaron una visión de país integradora… y la constatación  de sus carencias y necesidades” descritas en el Memorándum citado. Fueron las condiciones materiales de existencia, las que llevaron a Santa Cruz a dotarse  de instrumentos institucionales como el Comité Cívico Pro Santa Cruz, fundado en 1950. Los comités cívicos son “un fenómeno único en el mundo entero” y encarnan el “ansia que tienen los departamentos de intervenir directamente en sus propio asuntos, ya que las instituciones republicanas no han sido ni son órganos representativos de los intereses departamentales”, según Juan Carlos Urenda Díaz, citado por el escritor. Con las luchas del Comité se hicieron realidad las regalías del 11% sobre la explotación de hidrocarburos, cuya ley  promulgada en 1938,  “rondó como un fantasma”  hasta 1959, recuerda Parejas Moreno.El remate estatal de las iniciativas cruceñasLas regalías fueron la llave para salir del aislamiento, salida ya iniciada con el Plan Bohan en forma político-orgánica luego de la Revolución de 1952. No faltaron los altibajos,  pero ya era una región en expansión poblacional y económica, acompañada de demandas políticas nacidas también desde el Comité Cívico, a falta de un partido político que las canalizara. De ahí la importancia de ese instrumento cívico, como reseña el escritor.La hacienda tradicional cruceña daba seguros pasos  y sus patrones se convertían en burguesía agrícola y pecuaria,  y más adelante en agroexportadora, con la presencia de una importante burguesía comercial, de servicios y luego financiera.  Si “la independencia americana fue un problema de madurez social burguesa” con diferentes matices, como recuerda el autor, las demandas emergidas de Santa Cruz a finales del siglo XX e inicios del XXI también son producto de una madurez de las fracciones de su burguesía y sus elites. Sí tuvieron la lucidez de hacer que todas ellas se convirtieran en demandas  populares, cuando el desarrollo de sus fuerzas productivas y sus clases sociales emergentes, imponían otras relaciones de producción. Las condiciones  materiales de existencia habían cambiado, y los cruceños, que ya habían tomado la iniciativa como recuerda Parejas Moreno con el Memorándum de 1904,  un siglo después seguían tomándola.Esas  demandas han tenido lo que se conoce como ‘remate estatal’ porque cambian la estructura del Estado. Distribución de la riqueza con las regalías tanto para los departamentos productores como para los que no; la lucha por la recuperación democrática  contra la dictadura  en los años ’80 y la democratización de Alcaldías con elección universal de sus autoridades. Ya desde entonces, se exigía descentralización, a la que luego se sumó la demanda de autonomía y elección de prefectos,  aprobados en el Referéndum por Autonomías en julio de2006, y en el Cabildo del millón, en diciembre del mismo año, “simultáneamente en Beni, Pando, Tarija y Santa Cruz (los departamentos de la media luna)”.Parejas Moreno concluye esta historia  de los cruceños con ese importante hecho. Sin embargo señala que “Hoy después  de haber creído que habíamos conseguido  las autonomías departamentales tal y como fueron aprobadas” en aquel referéndum, “después de haber conmemorado  450 años de cruceñidad,  seguimos pidiendo permiso  para ser cruceños, cuando el narcotráfico está nuevamente minando los cimientos cruceños.  Parejas Moreno afirma que “se hace necesario que la voz de rebeldía resuene nuevamente, pues Santa Cruz de la Sierra –que sigue siendo periferia a pesar de ser la capital económica del país- está viviendo una grave crisis de la que somos culpables  todos, ya sea por omisión o por comisión.” Como bien apunta el autor “A pesar que en los inicios del siglo XXI  se han roto muchas barreras y se ha conseguido modificar algunos estereotipos, sigue siendo muy difícil para los cruceños hacer cultura desde la periferia… La historiografía cruceña sigue siendo poco conocida y, en muchos casos es  simplemente ignorada tanto por historiadores nacionales como extranjeros.”De ahí la importancia de esta  historia, en la que estamos reflejados unas y otros en nuestros caracteres y costumbres comunes, en nuestro modo de  ser, de hablar y mirar más allá de la llanura; en la música de las Misiones  convertida también popular, en la artesanía, el folclore, las comidas. Y todo en conjunción con un destino común que se empezó a forjar en 1561, como nos demuestra Alcides Parejas Moreno, con la sangre, de muchos más de los que éramos entonces. Es el resultado del mestizaje en todas sus expresiones, como lo ha sido la historia de la humanidad, mal que les pese a algunos centralistas actuales.Cierro mi columna del año 2014, agradeciendo a Alcides Parejas Moreno por haber escrito esta “Historia de los cruceños”, en la que  nos dijo otra vez todo, pero mucho más. Esta historia merecía estar entre las 200 que conforman la Biblioteca del Bicentenario. Pero no está. Y no extraña,  porque no es cuestión de fechas que ya habrían caducado, sino porque son los ya conocidos gajes de la política centralista desde hace 9 años, más centralista que ninguna.El Deber – Santa Cruz