Bolivia en las memorias de un diplomático español

Pedro Shimose El diplomático español Inocencio F. Arias Llamas (Albox, Almería, 20.04.1940) ha publicado un libro de memorias titulado Yo siempre creí que los diplomáticos eran unos mamones (Barcelona, Editorial Planeta, 2016; 547 págs.).En él, le dedica 33 páginas a Bolivia. ‘Chencho’ quiere a Bolivia por tres motivos: porque en La Paz inició su carrera diplomática, vivió su luna de miel y trabó amistades que, a pesar del tiempo y la distancia, no le olvidan. Lleva publicados siete libros: dos sobre fútbol (Los tres mitos del Real Madrid /2002 y Mis mundiales /2014), cuatro sobre aspectos anecdóticos de su experiencia profesional (La diplomacia /1994; Las confesiones de un diplomático /2006; La trastienda de la diplomacia /2010, en colaboración con la periodista Eva Celada; Los presidentes y la diplomacia / 2012) y este de memorias, que ya va por la cuarta edición. ‘Chencho’ tiene tres aficiones y una pasión: el fútbol (fue directivo del Real Madrid), el cine (actuó en seis películas españolas y fundó el Festival de Cine Hispanoamericano de Huelva) y el periodismo (escribe en periódicos impresos y digitales). Su gran pasión es, por supuesto, la Diplomacia, con mayúscula. Así se explica que sus libros principales se refieran a su vida profesional. ¿De qué otro tema puede escribir con conocimiento de causa –‘auctoritas’– un embajador que, durante 40 años, estuvo allí donde su país lo requería? Prudente, discreto, sobrio y al mismo tiempo sencillo, campechano, dotado de un fino sentido del humor (Groucho Marx, Jardiel Poncela, Miguel Mihura). Nunca dejó de usar la colorida y anacrónica pajarita (corbata de lazo) que lo distingue e identifica hasta hoy.A su vivencia boliviana le dedica el capítulo IV, bajo el epígrafe de El mítico Che mete la pata. Bolivia y su reivindicación marítima ocupa un lugar especial en sus memorias. En nuestro país inició su carrera profesional como secretario de la embajada de España (1969-1971), recién casado con Ludmila Winogradow, a la que conoció en España y con quien se casó en Connecticut (EEUU), residencia de sus suegros, exiliados rusos. En Bolivia fue testigo privilegiado de las secuelas de la guerrilla de Ñacahuasu o Ñancahuazú. Al Che le dedica páginas reveladoras y juicios críticos que el tiempo ha refrendado. La muerte accidental de Barrientos, las presidencias turbulentas y fugaces de Luis Adolfo Siles Salinas, Ovando y Torres, la guerrilla de Teoponte y el golpe cívico-militar del general Banzer… A finales de 1971, fue trasladado a la Argelia de Bumedián y nada les digo de su misión en Portugal, durante la Revolución de los Claveles, y su labor en el Consejo de Seguridad de la ONU y… Un libro interesante y divertido que vale la pena leer y conservar. // Madrid, 17.03.2017El Deber – Santa Cruz