Los bolivianos son los migrantes mejor valorados en Argentina

Si bien la mano de obra de los bolivianos es valorada, la mayoría de los residentes trabaja “en negro”; es decir, no tienen aportes para su jubilación, seguro de salud ni otros beneficios sociales.Foto: Libro “Migrantes bolivianos en el periurbano bonaerense”. Agricultores bolivianos distribuyen sus productos a restaurantes y supermercados de Argentina.Walter era un joven de 17 años  cuando  hace más de dos décadas pisó suelo argentino.Entonces tenía la esperanza de dar un giro a su vida, dado que no tenía trabajo,  menos un futuro digno en el país.Había escuchado  historias maravillosas de bolivianos que se fueron a radicar a Argentina,  sin importar si eran o no reales. Y él también decidió probar suerte.Con tal de ganarse unos buenos pesos trabajó de todo. Comenzó siendo   albañil,  luego fue ayudante de costura y, en poco tiempo, dominó las máquinas de coser «over” y recta industriales.Después de casi 10 años de trabajo, ahorró dinero y  comenzó a imitar a su jefe: abrió su propio taller de costura.Ser diligente, humilde, austero y trabajar más de 12 horas por día, sin quejas ni reclamos, fueron los factores -dice Walter- que influyeron para ser requerido, constantemente, por las empresas y tiendas de ropa de marca de Argentina.»En mi cabeza sólo estaba retornar a Bolivia con un buen capital para instalar un negocio.Mientras más prendas costuras, tienes más dinero, y si entregas  una buena costura,   hasta te ruegan para trabajar”, relata Walter, ya de 42 años, casado  y padre de tres hijos varones de 18, 15 y 11 años, todos argentinos.»El boliviano es el más requerido para cualquier oficio en Argentina, especialmente para la costura, por su paciencia y humildad”, agrega.»El boliviano es querido porque un argentino sólo está viendo la hora para ir a descansar.Mientras el boliviano sigue trabajando”, agrega Daysi Callejas, residente boliviana, quien manifestó que el rubro textil es el más sacrificado porque deben actualizar los modelos y entregar  un producto de calidad.Trabajo en negroSin embargo, la mayoría de los bolivianos trabaja «en negro”; es decir, no tienen aportes para su jubilación, seguro de salud ni otros beneficios sociales.Los talleres son clandestinos y están instalados en zonas   alejadas de Buenos Aires,  para escapar de los operativos de las autoridades argentinas.Cleto Chávez, un paceño que reside en Argentina hace 20 años, explica que «en negro” un costurero  gana entre 7.000 a 8.000 pesos argentinos por mes, que equivalen a entre 3.000 y 3.500 bolivianos. Ese monto se incrementa si trabajan más horas.Ahora bien,  todo depende del taller, explican los conocedores.   Algunos hacen contratación individual, y  otros emplean a toda una cooperativa.»Algunos trabajadores se organizan, arman como una cooperativa para confeccionar una prenda.En el caso de un pantalón, una persona sólo costura el bolsillo, otro se encarga del cierre, otro en hacer la unión de las piezas y otro hace los ojales”, explica Cleto. El trabajo «en negro” genera que la confección de una prenda sea más barata. La costura de una camiseta vale  de 1,30 bolivianos (tres pesos argentinos), un pantalón hasta nueve bolivianos (20 pesos argentinos).Al día,  una cooperativa entrega hasta 30 pantalones, 50 camisas. Una persona que confecciona toda la prenda, sólo seis pantalones.A 250 bolivianos en tiendaEl trabajo «en negro” sólo beneficia a las grandes tiendas de ropa, pues el pantalón ya tiene un costo de 250 bolivianos (500 pesos argentinos).Los dueños de talleres venden las prendas por mayor en Avellaneda, la Salada y en Once, barrios comerciales de Buenos Aires, donde hay una gran cantidad de residentes bolivianos.Dominio en mercado de la confecciónLa humildad, la diligencia y la buena mano de obra del boliviano es