Aborto, el deporte nacional

Drina Ergueta

Creer que es posible que si se legaliza el aborto puede éste convertirse en un «deporte nacional revela unas cuantas pautas de pensamiento que, sobre este tema, son totalmente fútiles, frívolas y alejadas de la realidad de las mujeres. Muestra, además,  ceguera sobre lo que esa prohibición políticamente conlleva.



El presidente del Senado, José Alberto «Gringo Gonzales, consultado sobre la posibilidad de legalizar la interrupción voluntaria del embarazo dijo, hace unos días, que «podemos charlar, pero el aborto como deporte nacional, de ninguna manera. Esta respuesta merece un análisis más detallado:

Insensibilidad

Han pasado muchos años, más de 30, desde que Gonzales era un joven profesor de religión en un colegio de señoritas de La Paz, tantos que para él el discurso religioso contrario al matrimonio gay ha perdido vigor, pero no así en lo referido al aborto. 

Su argumento para rechazar la legalización de esta práctica es la defensa de la vida, sustentada principalmente desde la Iglesia. Una mujer muere cada día en Bolivia debido a un aborto realizado de manera  clandestina, según dice la cientista social Lourdes Moreno. En un artículo, recuerda que en 1994 Bolivia informó, en una conferencia internacional, que el aborto representa el 15% de las causas de muerte de las mujeres y, añade, que para el 2013 eso no ha cambiado: se producen al menos 200 abortos clandestinos diarios y hay 60 decesos por cada 10 mil abortos, de acuerdo a la Sociedad Boliviana de Ginecología y Obstetricia.

¿La vida de la mujer qué? En países donde el aborto se ha legalizado, como en Uruguay, la causa de muerte femenina debido a la interrupción voluntaria del embarazo ha desaparecido.  

Frivolidad

Las mujeres que abortaron y abortarán son millones en Bolivia, al menos 73 mil al año, un millón y medio en sólo una generación, y abortó la abuela, la madre y la hija. Todas lo hicieron de manera insegura y a escondidas, y sabiendo perfectamente los riesgos. Lo hacen como última solución y como una salida necesaria a un condicionamiento importantísimo en su vida presente y futura.

Ninguna mujer se toma un aborto a la ligera y al Presidente del Senado no se le debería ocurrir la graciosa metáfora de «deporte nacional.  Puede ser que para algunos hombres sí sea un «deporte embarazar y desentenderse, no utilizar ningún tipo de protección y luego decirle a su pareja que se haga «curar.

Considerar así al aborto es algo frívolo y también es considerar a las mujeres frívolas a la hora de decidir abortar.

Política de Estado patriarcal

Las determinaciones que se toman a la hora de legalizar o criminalizar el aborto van más allá de lo moral y la sola defensa de la vida.

El Estado patriarcal donde el varón tiene controla y decide en todas las áreas, es dueño del espacio público, maneja la economía y es responsable de violencia machista y es incapaz de contenerla y sancionarla ejerce una violencia institucional, legal y se apropia del cuerpo de las mujeres para aplicar sobre ellas políticas destinadas a controlar la reproducción y criminalizar a quien no cumpla con ellas.

No es de ahora ni sólo es en Bolivia, el control sobre el cuerpo de la mujer, en este aspecto, ha sido una constante histórica global más o menos acentuada según las circunstancias, dependiendo de las necesidades socioeconómicas y demográficas, por razones desde económicas hasta étnico raciales. Así, la mujer es vista como un útero, fábrica de población.

La legislación sobre el aborto es una política de Estado patriarcal y como tal debe ser vista. Poner solución a esta realidad, a esta práctica generalizada, que abarca a todas las clases sociales y que pone en especial riesgo la vida de las mujeres empobrecidas, es una decisión política de alto alcance social, de gran contenido despatriarcal y un acto de liberación para más de la mitad de la población.

 

Drina Ergueta es periodista.
Fuente: paginasiete.bo