Más pan y circo, pero menos justicia y libertad

maggy__talavera_Maggy TalaveraAlgo que debería preocupar en Bolivia es la indiferencia cada vez mayor de la población frente a los abusos de poder que cometen los gobernantes de turno. Debería ser motivo de alarma y hasta de emergencia nacional, incluso un asunto de salud pública, la pérdida de conciencia respecto a los valores máximos que hacen a una sociedad civilizada. Está a la vista que esta no es una preocupación, sino más bien todo lo contrario: hay una suerte de jolgorio en los sectores dominantes políticos y económicos que no solo no se inmutan ante esa masa humana indiferente e inconsciente, sino que incluso la estimulan.Acabamos de comprobarlo otra vez en la semana que concluye, a través de al menos dos ejemplos. Uno de ellos en el ámbito local cruceño y otro en el nacional. En los dos casos, un factor común: el fácil embrujo de la mayoría con mentiras y espejitos que obnubilan y achatan. En el primer caso, el protagonista principal es el gobierno municipal: sus voceros insisten en recurrir a la mentira para justificar medidas (como las de aumento de impuestos, frustrado por ahora) y acciones (la ‘dedocracia’ antes que ‘meritocracia’ en la designación de funcionarios). En el segundo caso, es el Gobierno central: abusa de los ‘bonos’ y otros anuncios millonarios que saben a peces regalados para contentar a las masas, mientras aprieta más el cinturón para asfixiar las libertades políticas.El caso del gobierno municipal cruceño es cada vez más patético. Ya hablamos de ello, a propósito del circo montado en torno al frustrado intento de subir los impuestos, de manera subrepticia. Ahora se sabe por qué: habrá una reducción importante en los ingresos municipales, a raíz de la caída de los precios internacionales del petróleo. Pero esta semana tuvimos una yapita, gracias al concejal Rómel Pórcel, que se encargó de recordar que nadie ingresa a la Alcaldía por méritos, sino por política y, además, que no es gratis. Después vino la burda mentira para tratar de hacer creer que no dijo lo que dijo.En el caso del Gobierno nacional, la situación es peor: sus espejitos tratan de encandilar a la mayoría para que no vea los ajustes de tuerca que sigue haciendo para callar voces críticas o disidentes y para castigar a los que osan denunciar corrupción y abuso de poder, como las de varios periodistas despedidos u obligados a renunciar a sus medios, o las de dirigentes políticos e institucionales, como Fernando Vargas, perseguidos y puestos tras las rejas. Para unos y otros poderosos, nada mejor que una población indiferente.El Deber – Santa Cruz