tan valorada  por el argentino que dejó de adquirir los productos de judíos, pioneros de la costura en Argentina, y de los coreanos.En los años 70 y 80, los judíos fueron quienes abastecieron, en su totalidad,  a las tiendas de ropa. Tenían el dominio.En los años 90, ese mercado comenzó a ser copado por los coreanos, quienes ofrecían modelos innovadores y a bajo precio, cuenta Deysi Callejas, boliviana que radica en Argentina casi 20 años.»Antes los bolivianos trabajaban para los coreanos, pero en estos últimos años son los bolivianos los que ganaron terreno y se hicieron de la costura, el 50% de las tiendas de Avellaneda son de propiedad de los bolivianos, pues se ofrece ropa con una confección de calidad”, indicó.»El boliviano es más trabajador y el argentino sabe muy bien eso”, dice Deysi, quien afirma que   ese hecho es bien aprovechado por algunos ciudadanos de nacionalidad peruana, pues «algunos peruanos dicen que son bolivianos para ser contratados en los talleres”.El éxito de los bolivianos en la costura es relevante. Un cochabambino logró que la marca «Escombros”, que es de su creación, se exhiba y sea requerida en diferentes tiendas céntricas de Argentina.»Es un paisano que incluso tiene propaganda en la televisión y radio argentina, confecciona ropa de mujer. Tiene una tienda en Avellaneda y sucursales en el centro de Buenos Aires. Para nosotros los bolivianos  es un éxito, es una muestra de que el sacrificio vale la pena”, manifestó Daysi a Página Siete.Dominio en la agriculturaEl boliviano también tiene dominio en el mercado de  verduras, pues abastece a supermercados y locales de comida de Buenos Aires.Los que producen la hortalizas en su mayoría son de Potosí. Comenzaron como peones de los portugueses y españoles que dominaban el rubro del cultivo de verduras que se producen en Escobar, Merlo, La Plata, Moreno, zonas que están en las afueras de Buenos Aires.Luego, los bolivianos con el dinero que ahorraron comenzaron a alquilar parcelas para cultivar sus productos.Pasaron los años y lograron ahorrar lo suficiente como para  comprar quintas, grandes extensiones de tierra. Ahora son los bolivianos los que contratan a otros bolivianos y de otras nacionalidades para que trabajen en sus tierras.La migración de los  bolivianos a Argentina

  • Reconocimiento  Luego que el presidente de Argentina, Mauricio Macri, aprobara un decreto que restringe el ingreso de migrantes, una comisión boliviana viajó hasta ese país. Uno de los logros fue crear una instancia para facilitar la migración de los talleres a cooperativas textiles, hecho que repercutirá en la mejora de la situación laboral de los bolivianos que viven en Argentina, aseguró el parlamentario.
  • Defecto  Jorge Gonzales, quien  fundó la organización civil Hacia la Vida, que se encarga en la rehabilitación de personas adictas a la droga, afirma que si bien el boliviano es trabajador, uno de sus grandes defectos es que consume bebidas alcohólicas  . «Hubo dos casos. Empezaron con la bebida y luego cayeron en las redes de los traficantes de drogas, lo bueno fue que los rescatamos”, relata Gonzales.
  • Migrantes  La Organización Internacional de Migración (OIM) reportó que en Argentina viven 350 mil bolivianos con su situación migratoria regularizada, constituyendo la segunda población migrante en cantidad después de la paraguaya. Los bolivianos se dedican a tareas agrícolas, en algunos casos lograron convertirse en proveedores de verdura de la capital argentina.
  • Frontera Bolivia y Argentina comparten una frontera de 773 kilómetros. En las últimas décadas, Bolivia se ha convertido en una de las principales fuentes de inmigración en Argentina, por lo que los bolivianos son una de las comunidades más grandes de los inmigrantes latinoamericanos en Argentina, junto con los paraguayos, peruanos y chilenos.
