El Estado decide

rmarioRoger Mario López Justiniano*Un tema que actualmente se debate es la conveniencia o no de devaluar el tipo de cambio. La teoría económica predice que, ante eventuales shocks macroeconómicos negativos como, por ejemplo, los bajos precios del petróleo, el tipo de cambio debería depreciarse (es decir, los bienes nacionales se abaratarían en relación a los extranjeros) para contrarrestar el efecto recesivo y reducir, en parte, los cambios drásticos en los niveles de producción. Sin embargo, en Bolivia esto no funciona así puesto que, desde hace algún tiempo, se ha optado por mantenerlo fijo. Esto claramente tiene consecuencias en la economía que se pueden observar, entre otras cosas, en la enorme caída de la balanza comercial que, de tener un superávit de aproximadamente U$D 10 mil millones a finales del 2014, pasamos a tener un déficit de casi U$D 50 millones en cuestión de meses colocando en situación problemática al sector exportador.Algunos analistas han mencionado que no es buena idea que la autoridad devalúe el tipo de cambio puesto que, con las reservas acumuladas, se puede mantener el cambio actual. (¿Qué pasaría si se acaban las reservas?) Además se podría argumentar que, en el corto plazo, una devaluación no necesariamente incrementaría las exportaciones -y por ende, el PIB-  ya que los empresarios no podrían incrementar su producción instantáneamente, sino que se requiere cierto tiempo para ampliar fábricas, etc. mientras que, las importaciones, sí que elevan su valor instantáneamente. Como consecuencia, habría una disminución adicional en el producto (¿se acaba el doble aguinaldo?), hasta que el sector exportador pueda aumentar sus volúmenes de producción. Esto, para el gobierno, sin duda alguna, sería negativo.Sin embargo, lo verdaderamente importante es que, independientemente de que se devalúe o no la moneda, esto no es más que una mera cuestión circunstancial: mañana, cuando cambien las condiciones macroeconómicas, será necesario que la autoridad ‘reajuste’ el tipo de cambio para que este refleje – ¿adivine qué?-, las condiciones de mercado. Además, lo que hace realmente problemático al cambio fijo es que en la elección de un nivel ‘optimo’ del mismo hay implícita una elección de a qué sector se va a beneficiar con dicho precio, es decir, la autoridad tiene la potestad de decidir, discrecionalmente, quiénes serán los ganadores y los perdedores del juego cambiario.*Estudiante de Economía