Más del 60% cree que Evo y Quintana no dijeron la verdad sobre Gabriela Zapata

Afirman que Evo y Quintana no dijeron la verdad sobre Zapata

Un 58% cree que Quintana conocía de las visitas de Gabriela Zapata a las oficinas se Gestión Social del Ministerio de la Presidencia. Un 27% cree lo contrario.

Afirman que Evo y Quintana no dijeron la verdad sobre Zapata

Página Siete / Beatriz Layme / La Paz
Pese a que el presidente Evo Morales aseguró en reiteradas oportunidades que en su momento dijo toda la  verdad sobre su relación con Gabriela Zapata, un 60% de una muestra de 800 personas consultadas por Muestras y Mercado cree que no lo hizo.
Un 71% también  considera que el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana,  no dijo toda la verdad sobre su relación con la expareja de Evo, quien lo llamó «Mi Rey” en una carta que le envió en marzo pasado.
«Oportunamente yo dije mi verdad. Alguien va escribir la verdad les dije”, afirmó Morales el 14 de junio en una conferencia de prensa.
Sin embargo, sólo un 25% cree que el mandatario dijo su verdad sobre su relación con Zapata, detenida en el penal de Miraflores, acusada por enriquecimiento ilícito y trata de personas por presentar a un menor como si éste fuese el hijo del presidente Morales. Mientras un 14% no sabe, no responde.
La diputada Norma Piérola, del  Partido Demócrata Cristiano, sostuvo que por mucho que el presidente Morales jure que dijo todo sobre su relación con Zapata, la población no le creerá debido a que se contradijo en reiteradas oportunidades.
Asimismo, dijo que los bolivianos no ven como un hombre creíble a Quintana y por esa situación un elevado porcentaje de los entrevistados duda.
«Por mucho que acusen a la oposición, a los medios de comunicación y a abogados de mentirosos, tarde o temprano saldrá a luz sobre la relación que tuvo Zapata con diferentes autoridades”, manifestó Piérola.
«La desconozco, nadie me la ha presentado, nunca se me ha presentado, no se me ha cruzado por la calle para tomarme una foto, para darle la mano. No la conozco, repito, no la conozco a la señora Zapata”, aseguró Quintana  el 30 de marzo.
Pero sólo un 14% de los encuestados cree que el ministro dijo la verdad sobre la relación con Zapata. En tanto, un 15% no sabe, no responde.
Por otro lado, un 58% de los consultados cree que Quintana conocía de las visitas de  Zapata a la Unidad de Gestión Social del Ministerio de la Presidencia.
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Punto de vista 
Ericka Brockmann, Analista política
Desconfianza y enredo 
Los resultados promedio a nivel nacional dan cuenta de la secuela  de desconfianza, confusión  y polarización sembrada en la gente por el polémico y prolongado caso Zapata–CAMC.  En primer lugar, es comprensible  que un escaso 27% de los encuestados haya creído que Quintana nunca se enteró de la utilización de las oficinas del ministerio a su cargo por Zapata.
Su cultivada reputación y relación con la «inteligencia y la seguridad del Estado” no es compatible con el desconocimiento de algo que ocurría en su «propia casa”.
Es una pregunta pertinente que permite focalizar la opinión en un evento ajeno a la morbosa y altamente explotada trama del hijo, poco asociada al «trafico de influencias” que dejó muchas preguntas sin respuestas.
Llama la atención el abultado 14% que no sabe o no responde. A modo de hipótesis, puede deberse a que este dato concreto de «la oficina” se diluyo en medio de la masa de información contradictoria asociada a tan enredado «reality show” de la política nacional.
Por otro lado, el que 46%  de los encuestados crean en la tesis del «golpe mediático político”  y 45 no lo haga, plantea una polarización que merece análisis cuidadoso. Al igual que en la anterior pregunta, sería importante conocer la distribución territorial de esta opinión.
Pareciera que el  machacón discurso sobre el «cártel de la mentira” propagado con alta intensidad y frecuencia  en esta última etapa comienza a ganar terreno en la opinión pública. Al colocar a los medios como actores «politizados” en el mal sentido del concepto, deriva en una peligrosa confusión.
Se intenta hacer creer que la verdad y la mentira dependiera básicamente de los mensajeros, los cuales  en estricto sentido no hicieron otra cosa que «arrogarse el derecho constitucional de analizar, interpretar y comunicar libremente”  la sucesión de  contradictorias «primicias” noticiosas y  medias verdades originadas en actores políticos y la voluble señora Zapata  en un contexto de alta confrontación política. Lo que en determinado momento parecía una verdad incontestable, era súbitamente desestimada para dar giros insospechados.