  • Votantes  Para el referendo constitucional del 21 de febrero,  116.570 residentes bolivianos en Argentina se registraron en el padrón biométrico, informó el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
  • HistoriasFausto Quispe
  • Nació en Potosí»Exiliado de mi país trabajé de todo”Hace 46 años, en 1971, llegó a Salta, Argentina, tras ser exiliado por el gobierno dictatorial del extinto   Hugo Banzer Suárez.A sus 21 años Fausto Quispe dejó las trincheras y se dedicó a trabajar de todo, de albañil, costurero, taxista y otros oficios para sobrevivir.Ya a sus 67 años,  Fausto sigue en su lucha, pero esta vez en defensa de los derechos de los migrantes. Afirma que junto a otros paisanos hizo realidad el voto en el exterior. Recuerda que inicialmente arrancaron con el voto simbólico, acción que en 2009 dio frutos, pues ese año votaron para elegir al nuevo presidente de Bolivia.Carlos Jiménez
  • Residente   de La Paz»Ahora a dar de comer”Llegó a Buenos Aires,  Argentina, hace 41 años con el sueño de mejorar su calidad de vida. Así fue, aunque le tocó trabajar en diferentes oficios.Ahora, Carlos Jiménez  dirige -junto a otros migrantes- la Central de Trabajadores del Estado, que se encarga  de dar almuerzo y merienda a más de 100 personas, entre bolivianas, peruanas, paraguayas y de otras nacionalidades.Jiménez cuenta a Página Siete que en los casi 10 años de servicio que presta en esa organización vio diferentes casos de maltrato, por esa situación organiza charlas en diferentes barrios para que los migrantes conozcan sus derechos.Jorge Gonzales
  • Originario de Oruro»  Trabajo en la rehabilitación”Cargado de sueños y esperanzas, Jorge Gonzales, hace 41 años, llegó a Argentina y dejó atrás a su natal Oruro.Junto a residentes bolivianos y de otras nacionalidades fundó la organización civil Hacia la Vida, con sede en la Villa 31, Retiro (Buenos Aires), que trabaja en la rehabilitación de personas adictas a las drogas.Gonzales explicó a Página Siete que otra de las tareas de su organización, de la cual es presidente, es ayudar a que los bolivianos no trabajen «en negro”; es decir, que tengan un trabajo con todos los beneficios sociales y así dejen de ser explotados por algunos empresarios.Fortunato EspinozaNació en La Paz»Costó, pero se tiene mejor vida”A sus 12 años, junto a sus padres y sus hermanos -de corta edad-, llegó a Argentina en busca de mejores días.»La necesidad económica nos obligó, la mejor opción que vieron mis padres fue migrar”, cuenta Fortunado, quien vive más de 30 años en Buenos Aires, Argentina.Como todos los migrantes, cuenta,  tuvieron que trabajar de todo y afrontar diferentes dificultades en una tierra extraña.Fortunato agrega que todo el sacrificio valió la pena porque ahora tienen una casa propia, un negocio y una profesión. «En Bolivia, en esos tiempos, hubiera sido imposible”, dice.Cleto Chávez Oriundo de la ciudad de La Paz»Costurero  de día y radialista de noche”Luego de escuchar grandes historias de Argentina, a sus 18 años de edad decidió agarrar su maleta y emprender un viaje de más de 10 horas.Arribó solo a Buenos Aires, una ciudad inmensa, donde comenzó a buscar un empleo.Su primer trabajo fue ayudante de un taller de costura,  por el que recibía un sueldo mensual de 15 dólares.  Un día dejó el taller y con la poca experiencia que adquirió en costura se fue a otro taller, en el que comenzó a ganar casi el doble.De día trabajaba en la costura y gracias a una convocatoria  por la primera radio de bolivianos en Argentina se convirtió en radialista por la noche.imagenimagenimagenFuente: PÁGINA SIETE / Beatriz Layme  / La Paz